En España es tradición redactar una nueva ley de Educación cada vez que un partido llega al poder. La LOMCE es la séptima norma educativa de la democracia y sigue envuelta en la polémica por su aplicación en las distintas Comunidades. La mayor parte de la oposición promete derogarla si alcanza la Moncloa. En la anterior legislatura, cuando el socialista Ángel Gabilondo era titular de la cartera de Educación, se estuvo a punto de conseguir algo que los docentes llevan reclamando desde hace muchos años: un modelo duradero de consenso, capaz de sobrevivir a los cambios de gobierno y que sirva para toda una generación. Esta semana, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, presentaba su proyecto para la reforma del sistema educativo, apostando por un Pacto Nacional por la Educación, en el que su partido aboga por eliminar la figura del repetidor.
A la cabeza en malos estudiantes
Según los últimos datos disponibles, España cuenta con un 34% de alumnos repetidores, mientras que la media de la UE y la OCDE no sobrepasa el 16%. Además, el porcentaje de estudiantes españoles que han repetido dos cursos (10%) multiplica por cinco a la media del resto de países, donde no se supera el 2%. Se estima que el coste anual por cada repetidor en España sobrepasa los 20.000 euros. En grandes cifras, la repetición de curso supone casi el 8% del gasto total en educación primaria y secundaria. Nuestro país se sitúa de esta manera como el cuarto Estado con un coste más elevado en este aspecto, tras Bélgica (11,5 %), los Países Bajos (10.9%) y Francia (8,8%). Por su parte, Reino Unido, Polonia, México, Eslovenia, Israel, Islandia y Estonia son los países que menos gastan en repetidores. Además, en modelos como el japonés o el noruego no existe la figura de los repetidores.
Las tasas más altas de repetidores se registran en Extremadura (42,9%) y Murcia (42,5%), donde 4 de cada 10 alumnos se encuentran un curso por debajo al que les corresponde
Con una de las tasas de repetición de curso más elevadas de Europa, los resultados del Informe Pisa 2012 reflejan que uno de cada tres alumnos de 15 años en España ha repetido al menos un curso. Esto supone un crecimiento de cuatro puntos con respecto a 2003. Por etapas educativas, un 13% de los alumnos españoles habían repetido al menos un curso en primaria y un 25% lo había hecho en secundaria. La media de la OCDE se reduce al 7% en el primer caso y al 6% en el segundo. Por comunidades autónomas, las tasas más altas de repetición se registran en Extremadura (42,9%), Murcia (42,5%) y Baleares, donde en torno a 4 de cada 10 alumnos se encuentran un curso por debajo al que les corresponde. Las dos primeras regiones no sólo encabezan la lista española, sino que también lideran el ranking internacional. Por su parte, Cataluña y País Vasco registran las tasas más bajas de repetición, con 2 alumnos de cada 10. Asturias y Navarra se acercan al 30% de alumnos que repiten curso.
¿Cómo solucionar el problema?
Durante las dos últimas legislaturas socialistas, los diferentes titulares de la cartera de Educación también tuvieron que lidiar con la figura de los repetidores. Especialmente cuando la oposición criticó la medida de permitir el paso de curso con asignaturas suspensas. La exministra de Educación, Mercedes Cabrera, explica a Vozpópuli que "cuando un estudiante repite curso, suele repetir lo que ya ha hecho, sin que se le preste atención individualizada, y tiene muchas probabilidades de volver a suspender". Por eso insiste en que "eliminar" a los repetidores puede agravar el problema, en lugar de solucionarlo. "Si todo permanece igual, y no se hace un replanteamiento general de cómo educamos, el resultado puede ser un aumento del fracaso escolar y de la desigualdad en el acceso a la educación". Para la exministra socialista, "el coste de los repetidores no debería ser una razón para adoptar semejante medida, sobre todo si no va acompañada de herramientas que eliminen rigideces y ayuden a aprovechar y encauzar las capacidades de todos".
Mercedes Cabrera: "Si todo permanece igual y no se hace un replanteamiento general de cómo educamos, el resultado puede ser un aumento del fracaso escolar y de la desigualdad"
En este mismo sentido se expresa Tomás Guillén, catedrático de Filosofía de bachillerato. "La idea de no repetir curso no significa que se den por aprobadas las materias suspendidas, sino que los chicos siguen estudiando con sus compañeros". Si bien matiza que, "el sistema educativo tiene que proveer a los centros de recursos para que estos alumnos se estimulen emocionalmente y progresen". En su opinión, sería necesario contar con "profesorado de apoyo" para dar una atención personalizada "que haga posible que los estudiantes desarrollen sus capacidades sin que se sientan 'distintos' ni discriminados". Para aquellos que de verdad no quieren estudiar, la mejor solución es analizar caso por caso. "Casi siempre nos encontramos con problemas emocionales de fondo, bien porque pertenecen a una familia desestructurada, por la influencia de los amigos o por alguna otra causa que induce a estos adolescentes a dejar los estudios en un segundo plano", explica.
Los pros y los contras
Uno de los argumentos que se esgrimen en contra de que exista la figura del repetidor es que este tipo de estudiantes acaban teniendo un bajo concepto de sí mismos y una actitud más desfavorable hacia la escuela. El hecho de repetir curso les transmite una sensación de fracaso; pueden perder sus amigos; y suelen tener problemas de adaptación al grupo. Además, la actitud de los docentes hacia este tipo de alumnos puede ser, a veces, más hostil que hacia el resto de estudiantes. Sin embargo, promocionar de curso sin haber adquirido un nivel suficiente de conocimiento genera mayores dificultades al alumno para seguir el ritmo del nuevo ciclo. Por otro lado, algunos estudiantes indican que no todo son desventajas, sino que, repitiendo curso, es posible hacer nuevas amistades; algunos profesores se implican más en su aprendizaje; y las clases pueden resultarles más sencillas de entender que cuando las cursaron por primera vez.
Un profesor de secundaria advierte que "si le dices a un chaval de 12 años que va a pasar de curso, estudie o no, se inclinará por esforzarse menos, con lo que la medida incrementaría el fracaso escolar"
Un informe de 2009 sobre el "Efecto de la repetición de curso en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumnado", del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa, indica que un 78% de los estudiantes percibe "la falta de esfuerzo" como la principal causa de la repetición. Un 57% opina que tiene que ver con factores relacionados con la motivación, como la falta interés. Sin embargo, el porcentaje de alumnado que cita como motivo la falta de conocimientos previos es tan solo de un 26%. Igor Crespo, profesor de Lengua Castellana y Literatura en un instituto público de secundaria y bachillerato, explica a Vozpópuli que, desde la perspectiva del alumno, la medida podría llegar a ser contraproducente. "Si le dices a un chaval de 12 años que va a pasar de curso, estudie o no, se inclinará por esforzarse menos, por la solución fácil, con lo que esta medida solo contribuiría a que haya más fracaso escolar", asegura.
La brecha entre repetidores y no repetidores
El análisis español de PISA 2012 se fija especialmente en la brecha que existe en los resultados educativos que presentan los estudiantes que repiten curso. El texto hace hincapié en que “los resultados de los alumnos repetidores españoles no son peores que en otras partes, pero su elevado número, en comparación con otros países, puede estar lastrando el rendimiento del sistema educativo español en su conjunto, situándolo en una posición desfavorable respecto a otros”. Por tanto, el informe remarca que “si España redujese las tasas de repetición y la brecha de rendimiento entre los alumnados repetidores y no repetidores, el sistema educativo español se posicionaría en el mismo nivel o superior al de la OCDE”.
El estudio Pisa in focus 43 (2014), que analiza en profundidad el caso de los estudiantes repetidores, arroja una conclusión similar: “La repetición de curso puede que sea no sólo ineficaz para ayudar a los estudiantes con bajo rendimiento a superar sus dificultades en el centro escolar, sino que también refuerza las desigualdades socio-económicas. Proporcionar tiempo extra de clases a estudiantes que van con retraso, adaptando la enseñanza a sus necesidades de forma que puedan alcanzar a sus compañeros y centrando esos esfuerzos allí donde más se necesitan, es un modo mucho mejor de ayudar a los estudiantes con dificultades de aprendizaje o con problemas de comportamiento”. También se insiste en la idea de que “la repetición de curso es una forma costosa de lidiar con el bajo rendimiento: los estudiantes que repiten tienen más posibilidades de abandonar los estudios, o de permanecer más tiempo en el sistema educativo y de pasar menos tiempo en el mercado laboral”.