El Ayuntamiento de Madrid está detectando un aumento de los jóvenes sin techo que duermen en las calles de la capital y que acuden a los centros de acogida para personas sin hogar de la capital, según confirman fuentes municipales a Vozpópuli.
La Administración local suele hacer cada dos años un recuento del número de personas que sufre esta situación en la capital. La última estadística tendría que haberse realizado en 2020, "pero la pandemia y los confinamientos hicieron muy difícil llevarlo a cabo", explican las mismas fuentes.
El Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento está estudiando la manera de hacer un recuento "más acorde a la situación actual que arroje datos más ajustados posibles a la realidad". Un estudio "más fiable" y más comparable con los de otras ciudades de España. "Creemos que es importante analizar detenidamente la situación, dado que estamos detectando cambios de perfiles de las personas sin hogar, están surgiendo perfiles cada vez más jóvenes", señalan.
La mayoría de jóvenes que recurre a los recursos municipales procede de centros de menores. Otros acaban sin hogar por otros motivos, como los "conflictos familiares", y algunos ni siquiera ingresan en centros y viven en la calle
El recuento es una herramienta más del Ayuntamiento para medir este problema. Sobre el terreno, a pie de calle, trabajan 17 equipos del Samur Social. Estos profesionales tienen ubicados a los indigentes, les atienden a diario y les ofrecen plaza en los centros de acogida del Programa Municipal de Atención a Personas Sin Hogar.
En los últimos tiempos, Samur Social ha detectado un "aumento progresivo" de los jóvenes que recurren a estos recursos. La mayoría de ellos procede de centros de menores, que deben abandonar al cumplir los 18 años. Otros, en cambio, acaban sin hogar por otros motivos, como los "conflictos familiares", y algunos ni siquiera ingresan en los centros y viven en la calle. También ha crecido otro perfil en los centros: el de las mujeres jóvenes sin techo.
Como respuesta, el centro Juan Luis Vives, en Vicálvaro, ofrecerá cuatro módulos de habitaciones pensados para jóvenes de entre 18 y 25 años, a los que se ayudará a buscar empleo y regresar a una vida autónoma. Además, el área de Bienestar Social ha emprendido una estrategia para afrontar el fenómeno de las mujeres sin hogar.
650 sin techos en la calle en 2021, según FACIAM
La federación de asociaciones y centros de ayuda a personas en situación de calle y sin hogar (FACIAM) confirma a Vozpópuli que en la capital hay al menos 1.600 personas sin hogar, 650 de ellas viviendo en la calle. La entidad también está detectando perfiles más jóvenes: de las personas que atienden en sus centros, el 30% son menores de 35 años.
La organización social también colabora con el Ayuntamiento en el proyecto IMPULSA, que incluye un programa dedicado a jóvenes de entre 18 y 28 años en exclusión residencial. Los chicos que recurren a esta iniciativa tienen una media de edad de 21,5 años.
Recuento de 2018
El Ayuntamiento realizó el primer recuento en 2006. Desde entonces, ha elaborado nueve estadísticas. En la última, la de 2018, participaron 452 voluntarios que peinaron las calles de la capital entre el 12 y el 16 de diciembre. Recorrieron calles, plazas, parques, cajeros automáticos, locales comerciales e incluso miraron en el interior de los vehículos. También se desplazaron a los centros de la red municipal y a los de las entidades no lucrativas con convenio o concierto con el Ayuntamiento.
En total, los voluntarios dieron con 2.998 personas sin hogar: 675 alojadas en pisos, 1.250 en centros de acogida, 189 en centros de acogida para inmigrantes y 234 en asentamientos. Los 650 restantes pasaban la noche en la calle. En 2016 se localizaron a 524 pernoctando en la vía pública, aunque aquel año el recuento se hizo en una jornada con lluvia. El 2014 fue el año que se contó un mayor número de personas durmiendo en la vía pública (764).
Sin embargo, desde 2006 a 2018 la cifra de sin techos detectada se ha mantenido siempre en una media más o menos estable de 600 personas. Esto llevó a los investigadores a preguntarse si la capacidad del dispositivo de rastreo había alcanzado su límite de detección. "Sólo podría mejorar con la introducción de nuevas estrategias metodológicas", observaron.