Opinión

La ausencia del Rey nos obliga a posicionarnos

Ignacio Parra, uno de los 62 jueces que están convocados este viernes para recoger sus despachos en Barcelona, escribe en 'Vozpópuli' sobre la polémica ausencia del Rey y el ambiente que se respira entre ellos.

  • Pedro Sánchez y Felipe VI

Al respecto de la ausencia del Rey en la entrega de despachos y detrás de todos los comunicados, de todas las noticias, de todas las reivindicaciones, tuits y de todos los rumores, estamos nosotros, los 62 jueces de la promoción 69 que por fin accedemos a la carrera judicial. Así que, por si a alguien le interesa, voy a tratar de exponer cómo estamos nosotros.

Pues bien, la sensación que yo percibo entre mis compañeros, a quienes no represento en este escrito y que me disculpen si me equivoco, es de tristeza o decepción generalizada con excepciones, pero los motivos y las reacciones son muy distintos.

Por un lado, cabe decir que la entrega de despachos es un acto que tradicionalmente se ha hecho acompañado de familia y amigos, con el reencuentro de los compañeros con quienes tanto se ha vivido y compartido desde que entramos en la Escuela Judicial de Barcelona, con el reencuentro con profesores y personal, y como acto formal de clausura de un largo viaje de muy duro estudio, sacrificio y formación. Y también es un acto en el que tradicionalmente el Rey hace la entrega de despachos, sea como símbolo institucional de relevancia constitucional o sea como jefe de estado y por mera tradición.

Todo ello sin explicaciones o con suposiciones respecto al porqué, pero ninguna oficial. Nada

Este año, las circunstancias ya de por sí no acompañaban al acto: por la covid y su riesgo de contagio, por el carácter inmediato de la comunicación del acto – a apenas una semana – y la necesidad de desplazamiento por un día a Barcelona, por la responsabilidad de dejar los juzgados que actualmente sustituimos o reforzamos en la mejor condición posible, por las responsabilidades derivadas del distanciamiento social entre compañeros y amigos, por la estancia en las instalaciones de la Escuela Judicial – nuestra casa - limitada, por la ausencia de familia y amigos que son una de las patas esenciales del acto, etcétera. Pero las circunstancias son las que son, y lo son para todos.

Sin embargo, a todo ello se ha sumado, a tres o cuatro días del acto y conociéndolo a través de medios de comunicación de forma sorpresiva, que el Rey no va a ir a un evento al que tradicional e históricamente ha ido. Y todo ello sin explicaciones o con suposiciones respecto al porqué, pero ninguna oficial. Nada.

En este contexto, la posición de los compañeros de promoción es muy diversa:

Los hay quienes consideran que es un acto personal, o institucional, pero en el que nosotros somos los protagonistas y, por lo tanto, en el que podemos ir a disfrutar de nuestro día de acceso formal a la carrera judicial, en el que no somos organizadores, sino protagonistas o invitados; que deberíamos dejar esta cuestión a un margen y tratar de hacer el día nuestro y con los nuestros, independientemente del porqué de esa ausencia y de las circunstancias; y que no ir es perjudicarnos a nosotros mismos.

Los hay quienes no desean acudir por el carácter descafeinado del acto: sin familia, sin esa tradición o símbolo y en circunstancias que no invitan a acudir; y quienes simplemente y por motivos personales, sean los que sean y relacionados o no con covid o asistencia del Rey y el carácter del acto, no pueden o no desean acudir.

Se suele caer en el simplismo

Y, por supuesto, también los hay quienes consideran que el acto es institucional y que los símbolos constitucionales también son importantes, que es el acto formal de acceso a un poder del Estado y que, aunque siempre haya sido ninguneado, es importante respetar; y que sea por los motivos que sea, el acto ya está manchado y politizado desde fuera: con el foco sobre nosotros; que no ir es una cuestión de defensa institucional del cargo y de plantar cara frente a quienes usan una cuestión como esta y a nosotros como moneda de cambio política.

En cualquier caso y desde fuera, se suele caer en el simplismo de si es una cuestión de si Rey sí o Rey no, del “los jueces conservadores y monárquicos que se rebelan” o del “los juececillos cobardes que agachan la cabeza y pasan por el aro de los intereses políticos”.

Sin embargo, creo que nosotros nos sentimos en una tesitura muy difícil que, desde el respeto y cariño, nos tiene separados; pues sin explicación alguna sobre motivos y a apenas unos días de un acto de tantísima importancia, evidentemente personal para todos los que por convicción, con esfuerzo y con compromiso hemos llegado aquí, se nos deja en la situación de tener que posicionarnos y tomar una decisión del todo personal por las convicciones o ilusiones de cada uno; en una posición en la que yo creo que no nos deberían haber dejado en un día que, lamentablemente, no va a ser, por unas razones u otras, como todos imaginábamos cuando decidimos invertir lo invertido en llegar hasta aquí.

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