Ken Follett publica su nueva novela, Las tinieblas y el alba (Plaza&Janés). Se trata de la precuela de la saga Los pilares de la Tierra, el épico relato de la construcción de una catedral medieval publicada en 1989 y del que se han vendido 27 millones de ejemplares. En esta oportunidad, la trama se desarrolla entre el fin de la Edad Oscura y el comienzo de la Edad Media. Sus personajes se mueven en el ocaso de una época brutal y el comienzo de un nuevo tiempo. A través de ellos, Ken Follet muestra la violenta sociedad de la Gran Bretaña de entonces, amenazada por las invasiones vikingas.
El escritor regresa a Kingsbridge, el mundo que edificó en Los pilares de la tierra. Si en aquella primera entrega describía el siglo XII, avanzó hasta el XIV en Un mundo sin fin y al XV en Una columna de fuego, ahora, en Las tinieblas y el alba, retrocede al siglo XI. La trama se vale de tres grandes protagonistas: Ragna, una aristócrata normanda; Edgar, un brillante constructor de barcos que verá sus sueños despedazados por las invasiones vikingas y Alfred, un monje. Tras más de treinta años dedicados a su saga de la Edad Media, Follet vuelve al mundo que le gusta y que despliega una galería de secundarios a la manera de un tapiz.
Follet nació en Cardiff, Gales, pero cuando tenía diez años su familia se trasladó a Londres. Se licenció en filosofía en la Universidad de Londres y trabajó como reportero del South Wales Echo, el periódico de su ciudad natal. Más tarde consiguió trabajo en el Evening News de la capital inglesa y durante esta época publicó, sin mucho éxito, su primera novela. Dejó el periodismo y continuó escribiendo. Fue su undécima novela la que se convirtió en su primer gran éxito literario.
Desde su casa en Hertfordshire, donde vive con su esposa Barbara, exparlamentaria laborista por su circunscripción, el escritor británico conversa por videoconferencia con Vozpopuli. En esta conversación reflexiona sobre la necesidad de revisar el pasado, su percepción de lo femenino –las mujeres de sus historias son fuertes y se imponen- y también del papel de la novela histórica en la creación literaria actual.
¿Por qué una precuela de Los Pilares de la Tierra y no la continuación de Una Columna de Fuego?
Empecé a preguntarme cómo sería Kingsbridge antes de convertirse en una ciudad próspera e importante. Pensé en el periodo alrededor del año 1000. Era un punto de inflexión en la historia europea. Era el final de lo que llamaban en Inglaterra la Edad Oscura y el comienzo de la Edad Media. En ese mundo tres grupos luchaban y competían para dominar Inglaterra: los anglosajones, que vivían ahí; los vikingos, que atacaban constantemente con incursiones a Inglaterra y los normandos, que estaban al otro lado del canal de la mancha.
Con esos tres grupos había mucho material para escribir una novela. Quise saber cómo Kingsbridge se convirtió en la ciudad próspera de Los pilares de la tierra. Me parecía interesante. Porque siempre que hay progreso, hay conflicto. Hay personas que quieren que las cosas permanezcan de una manera y otras no. Kingsbridge y la evolución de Inglaterra me parecieron muy prometedores para un nuevo libro.
"Me preocupa mucho lo que estoy viendo: que haya líderes que no dicen la verdad, así como el ascenso de los nacionalismos en tantos países"
¿Con cuál de las dos sagas se siente más cómodo: con la trilogía sobre el siglo XX, The Century o Los Pilares de la Tierra?
Me siento muy cómodo en la Edad Media. La conozco bien. He escrito mucho sobre ella. Es un periodo que me encanta y supongo que es mi especialidad. Pero también disfruté mucho la trilogía The century. La escribí a lo largo de varios años. Entonces disfruté mucho y estoy muy orgulloso de ella. Nadie ha intentado retratar la historia de un siglo, salvo William Shakespeare. Fue el único que escribió ocho obras de teatro de forma consecutiva sobre el siglo XV. Es el único lo suficientemente loco como para relatar la historia completa de un siglo complejo. Aun así, prefiero la edad media. Es el periodo que más me gusta.
Ambas sagas reflejan injusticia, así como violencia política y social. Suele decir que las sociedades avanzan dos pasos para adelante y uno para atrás, ¿el mundo actual obedece a esa lógica?
Creo que seguimos progresando y espero que lo que está ocurriendo ahora mismo sea el paso hacia atrás y no algo permanente. Me preocupa mucho lo que estoy viendo: que haya líderes que no digan la verdad, así como el ascenso de los nacionalismos en tantos países, todo lo que está ocurriendo es negativo. Pero pienso que es temporal. Pronto volveremos a la senda donde estábamos y seguiremos para ser una sociedad más próspera y mejor.
Para Las tinieblas y el Alba se inspiró en el Tapiz de Bayeux, del siglo XI. Los vikingos y normandos no dejaron muchos testimonios escritos. ¿Cómo influyó en la escritura?
Fue más difícil crear ese trasfondo de la historia. Tuve que buscar constantemente detalles pequeños, pero significativos que pudiesen meter al lector en ese periodo. No pude incluir tantos detalles como me hubiese gustado. Por ejemplo, la ropa ¿Cómo vestía un granjero?, ¿un constructor?, ¿un albañil? Entiendo que usaban algo parecido a un sayo marrón, pero eso me parecía muy aburrido. Yo quería que la ropa reflejara la personalidad de cada quien y el tiempo en el que vivían. Busqué por todos lados cómo era la ropa interior de la gente. No lo conseguí, así que tuve que inventármelo. En cuanto al argumento tenía todo lo que necesitaba. Por ejemplo, los tribunales: sabía cómo funcionaban y cómo eran, aunque faltaran detalles conocía lo general. O la moneda, cómo se forjaba, también los matrimonios, el monasterio, la catedral. Todo ese material sí que está disponible.
"Comencé a pensar que era posible escribir una historia sobre una catedral. Que fuese algo especial, el tipo de historia que la gente recordará"
¿Qué lo llevó a pasar de las novelas de sus primeras novelas de suspenso como Triple (1979), Las Alas del Águila (1983), o La Clave está en Rebeca (1980), por la novela histórica?
Escribía novelas de suspense en los setenta y comienzos de los ochenta y al mismo tiempo me interesaba el tema de las catedrales, porque las visitaba mucho. Leí bastante sobre ellas y aprendí cómo eran, quiénes las construyeron. Comencé a pensar que era posible escribir una historia sobre una catedral. Que fuese algo especial, el tipo de historia que la gente recordará. Leo mucha novela de suspense, pero una vez que la acabo, olvido por completo el argumento. Yo quería escribir el tipo de novela que la gente nunca olvidara. Quiero una idea genial, pensaba, y de hecho sigo pensando que es mi mejor idea. Quería escribir esa novela concreta: Los pilares de la tierra, y esta convicción me empujó a escribirla.
En un tiempo de populismo, reescritura de la historia y derribo de estatuas ¿cómo puede encarar un autor la novela histórica?
En primer lugar, sobre lo del derribar estatuas. Tenemos que reevaluar constantemente la historia y hay que ser realistas al respecto. Con el paso de los años nos hemos dado cuenta de que estamos rindiendo homenaje a gente que hizo cosas muy malas: hombres ricos de la época victoriana, que también eran esclavistas. Cuando levantamos la estatua de un hombre así, y aunque sin duda hizo muchas cosas buenas con el dinero que ganó, también hizo otras terribles para ganarlo. Yo creo que debemos ser más realistas con nuestra historia. Quizá esa estatua no deba a estar en una plaza pública sino en un museo, porque ahí es posible comprender las cosas buenas y malas que hizo.
En cambio, en un lugar público, la estatua lo señala como un gran hombre que debe de ser respetado. Pero si eres alguien cuyos ancestros fueron esclavizados o masacrados por este hombre, entonces esa estatua es una ofensa y un insulto y cada vez que esa persona pase por ahí, seguirá sintiéndose insultado, porque hay un gesto de respeto a la persona que masacró a sus ancestros. Yo no creo que haya que hacer estatuas a esclavistas. No creo que estemos reescribiendo la historia, sino revaluándola.
"Yo no creo que haya que hacer estatuas a esclavistas. No creo que estemos reescribiendo la historia, sino revaluándola"
En ese razonamiento podríamos reescribir Otello o Carmen. Incluso retitular Diez negritos de Agatha Christie, ya ve.
¿Y por qué no? Diez negritos ya no se llama diez negritos. Se le ha dado otro título que no es racista. En el caso de Otello no es una obra de teatro racista. Una de las razones por las que Yago puede engañar a Otello es porque es extranjero y no es capaz de interpretar lo que pasa en la sociedad. No porque sea negro sino porque es extranjero. Da igual que fuese africano o no. Si hubiese sido sueco también habría tenido problemas para interpretar los signos que veían en esa sociedad.
Hay una obra de Shakespeare que sí me parece muy racista y antisemita, El mercader de Venecia. No me gusta verla. Siempre que la llevan a escena, los productores dicen que intentarán presentarla no como una obra de racista, pero lo es. Yo creo que sí, que todo esto se puede revisar. No se trata de tirar las cosas a la basura, y deberíamos ser capaces de ver aquello que está mal. Si alguien quiere representar El mercader de Venecia yo no voy a impedírselo, pero sigo pensando que es una obra de teatro racista. No hay ningún movimiento entre los judíos para que se prohíba su representación, así que en ese sentido no hay problema. Pero sí creo que deberíamos revisar nuestro pasado y nuestra ficción, y habría que verlo a la luz de la modernidad.
¿Tiene pensado hacer una precuela de The Century? ¿O ya considera por terminada esta saga?
La respuesta a tu pregunta es no lo sé. Eso sí, pocas veces digo ‘no’. Así que quizá sí que escriba una precuela a The century, o quizá la continuación, o incluso algo diferente. Lo importante para mí es que la historia sea interesante, que tenga un buen argumento, independientemente del tiempo histórico en el que ocurra, lo que me interesa es el relato.
¿Cuánto de Ken Follet hay en el Merthin de Una columna de fuego, el Jack Builder de Los pilares de la tierra, el Lloyd William de El invierno del mundo o el Edgard de Las Tinieblas y el alba?
La mayor parte de los personajes poseen algo pequeño de mí. Edgar es un joven talentoso que quiere hacer grandes cosas con su talento. Así era yo a los venti pocos años. Es alguien que valora la educación, los libros, todo lo intelectual. A mí me pasa igual. Hay una novela cuyo personaje es un ladrón de joyas y al escribir sobre él, digo que a él le gusta sacar una camisa del envoltorio, desdoblarla y ponérsela. Y esa es de las cosas que me gustan a mí. Les añado cosas muy pequeñas mías, pero nunca he creado un personaje basándome en mí mismo.
Sus personajes femeninos son fuertes, desenfadadas, libres y valientes. La Aliena de Shiring de Los pilares de la tierra, Caris Wooler en Un mundo sin fin, Carla von Ulrich de El invierno del mundo), y la Ragnar de The Evening and the Morning ¿Se considera un escritor feminista antes del #Metoo?
En los sesenta yo era adolescente, que es cuando surge la segunda oleada feminista. Estaba en la universidad y recuerdo muy bien que las mujeres comenzaron a decir que la forma en que se las trataba era sesgada e injusta. Y esas eran las mujeres que nos gustaban. Tenían nuestra edad. Queríamos quedar con ellas, incluso casarnos con ellas. Las escuchábamos y tenía mucho sentido lo que decían. Recuerdo que en aquella época, que era muy política, todos nos considerábamos iguales. Nos reuníamos y hablábamos y entonces algo dijo: ‘Si somos tan iguales por qué son siempre las chicas las que preparan el té’. Me di cuenta de que eso era injusto, no había razón para que no lo preparásemos nosotros.
Hoy es algo obvio, pero entonces no se veía así. Es un ejemplo sencillo, pero permite entender cómo mi generación sí comprendió y se adaptó, pero para la generación de mi padre fue mucho más difícil. Ellos tuvieron una especie de posición de superioridad con respecto a sus esposas y les resultó muy difícil cambiar eso. Mi padre no pudo, a mí me resultó fácil, cuando uno tiene 19 años acepta las cosas fácilmente, cuando tiene 50 años resulta mucho más difícil hacer las cosas de manera distinta a como lo ha hecho antes. Yo no digo que sea feminista, sencillamente me di cuenta que todas ellas decían cosas que eran verdad.
En los 60 todos nos considerábamos iguales. Nos reuníamos. Hasta que alguien dijo: ‘Si somos tan iguales por qué son siempre las chicas las que preparan el té’.
Volviendo al tema de las mujeres y la sexualidad, sus personajes femeninos son muy abiertos al momento de acercarse al hombre. Cabría pensar que en la edad media serían algo más cohibidas.
En primer lugar: en todas las épocas de la historia las mujeres no eran todas iguales, por supuesto que las había más tímidas o cohibidas, y otras más atrevidas. No veo por qué en la Edad Media las mujeres tuviesen que ser diferentes. Ahora hablamos mucho más de nuestra sexualidad. Imagino que en la Edad Media no sería algo tan común, pero sí estoy seguro de que habría muchas mujeres que cuando estaban con el hombre al que amaban serían más abiertas al sexo y otras serían más tímidas. Creo que tiene que ver más con la personalidad que con el periodo histórico que se trate. Hay hombres también muy tímidos y otros muy atrevidos. No hay normas.
En Las Tinieblas y el Alba señala las diferencias entre normados e ingleses. Los primeros son más “civilizados”, han prohibido la esclavitud, guardan la ley, mientras que la sociedad inglesa es más violenta, someten esclavos, sobornan... ¿Qué tan fiel a la realidad era esta dualidad?
Hay datos muy contundentes que indican que los normandos era una sociedad mucho más avanzada e incluso más fuertes militarmente. Otros autores e historiadores defienden que la cultura anglosajona era muy avanzada y sofisticada. Hay pocos datos científicos que apoyen ese argumento, aunque hay una discusión al respecto.
"Hay que emocionar a los lectores. Tanto en los libros cortos y los libros largos, pero todavía más en los largos, porque un libro largo aburrido es mortal"
En un mundo qué cada vez lee menos y con más rapidez, ¿cómo consigue mantener la atención del lector a lo largo de casi 1000 páginas?
El argumento tiene que ir avanzando cada cinco o seis páginas tiene que ocurrir algo que cambie la situación para los personajes, algo grande como un asesinato o pequeño, como una mentira. Pero tiene que aparecer algo que haga avanzar la historia. Y hay otra cosa, el lector tiene que implicarse emocionalmente ante lo que ocurre en la novela. Si hacen daño a alguien, el lector debe sentir indignación ante eso y si un personaje está triste, el lector tiene que ver cómo se le saltan las páginas. Se trata de reacciones emocionales ante la historia. Si esto ocurre, el libro funciona. Si no se consigue eso, le lector se va a aburrir- Y esto ocurre en los libros cortos y los libros largos, pero todavía más en los largos, porque un libro largo aburrido es mortal.
Luego del éxito de Los pilares de la tierra surgieron novelas que trataban de imitarla, por no decir que directamente la copiaban. ¿Cómo lo lleva?
Es un halago. Hay un dicho que dice: "la imitación es el halago más sincero. Es un signo de que lo estoy haciendo bien".