Sociedad

Altamira acogerá visitas experimentales de 5 personas y un guía a la semana

El fin es evaluar el posible impacto de la presencia humana en la cavidad y los participantes se elegirán por sorteo entre los visitantes del Museo. 

  • El característico bisón de las cuevas cántabras, consideradas la capilla sixtina del arte rupestre.

La cueva de Altamira (Cantabria) acogerá visitas experimentales de cinco personas y un guía del Museo cada semana, hasta el próximo mes de agosto. Las visitas tendrán una duración de 37 minutos y los participantes se escogerán por sorteo, entre los asistentes del día al Museo y Centro de Investigación, que alberga la réplica de la cueva, ya que la original se cerró por última vez al público hace doce años.

Este programa de visitas se iniciará "en breve", posiblemente este mes, y se prolongará hasta agosto, para cuando se prevén las conclusiones de los investigadores sobre el estado de conservación de la cavidad y sus pinturas -por las que se la conoce como la 'Capilla Sixtina' del arte rupestre paleolítico- y se determine también la posible reapertura al público.

Así lo ha acordado este sábado el Patronato de Altamira, que se ha reunido durante más de tres horas en Santillana del Mar. Al término del encuentro, el presidente cántabro y del Patronato, Ignacio Diego, el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, y el director del Museo, José Antonio Lasheras, han ofrecido una rueda de prensa en la que han informado de estas visitas experimentales, que forman parte de la segunda fase del 'Programa de investigación para la conservación preventiva y régimen de acceso de la cueva Altamira', que coordina la investigadora Marián del Elegido, que ha comparecido con ellos.

Según han explicado, el objetivo de esta iniciativa es analizar de forma "científica y rigurosa" el impacto de la presencia humana en la conservación de la cueva, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, al tiempo que se permite a la sociedad disfrutar de este bien. Para ello, se realizarán visitas experimentales, una a la semana -no se ha determinado qué día concreto- y hasta agosto, compuestas por un grupo de seis personas: un guía del Museo y cinco visitantes elegidos aleatoriamente (hasta ahora, y desde el pasado noviembre, se venían haciendo con científicos y expertos).

Estas visitas se llevan a cabo en base a un protocolo y controles "muy estrictos", establecidos en la primera fase del programa científico, y de acuerdo con los cuales los visitantes del Museo que accedan a la cavidad deberán usar la misma vestimenta y calzado que utilizan los investigadores. Así, tendrán que llevar monos desechables, gorros, guantes, mascarillas y un calzado especial, que se someterá además al lavado de suela y desinfección.

También se controlarán determinados parámetros, como la estancia en cada zona de la cueva o la iluminación, y se evitará el contacto con la roca o la toma de imágenes, todo ello para minimizar el posible impacto de la presencia humana. En el transcurso de la visita se controlará en el interior de la cavidad la temperatura del aire y de la roca, la humedad, la contaminación microbiológica, las aguas de infiltración o el CO2.

Para participar en estas visitas, -cuyos resultados se evaluarán cada dos meses y podrán por tanto sufrir cambios en función del programa de investigación-, las personas interesadas que acudan al Museo Altamira -cada año recibe una media de 250.000 visitantes- deberán rellenar un formulario (que se está elaborando) y depositarlo en una urna, para participar en el sorteo.

El presidente cántabro y, este año también, del Patronato -la Presidencia es anual, y se turnan en la misma el Gobierno regional y el Ministerio de Cultura- ha destacado que la selección de los visitantes será "objetiva y transparente". Además, ha destacado que con esta iniciativa también se pretende favorecer el "interés" por visitar la neocueva y el Museo, que se inauguraron en 2001.

"Un estímulo"

A preguntas de los periodistas, Ignacio Diego se ha referido al 'efecto llamada' que puede acarrear la entrada de personas "de la calle" a la cueva, aunque sea de forma controlada y teniendo en cuenta el criterio de conservación "por encima de cualquier otro". Cree el presidente de Cantabria que este hecho puede poner a Altamira "aún más" en las "preferencias" de visitas de "mucha gente" que, pese a estar cerrada la gruta original, acude a Santillana a ver la réplica.

Así, a su juicio, este cambio puede suponer "un estímulo más" para visitar el Museo y la neocueva, aunque "no es ése el objetivo". El fin "prioritario", ha recalcado, es conocer si la presencia humana altera o no el interior de la cavidad y, en función de los resultados, determinar posibles futuras visitas y la reapertura. Con ello, ha admitido que "ilusiona" el que se dé respuesta a la pregunta de si, sin causar perjuicio al patrimonio de Altamira y sus pinturas, hay "alguna posibilidad" de "abrir" al público la cueva.

Compromiso de Estado

Los resultados de esta segunda fase de investigación definirán la incidencia de la entrada de personas a la gruta y sus posibles efectos en la conservación, de cara a la futura gestión de este bien. Las conclusiones se recogerán en el Plan de Conservación Preventiva de Altamira.

El secretario de Estado de Cultura se ha mostrado satisfecho con el trabajo que se viene realizando y ha subrayado el "compromiso" del Ministerio para "salvaguardar" el proyecto en torno a Altamira, de modo que ha asegurado que continuará a partir de agosto de 2014, cuando finaliza la actual consignación presupuestaria, aunque no ha adelantado ninguna cuantía al respecto.

En cuanto a la fórmula para seleccionar a las personas que participarán en las visitas experimentales, José María Lasalle ha destacado cuestiones como la "motivación", "cercanía" y "disponibilidad" de quienes asisten al Museo y a la réplica. En similares términos, su director ha indicado que el método escogido es análogo al que se empleaba cuando estaba abierta Altamira, ya que se basa en contar con la colaboración de "personas interesadas" en la cavidad.

Además, tanto José Antonio Lasheras como Marián del Egido han negado que haya "ninguna contradicción" o "cambio" en los criterios Museo o de las investigaciones con estas visitas experimentales, algo que "no permite hablar de apertura o reapertura", ha precisado la científica.

Historia de Altamira

Las pinturas polícromas del techo de Altamira fueron descubiertas en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola y su hija María y en 1917 el Ayuntamiento de Santillana del Mar -propietario de la gruta- decidió abrirlas al público. En los años 50 se iniciaron las visitas masivas, que continuaron en la década de los 60, llegándose a alcanzar 270.000 personas al año. En la de los 70 surgió la alarma ante la degradación de las pinturas, de modo que en 1977 se acordó el primer cierre parcial y dos años después, se clausuraron las visitas.

En 1982 se reabrió la cavidad, pero con accesos controlados y limitados, y veinte años después, en 2002, se decidió de nuevo cerrar la cavidad al público tras la aparición de unas manchas en la Sala de los Polícromos, aunque para entonces ya existía una réplica de Altamira, la neocueva, albergada en el nuevo Museo que también incluye un Centro de Investigación y que se inauguró en julio de 2001. Estas instalaciones, ubicadas a unos metros de la puerta de la cavidad, recibieron en 2013 cerca de 260.000 personas (más o menos la media anual), de modo que el número total de visitas desde su creación se aproxima a los dos millones.

A mediados de 2010 se constituyó el Patronato y se comenzó a estudiar la posibilidad de reabrir la cavidad a las visitas, aunque carácter restringido. En su última reunión, en junio de 2013, los científicos apuntaron que las pinturas de Altamira no corrían peligro, ya que evolucionan según el proceso natural de la propia gruta. No obstante, descartaban la apertura masiva. Las conclusiones sobre conservación y reapertura se prevén para agosto.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli