En esta tercera parte de Diablo podemos tomar el control de cinco clases de personajes: bárbaro/a, cazador/a de demonios, monje, médico/a brujo/a, y mago/a. Cada uno tiene un estilo de juego diferente. El bárbaro posee gran fuerza física, lo que lo hace perfecto para atacar cuerpo a cuerpo con enormes espadas o hachas desatando una furia que lo convierte en una trituradora humana. Al igual que él, el monje también opta por el combate cuerpo a cuerpo pero también hace uso de mantras de protección y curación tanto para él como para sus compañeros. El cazador de demonios, sin embargo, hace uso de una gran agilidad y prefiere atacar a distancia con arcos y ballestas imbuidas de poderes mágicos que los hace realmente devastadores. El médico brujo, por su parte, cuenta con el apoyo de criaturas que se encargan de mermar cuerpo a cuerpo las huestes del infierno mientras él utiliza embrujos y maldiciones. Por último, el mago recurre a hechizos de gran poder destructivo que calcinan, congelan o destruyen a los enemigos, y a ilusiones que le ayudan en el combate.
La mecánica del juego es la de todo juego de rol: cumplir el objetivo de cada una de las misiones, destruir cuantos enemigos salgan a nuestro paso, que no serán precisamente pocos, y a los jefes del final de cada unos de los cuatro actos de que se compone la historia, y recolectar oro y objetos para mejorar a nuestro personaje. Aunque el atractivo de la historia hace entretenidas y más largas las partidas jugando solo los cuatro niveles de dificultad: normal, pesadilla, infierno y averno, es en el modo cooperativo en el que realmente nos lo pasaremos bien.
Sin demasiadas novedades
Diablo III nos permite jugar por internet hasta con tres amigos en una misma partida en la que la colaboración y la estrategia son las grandes protagonistas.
Es realmente divertido hablar con tus amigos con un headseat, con algún programa como el Teamspeak, para así organizar nuestro grupo de forma que se compenetren lo mejor posible sus habilidades y que cada uno sepa cuál debe ser su cometido en los combates. Es sin duda una de las actividades más desestresantes después de un duro día. Además, al jugar online hay posibilidades de que a cada uno le salgan objetos más adecuados para los personajes del resto del grupo y así poder intercambiarlos. En caso de que no nos sean de utilidad a ninguno podemos venderlos, bien a un comerciante del juego, o bien a través de la casa de subastas en la que podemos ponerlos a la venta para que la gente puje por ellos con oro del juego o con euros reales.
Este nuevo Diablo no ofrece novedades realmente sustanciales con respecto al anterior y, con el uso del mejorado motor gráfico que comenzó a usar Blizzard en Warcraft III, se ha perdido el ambiente oscuro y desolador de la segunda parte. No obstante, dicho motor está bastante bien optimizado y nos permite usar el juego en PCs y Macs no muy potentes. Los jugadores de PS3 y PS4 no tendrán este problema cuando salga el juego para esas plataformas a finales de este año. El estilo de juego sigue siendo muy entretenido, aunque a la larga se hace repetitivo y llega a cansar si jugamos demasiado. Sólo la ambición por conseguir todos los trofeos del juego, tener más oro con el que poder comprar cada vez mejores equipos y armas, o ganar euros con el mínimo esfuerzo, puede hacer que algunos sigan jugando aún después de habérselo pasado en todos los niveles. No caer en el vicio es la mejor opción para que no suceda eso.