Hablaba un reciente e interesantísimo artículo de El País sobre cómo vivimos una época propicia para las conspiraciones en series y películas. Lo malo de las conspiraciones, claro, es que existen. Una de ellas, precisamente la que servía como arranque del escrito citado, comenzaba con el recuerdo sobre uno de esos documentales que no hacen demasiado ruido pese a ser joyas que todo el mundo debería ver. Me refiero a Asesinas, que pueden disfrutar en Movistar y Filmin.
Cualquier película de sobremesa de Antena 3, por enrevesada que sea, posee un argumento menos extraño que el de Asesinas. Porque lo que cuenta este documental es totalmente inverosímil, aunque extraordinariamente real. Increíble, en una palabra. Se trata la historia de las dos jóvenes que en 2017 asesinaron Kim Jong-nam, el hermanastro del dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un.
No es por menospreciar al director del documental, Ryan White, pero lo tenía fácil. Es obvio que hasta un alumno mediocre y recién salido de la facultad de Comunicación Audiovisual conseguiría deslumbrar con ese argumento imbatible. Sin grandes planos ni una fotografía para el recuerdo ni elipsis narrativas que te atrapen. Nada de todo eso es necesario. Simplemente se trata de contarlo.
Ambas pensaban que habían sido contratadas por una productora japonesa para participar en un programa televisivo de bromas con cámara oculta
Contar cómo las asesinas, Siti Aisyah y Doan Thi Huong, ni siquiera sabían lo que estaban haciendo cuando rociaron con una toxina -concretamente el gas VX, tildado de arma de destrucción masiva por la ONU- el rostro de su víctima, que falleció poco después. ¿Por qué ellas sobrevivieron al entrar en contacto con un agente nervioso tan potente? Porque cada una de las dos portaba sustancias disgregadas que sólo al unirse funcionan con ese poder mortífero.
Lo sorprendente, en todo caso, no tiene que ver con el veneno, sino con cómo fueron reclutadas estas dos féminas que acabaron cargándose al que en su día era favorito para sustituir al anterior dictador norcoreano, King-Jong il, padre de ambos candidatos a ocupar su cargo. Ambas pensaban que habían sido contratadas por una productora japonesa para participar en un programa televisivo de bromas con cámara oculta que se emitiría en youtube. Cada una fue contratada por separado y se conocieron el mismo día en que perpetraron este crimen de un hondo calado internacional. Aspiraban a estrellas de la red y se convirtieron en asesinas diríase que accidentalmente. Kafkiano. Inconcebible. Asombroso.
La verdad, como casi siempre, es más prosaica. Al menos cuatro agentes norcoreanos prepararon el atentado y estuvieron cerca de ellas el día del asesinato en el aeropuerto. Algunos incluso fueron interrogados por las autoridades de Malasia. Luego se marcharon de allí y jamás han pagado por ello. Así se las gastan en la Corea del Norte comunista de King-Jong un.
El documental, claramente emparentado con el famoso El infiltrado (Netflix), no sólo cuenta esta historia de espías y engaños propia de una novela de Daniel Silva. También aborda, por cierto con un tono calmado y sin el amarillismo tan típico en las series true crime, el calvario de ambas mujeres, asesinas sin saberlo, y sus complejos procesos judiciales, en los que se entremezclan los intereses de los países afectados. ¿Inocentes o culpables? No caeremos en el spoiler aunque sea una historia ya conocida. La conozcan o no, no se pierdan este documental que demuestra cómo son las cosas en Corea del Norte y, de paso, evidencia que las conspiraciones, incluso las más inverosímiles, existen.