El avión más grande del mundo, proyectado para poner cohetes y otras cargas en órbita, ya ha puesto en marcha sus motores y rodado por la pista, cumpliendo un calendario de pruebas que culminará con su despegue por primera vez en 2019, para efectuar un lanzamiento de demostración.
El avión más grande del mundo, proyectado para poner cohetes y otras cargas en órbita, ya ha puesto en marcha sus motores y rodado por la pista, cumpliendo un calendario de pruebas que culminará con su despegue por primera vez en 2019, para efectuar un lanzamiento de demostración.
Las cifras del este aeroplano gigante denominado Stratolaunch son espectaculares: tiene 117 metros de envergadura de alas, 75,5 metros de longitud de la nariz a la cola y 15 metros de altura de cola. Su longitud es similar a la de un campo de fútbol americano, de acuerdo a su fabricante.
Dos cabinas y seis motores
Este avión pesa 227 toneladas cuando está vacío y puede llevar 250 toneladas de carga útil en sus bodegas, así como 113 toneladas de combustible, pudiendo alcanzar un peso máximo de despegue de alrededor de 590 toneladas, según su fabricante, y será propulsado por seis motores de grandes dimensiones y alta potencia similares a los de los aviones Boeing 747.
El Stratolaunch tiene doble fuselaje, alojando en su cuerpo derecho a la tripulación, y en su cabina izquierda los sistemas de datos de vuelo, mientras que su ala central reforzada proporcionará sustentación, estabilidad y un punto de fijación para los distintos tipos de cargas que se lanzarán al espacio.
Este coloso del aire tendrá un alcance operacional de unos 3.700 kilómetros, siendo capaz de llevar cargas útiles a diferentes órbitas y situarlas o lanzarlas con distintas inclinaciones en una sola misión, y el objetivo de sus fabricantes es que esté en pleno funcionamiento para finales de esta década.
Esta aeronave ha sido especialmente diseñada para llevar cohetes a la estratosfera (capa de la atmósfera que se extiende entre los 10 y 50 kilómetros de altitud) y liberarlos allí para que enciendan sus motores, vuelen hacia el espacio y dejen satélites en órbita; de allí su denominación, que podría traducirse aproximadamente como “lanzamiento estratosférico” .
A este avión lo desarrolla una compañía creada en 2011 por el magnate de los negocios, filántropo estadounidense y cofundador de Microsoft, Paul G. Allen, quien lo ha definido como una plataforma de lanzamiento aéreo para facilitar y normalizar el acceso a la zona el espacio conocida como órbita baja de la Tierra (LEO, por sus siglas en inglés).
Stratolaunch ha anunciado que en sus primeras misiones utilizará vehículos de lanzamiento aéreo Pegasus XL, de la compañía Orbital ATK, para lanzar desde la estratosfera pequeños satélites de hasta 450 kilos de peso y situarlos en la LEO.
Esta aeronave apodada “Roc”, como la gigantesca ave mitológica, y que se está probando en el Puerto Aéreo y Espacial de Mojave, en California, EEUU, viene superando distintos hitos, encaminándose con éxito hacia su primer despegue previsto para 2019.
El Stratolaunch salió por primera vez de sus hangares en mayo de 2017 para realizar ensayos de repostaje de combustible, en setiembre del mismo año efectuó sus primeras pruebas de sus seis motores turbohélice Pratt & Whitney, y en diciembre pasado rodó por la pista usando su propia propulsión para probar su capacidad de ser conducido y detenerse.
Lanzamiento en 2019
“Estos hitos demuestran que estamos haciendo grandes progresos hacia nuestra misión y que Stratolaunch está en camino de realizar su primera demostración de lanzamiento ya en 2019”, señala a Efe un portavoz oficioso de la compañía.
Sus capacidades de ofrecer múltiples puntos de despegue y de lanzamiento aéreo, desplazarse a casi cualquier parte del mundo, y realizar vuelos frecuentes. lo convertirán en una plataforma de lanzamiento volante y reutilizable, que permitirá un acceso seguro y sin precedentes al espacio para las misiones comerciales, industriales, filantrópicas u oficiales, añaden fuentes de la compañía constructora.
Facilitar y hacer más rutinario el acceso a la LEO permitirá colocar más satélites y dispositivos espaciales en órbita para comprender como están cambiando el clima, aumentar la productividad agrícola, estudiar de cerca la química atmosférica o monitorizar las poblaciones de fauna silvestre más vulnerables, concluyen desde la empresa.