Opinión

"Quien ha perdido el alma sólo piensa en salvar el pellejo"

La frase pertenece al francés Georges Bernanos, autor de obras como el 'Diario de un cura rural' o 'Los grandes cementerios bajo la luna', un novelista y dramaturgo cuya vida

  • Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso.

La frase pertenece al francés Georges Bernanos, autor de obras como el 'Diario de un cura rural' o 'Los grandes cementerios bajo la luna', un novelista y dramaturgo cuya vida estuvo de principio a fin infiltrada  por la preocupación religiosa y en concreto por el eterno conflicto entre el bien y el mal, pelea reflejada a la perfección en la frase que encabeza este artículo y que viene como anillo al dedo a un Pedro Sánchez que esta semana ha dado un gran paso para aprobar los PGE de 2021 sobre la base de blanquear y vender su alma a Bildu, pagando el precio que los herederos de ETA le han exigido, como hace una semana pagó el que ERC le reclamó (la exclusión del castellano como lengua vehicular en Cataluña) por idéntico motivo. “Sánchez paga con sangre el alquiler de Moncloa”, ha llegado a escribir Rosa Díez. Al día siguiente del rechazo de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos, el presidente dio el v/b para el traslado a cárceles vascas del asesino del concejal sevillano Alberto Jiménez-Becerril y de su esposa Ascensión García, uno de los atentados más viles y que más profundamente conmovieron a la sociedad española.

Sánchez ha vendido su alma a Bildu y a todos los partidos con los que en los meses previos a las elecciones del 10 de noviembre de 2019 dijo que jamás pactaría. Acudir hoy a la hemeroteca para testar la dimensión de su traición a los principios que decía defender es un ejercicio tan aterrador como extenuante, capaz de hacer añicos cualquier prontuario de principios morales. La desfachatez del personaje a la hora de mentir rebasa lo llamativo para instalarse de plano en la esfera de lo inaudito. Conviene aclarar que estos no son los Presupuestos Generales del Estado (PGE), sino los Presupuestos Generales de Sánchez (PGS), porque en absoluto sirven a España sino únicamente a Sánchez y a su determinación por seguir en Moncloa a cualquier precio. El coste ya no es solo el entierro del régimen del 78 y de la Constitución que lo consagró, sino la voladura de España como Estado nación para ser sustituida por esa “república plurinacional” que estos días ha alabado el “copresidente” Pablo Iglesias sin que nadie en el Ejecutivo le haya desmentido.

Los PGS otorgan a su titular un salvoconducto para circular sin mayores sobresaltos por la legislatura en curso hasta su final, de la mano, naturalmente, de los enemigos de la nación. ¿Podría alguien imaginar en Francia a un Macron gobernando con los esbirros de la República empeñados en destruir no solo la República sino también Francia? La discusión parlamentaria de estos presupuestos ha sido, por eso, una batalla puramente ideológica desprovista de cualquier planteamiento de técnica económica y/o presupuestaria. Un ejercicio de ciencia ficción. Con una estimación de aumento del PIB del 7,2% sin incluir los fondos europeos y del 9,8% con ellos, España, según la voluntariosa Marisú Montero, registraría durante 2021 una portentosa reactivación, la más intensa de todos los países de la OCDE, hasta el punto de salir de la recesión sufrida en este malhadado 2020 y dar inicio a un nuevo ciclo expansivo. El sueño de una noche de verano o de una borrachera de garrafón que no se compadece con unos indicadores de la economía real que apuntan a una pérdida de vigor de la actividad en el tercer y cuarto trimestres, tras el 'brote verde' registrado en julio, proceso acentuado por la segunda ola de la covid y sus consecuencias.

Sánchez ha vendido su alma a Bildu y a todos los partidos con los que en los meses previos a las elecciones del 10 de noviembre de 2019 dijo que jamás pactaría

El edificio presupuestario se sustenta en la potencia expansiva del gasto público (196.097 millones, un 53,7% más que en 2020). Keynesianismo en estado puro, que traduce de manera automática los aumentos del gasto en mayor crecimiento económico. No hay ninguna otra variable en el diseño de las medidas de política económica que permita adivinar otra fuente impulsora del crecimiento. No hay reforma estructural alguna, salvo el anuncio de una “modernización” del sistema tributario que hay que entender como la amenaza del palo y tentetieso de la subida de impuestos. No se dice cómo se financiará ese aumento del gasto, no desde luego mediante las irrelevantes subidas impositivas hasta ahora anunciadas y tampoco a través de las ayudas europeas (el dinero del fondo SURE está destinado a financiar los ERTE y el del Fondo de Recuperación debe ser empleado en la agenda digital y verde). Un proyecto lleno de incongruencias, centrado en el gasto desbocado, al servicio de unas previsiones macro insostenibles, lo que se traduce en unos objetivos de déficit de muy difícil materialización. Con una recuperación débil en 2021, una manifiesta falta de voluntad para corregir el brutal endeudamiento proyectado, sin visos de un plan de ajuste capaz de poner orden en las finanzas públicas y sin ninguna reforma estructural a la vista, el Gobierno se verá obligado el próximo año a emitir deuda por importe de casi 300.000 millones. El corolario es claro: el andamiaje económico de este Gobierno en su viaje hacia la “república plurinacional” que abanderan Pedro & Pablo va a depender por entero del exterior.

Unas cuentas que sólo sirven a Sánchez

Unas cuentas que no sirven a los intereses del país, que no coadyuvan a una rápida salida de la crisis y a una recuperación vigorosa, que no ponen orden en el desbarajuste macro (déficit y deuda como grandes estrellas) y que no reman en pro de la estabilidad y el crecimiento, de la felicidad, en suma, de los españoles. Pero que sí sirven, mediante la exacerbación del caos económico, para hacer realidad ese viaje hacia lo desconocido en que están empeñados Pedro y su banda: la destrucción de la nación de ciudadanos libres e iguales que ha presidido los más de 40 años de una Transición merecedora de todos los reproches imaginables, pero acreedora también al elogio de una prosperidad nunca conocida sobre la piel de toro. La paz y la prosperidad que los españoles decidieron regalarse tras aquel dramático “paz, piedad, perdón” con el que Manuel Azaña aventuró en Barcelona la inminente derrota republicana en la Guerra Civil, contienda que ahora este rufián parece pretender reavivar.

Dividir a los españoles en dos bloques enfrentados y jugarse el futuro del país a la ruleta rusa con una pistola que maneja Pablo Iglesias, que estos días ha consolidado un bloque de poder con EH Bildu y ERC convertido en el primer soporte, también en la mayor amenaza a futuro para el jefe de la banda. Un Gobierno dentro del Gobierno, con sus medios de comunicación, sus apoyos en la judicatura, sus infiltrados en fuerzas y cuerpos de seguridad y su propia política exterior (como el escandaloso viaje a Bolivia como carabina del rey Felipe VI ha puesto en evidencia). Un copresidente que ha entronizado a los herederos de las pistolas como elemento central en la gobernación del Estado: “Vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen”. No cabe más diáfana declaración de intenciones. ¿Dónde está Pedro en el río revuelto de este golpe de Estado que desde el corazón del Estado persigue su destrucción? ¿En qué orilla de la corriente? Sin duda en la que más convenga a sus personales intereses, en el convencimiento cierto de que, si de permanecer se trata, no dudará en ponerse a la cabeza de la fiel infantería empeñada en el cambio de régimen. Quien ha perdido el alma sólo piensa en salvar su pellejo.

La única esperanza de evitar el desastre reside, suprema paradoja, en la economía. La supervivencia de Sánchez depende enteramente de la sostenibilidad de las finanzas públicas, lo que equivale a decir que pivota sobre la disposición del BCE a seguir comprando bonos soberanos españoles al ritmo en el que lo ha hecho en 2020. Christine Lagarde es, en el fondo, la clave del arco sobre la que descansa la suerte del bergante. Su riesgo es que dentro de un año, quizá menos, las economías de la zona euro, principalmente las de los países rectores de la Unión, Alemania y alrededores, empiecen a crecer con fuerza, mientras las del sur, particularmente España, se estanquen con un crecimiento muy pobre y unas cifras de déficit y deuda insoportables y sin visos correctores. En ese momento empezarían a sonar las alarmas del euro, al mismo ritmo que los inversores, Su Majestad el Mercado, comenzarían a exigir una alta prima de riesgo por adquirir la deuda española que el BCE empezaría a dejar de lado. La hipótesis de que Sánchez puede dormir tranquilo mientras el crecimiento del PIB sea superior al precio del dinero, porque ello asegura cumplir con el servicio de la deuda alejando el fantasma de la quiebra país, es jugar con un fuego cuyo control no está en nuestras manos. Tarde o temprano, el jefe de la banda se verá obligado a poner en marcha un severo plan de ajuste, momento en que la coalición saltará por los aires.

Zapatero en 2010

En cierta medida, Pedro & Pablo se encuentran en una situación similar a la que Rodríguez Zapatero, su mentor y maestro en el arte de hacer añicos una nación milenaria, se vio obligado a afrontar en 2010. El incremento del gasto en partidas como Sanidad, Educación, Dependencia, etcétera (y naturalmente la subida de sueldo a funcionarios y pensionistas que el FMI acaba de censurar) se consolida como gasto recurrente incorporándose a las cuentas de años sucesivos, lo que supone un aumento del gasto estructural, con su correlato de déficit, que acentúa la insostenibilidad de las finanzas públicas en el medio plazo. Con un crecimiento capado y un paro en aumento, la economía española es incapaz de generar los recursos suficientes para hacer frente a la extensión de programas sociales con los que la pareja pretende hacer realidad la sociedad subvencionada con la que sueñan, esa República gobernada por las elites políticas locales, nuevos señores feudales, caciques redivivos, con un poder central jaleado por grandes empresarios adictos al capitalismo de amiguetes, con la pequeña y mediana empresa tirada en la cuneta víctima de un tsunami regulatorio e impositivo, y con una gran masa de gentes depauperadas dependientes del Estado benefactor.

Mientras tanto, la traición de Sánchez a los principios de la decencia política, tan laxa siempre ella, es tan brutal, tan obscena casi, tan insoportable, que en el cementerio del viejo PSOE donde no parecía posible advertir la existencia de vida ha empezado a crecer la hierba de la rebelión y la protesta. Hay vida más allá del truhan. El manifiesto de Nicolás Redondo Terreros es una muestra de honradez capaz de opacar la sistémica cobardía de los Lambán, García Page y demás a la hora de tirar la piedra y esconder la mano. A muchos honestos socialistas simplemente les avergüenza la disposición de Sánchez para edificar su iglesia sobre la sangre de los socialistas asesinados por ETA con la ayuda de sus herederos. Y a quienes nunca hemos sido socialistas, también.  

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