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Los insectos avalan que Abuín volvió al pozo para hundir el cuerpo de Diana Quer

El estado de las pupas de los insectos permite determinar que el cuerpo de la joven no siempre estuvo bajo el agua, sino que pasó un tiempo en la superficie, el momento en el que las moscas llegaron a él

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El juicio por la muerte de Diana Quer fue hoy el escenario de un sangriento combate entre ciencia y seudociencia. La rotundidad de la entomología forense frente al realismo mágico de la psicología de la escritura. La solvencia de las fases del desarrollo de una mosca en un cadáver frente a la interpretación de los palotes de una letra 'q' manuscrita en la personalidad de Abuín. El jurado asistió al combate y a la inequívoca toma de postura del presidente del tribunal, Ángel Pantín, que dejó muy claro que en su sala la seudociencia no tiene cabida.

El representante de la psicología de la escritura, Rafael Cruz, propuesto por la acusación particular, dijo que tras analizar las grafías de Abuín había llegado a una serie de conclusiones, tan tajantes como que tenía "una personalidad marcada hacia la violencia sexual", "una falta de control de los impulsos" o "una carencia de ética y conciencia sobre el daño hecho". Y, para rematar, aseguró al jurado que "es un absoluto depredador sexual que, con absoluta seguridad, seguirá ejerciendo la violencia".

Todo había sido un paseo para el grafólogo, que, ya crecido, dijo que "la escritura es la mejor fotografía del ser humano", hasta que llegó el turno de María Fernanda Álvarez, la abogada defensora de Abuín. La primera andanada llegó pronto, interrogando al perito sobre su formación y sobre la homologación o no de sus estudios en España, un país que aún no contempla, al menos de forma oficial, la especialidad de Rafael Cruz. Y la segunda gran andanada retumbó en la sala: "Por la escritura de mi cliente usted dice poder afirmar que es un depredador sexual. ¿Puede determinar si es zurdo o diestro?". "No", dijo lacónicamente el perito. A partir de ahí, el combate no tuvo descanso.

El estado de las pupas de los insectos permite determinar que el cuerpo de la joven no siempre estuvo bajo el agua, sino que pasó un tiempo en la superficie

La abogada dejó entrever las costuras de una disciplina sin trayectoria en los tribunales y quiso demostrar que lo que había hecho Cruz era un informe sobre Abuín conociendo todos los detalles de sus delitos y, sencillamente, ajustó sus conclusiones a lo que sabía. El perito se defendió hablando de la presión de las letras, la escritura paralela, los ángulos ovalados y los rabos de la 'g', síntomas todos ellos, según él, de distintos rasgos. El presidente del tribunal dejó clara su postura: "Explique algo para que entendamos algo" o "¿en cinco folios usted no ha encontrado ni un rasgo positivo del acusado?".

Las pupas de insectos, determinantes

Cuando Rafael Cruz empezó a hablar de palos de las letras, en la sala aún resonaba el testimonio de la doctora Magaña, una antropóloga forense que estudió las pupas de insecto que había en el cuerpo de Diana Quer. El estado de las mismas permite determinar que el cuerpo de la joven no siempre estuvo bajo el agua, sino que pasó un tiempo en la superficie, el momento en el que las moscas llegaron a él. De haber estado hundido, los insectos no habrían colonizado el cuerpo.

La forense, que calculó que el cadáver pudo estar veinte días expuesto, dio todo tipo de explicaciones sobre el desarrollo de los dípteros, sus distintas fases y su supervivencia en todos los medios. Ciencia pura, que demuestra que Enrique Abuín acudió a la nave de Asados cuando toda España buscaba a Diana Quer para asegurarse de que el cuerpo no emergería del pozo en el que pasó casi 500 días. Tal y como mantienen Fiscalía y acusación particular.

'El Chicle' en el juicio por la muerte de Diana Quer

Sin signos de arrepentimiento

La sesión se cerró con cuatro médicas y psicólogas que se entrevistaron con el acusado para determinar su imputabilidad. Su principal conclusión es que Abuín no presenta signos de arrepentimiento ni sufrimiento emocional alguno por su crimen y que tiene una buena capacidad de control de sus impulsos y de su ira. Antes de irse, el presidente del tribunal, Ángel Pantín, quiso rematar al grafólogo: "¿Qué validez científica tiene la psicología de la escritura?". Con mayor o menor corrección política, todas coincidieron en sus respuestas: ninguna.

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