La jornada que se vivió este lunes en la sede del PP vasco de Vitoria será largamente recordada por sus protagonistas. Lágrimas y aplausos para despedir al dimisionario Alfonso Alonso el día en que se comprobó que el cambio en la estrategia electoral del partido es casi total. El nuevo candidato a lehendakari de los populares, Carlos Iturgaiz, se lanzaba a pescar entre los votantes del PSE descontentos, como su antecesor, pero asimismo hacía hincapié en tratar de seducir a quienes votan a Vox.
El nivel de esta crisis del PP vasco no tiene precedentes. El pulso de Génova a Alonso, en general, y el abrupto desenlace, en particular, han agrietado al partido internamente sobremanera. Dos almas frente a frente. La mayoría de los dirigentes actuales respaldaban sin fisuras al dimisionario. Pero otros están contentos con el cambio y hasta exhiben su sintonía con la dirección nacional que encabeza Pablo Casado.
A la llegada a la sede de la formación abundaban los gestos serios y las caras largas. Un histórico de los populares en Euskadi como Ramón Rabanera, padre político del dimisionario, anunciaba que también deja el partido donde, como su discípulo, ha estado "toda la vida". Otros como Iñaki Oyarzabal no escondían su decepción por lo sucedido, mostraban su apoyo a Alonso y preferían no valorar la actuación de Génova. Sin embargo, algunos como Raquel González, presidenta del PP vizcaíno y casadista confesa, celebraba la elección del nuevo candidato.
Lágrimas y aplausos
Lo sucedido en la puerta era solo el aperitivo de una tarde de emociones fuertes. Cuando Alonso anunció su dimisión ante la Junta Directiva, sus compañeros de filas se pusieron en pie y le tributaron un caluroso aplauso de despedida. A algunos se les escapaban las lágrimas. Una de las que no podía contener la emoción era la secretaria general, Amaya Fernández, que ahora se ocupará de gestionar el partido hasta el congreso que elige a la dirección.
Pesos pesados del PP vasco como Carmelo Barrio, Leopoldo Barreda o el citado Rabanera también aplaudían con caras de circunstancias. En la Junta Directiva, como es lógico, la mayoría respaldaba a Alonso. Este último se marchaba -"no sé a qué me voy a dedicar"- pidiendo a todos que sigan luchando por el partido. Se emocionó cuando anunció su dimisión a sus compañeros y se volvió a emocionar cuando habló ante la prensa.
Una guerra que duró meses
"La palabra que quizás mejor expresa la situación del partido es desconcierto", aseguraba un dirigente este lunes. Sobre todo están desconcertados los más cercanos a Alonso, que solo hace unos meses celebraban la convención que montó el partido para renovar su discurso. Allí acudió Casado para respaldar al líder públicamente y sofocar así las primeras llamas del incendio.
Ese cambio de discurso y la configuración de las listas electorales para las citas del pasado año ya evidenciaron las fuertes desavenencias entre la dirección nacional de Casado y la dirección vasca encabezada por el sorayista Alonso. La apuesta inequívoca de Génova por tender la mano a Vox chocaba con la estrategia de los populares vascos. Durante muchos meses ambas partes intentaron disimular las fricciones. Pero la guerra seguía latente y pasó a ser insoportable durante las dos últimas semanas.
Como adelantó este periódico, un sector de Génova pretendía acabar con Alonso y apostar por un revulsivo para la candidatura del 5-A. Por ello, Casado se resistía a confirmarlo como candidato. El adelanto electoral y la rebelión del PP vasco provocaron que Alonso fuera ratificado por el presidente del PP. Parecía apagarse la pelea, pero finalmente la negociación de la coalición electoral con Ciudadanos dinamitó todos los puentes. Y este domingo llegó la abrupta elección de Iturgaiz en detrimento de Alonso que solo podía desembocar en la dimisión de este lunes.
Dicha elección desconcierta a los partidarios de Alonso y a otros que ya no están como Borja Sémper. Pero no desconcierta a otros en el partido como la citada Raquel González, la única diputada del PP vasco en el Congreso, Bea Fanjul, a la que muchos ya señalan como futura presidenta, o el cabeza de lista por Guipúzcoa en las dos últimas elecciones generales, Íñigo Arcauz, cercano a Casado y al que muchos ven como el urdidor del plan para acabar con Alonso.
La estrategia de Iturgaiz
Fiel a lo que siempre ha defendido, el candidato designado por Génova se estrenaba este lunes por la mañana, pocas horas antes de que se confirmase la marcha de Alonso, con un discurso de oposición frontal a todo el nacionalismo vasco. Y con guiños a los votantes de Vox. En varias de sus múltiples entrevistas, afirmaba que "hay muchos ciudadanos vascos que en su día votaron al PP y luego a Vox que tienen que saber que si esta vez votan PP-Ciudadanos van a estar muy cómodos porque vamos a defender cosas muy parecidas".
Iturgaiz no esconde que pretende atraerse a quienes votaron a Vox en Euskadi en las dos elecciones generales del pasado año. Pero los números dicen que no son tantos ciudadanos (28.000 votos en cada cita con las urnas). Para salvar los muebles el 5-A y para engordar su electorado, el candidato necesita más apoyos. Y, aunque pueda parecer contradictorio, también quiere pescar en el caladero del PSE.
Para acercarse a los vascos que se sientan constitucionalistas y estén descontentos con el Gobierno de Pedro Sánchez, el candidato de PP+Cs lanzaba duras críticas al Ejecutivo y remarcaba que "en el PP vasco nos hemos quedado solos en el proyecto en la defensa de las libertades, la Constitución y la unidad de España porque, desgraciadamente, el Partido Socialista se ha descabalgado de esa idea". Un tono, un estilo y una estrategia muy distinta a la del caído Alonso.