Se estrecha el cerco sobre la industria del vapeo, un negocio que en nuestro país que ya mueve cerca de 90 millones de euros al año y no para de crecer. A pesar de las polémicas surgidas en los últimos días, consumidores y fabricantes se defienden: creen que este tipo de campañas sólo aumentan la desinformación ya existente sobre un tipo de productos que continúa siendo un gran desconocido para el público general.
Este mismo miércoles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciaba que planea prohibir la comercialización de cigarrillos electrónicos con sabores, como respuesta a la muerte de al menos seis personas por una patología pulmonar desconocida hasta la fecha que supuestamente guarda relación con el uso de estos dispositivos.
En nuestro país, hace algo más de una semana, el Ministerio de Sanidad lanzó una campaña contra el tabaquismo bajo el eslogan: "Que no te engañen, el tabaco ata y te mata en todas sus formas". Un spot para televisión, radio e Internet, así como pósters y banners en los que se equiparan los efectos del tabaco con el de los vápers, pipas de agua y cigarrillos electrónicos. Es la primera vez que desde el Ministerio ponen en marcha una campaña contra el tabaquismo en la que incluyen este tipo de productos de manera específica.
Ambas medidas están plagadas de controversia, ya que ni médicos ni expertos a nivel internacional parecen ponerse de acuerdo sobre los riesgos reales que conllevan el uso de estos dispositivos. Lo que sí han conseguido es reabrir una vez más el debate sobre su regulación, consumo y peligros para la salud.
Mientras las autoridades españolas y norteamericanas se han posicionado en contra, en Reino Unido, por el contrario, desde el Ministerio de Sanidad británico se lanzó hace meses una campaña mediática similar a la de Carcedo, pero con un mensaje completamente diferente: vapear o fumar cigarrillos electrónicos no sólo puede ser una alternativa al tabaco, sino que puede ser una forma de dejar de fumar.
Desde la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo han puesto el ejemplo británico para denunciar el alarmismo que genera la campaña. "Creemos que Sanidad se equivoca gravemente a la hora de tratar de igual manera los productos sin humo ni combustión con el tabaco de toda la vida. Si esto fuera así, ¿por qué un país líder en la lucha contra el tabaquismo como Reino Unido está apostando por estos productos en sus planes de tabaquismo?", señalaba esta semana su portavoz, Fernando Fernández Bueno, cirujano oncológico del hospital Gómez Ulla.
"España está cerrando la puerta al desarrollo de unos productos que se han demostrado eficaces sobre todo entre fumadores recurrentes en la lucha contra el tabaquismo como complemento a los esfuerzos en prevención y cesación. Necesitamos esa tercera vía", añadía.
Según el último estudio elaborado por Sigma Dos, el 96,3% de los vapeadores españoles usa el cigarrillo electrónico como alternativa al cigarrillo convencional y hasta el 69,8% ha sustituido completamente el hábito de fumar gracias al cigarrillo electrónico, mientras que el 26,5% ha reducido sustancialmente su consumo de cigarrillos convencionales. Lo que no incluye el estudio es el número de personas que han comenzado a vapear sin ser fumadores previamente.
“Fumar y vapear no son lo mismo”
En España, desde Provap (Asociación de Profesionales del Vapeo) aplauden la decisión de Carcedo de poner en marcha una campaña contra el tabaquismo, pero creen que ha sido totalmente desacertada y que sólo produce confusión. “Yo creo que de verdad no hay ningún afán de hacer el mal, sino lo que hay es un error de esa información lanzada desde el Ministerio y el error radica simplemente en que los productos de vapeo no son tabaco”, explica su portavoz, Borja Vidaurre.
Según datos de la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV), el número de usuarios que ha dejado el tabaco y ha decidido vapear sigue en aumento y se estima que, de continuar la tendencia actual, a final de 2019 superará en España las 600.000 personas. Desde UPEV se manifiestan en el mismo sentido que Vidaurre. Apoyan “el esfuerzo del Ministerio de alejar a los menores del vapeo” mediante la campaña, pero aseguran que está mal planteada por equiparar el vapeo con fumar.
Vidaurre critica que las autoridades sanitarias han “metido en el mismo saco” a toda una amalgama de productos que no son equiparables al tabaco tradicional. “Se mete en el mismo saco a productos que son distintos y que por tanto, se tienen que tratar de manera diferente. El vapeo no es tabaco”, alega.
Millones de inversión
Lo cierto es que dentro de lo que popularmente se conoce como cigarrillos electrónicos hay toda una serie de dispositivos que difieren mucho entre sí: por un lado están los vaporizadores, que expulsan vapor y pueden o no contener nicotina. Los cigarrillos electrónicos, por otro lado, pueden ser con líquido o no y pueden incluir o no tabaco. Por otro lado está el tabaco calentado, que contiene el mismo tipo de hoja que el tradicional pero no llega a quemarse, reduciendo así -supuestamente- el daño pulmonar de su consumidor.
Y cada día aparecen más tipos de productos. Por ejemplo, en los últimos siete años, British American Tobacco, una de las compañías más importantes de la industria tabaquera, ha invertido más de 2.500 millones de dólares en el desarrollo de nuevos dispositivos de este tipo.
El principal argumento que utilizan los fabricantes para defender su producto es que tanto los cigarrillos electrónicos como los vaporizadores resultan menos dañinos que los cigarrillos convencionales. Al menos así lo demuestran decenas de estudios financiados por las propias empresas tabacaleras. "Es algo totalmente obvio, pero parece que no se comprende así: un vaporizador no es lo mismo que un cigarrillo electrónico, igual que no lo es un parche de nicotina”, asegura Vidaurre.
La comunidad médica, en contra
Sin embargo, parece que en gran parte de la comunidad médica, así como entre las autoridades sanitarias de nuestro país, su argumentario no termina de calar. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), mantiene su "posición de alerta" ante estos dispositivos y aplaude la campaña de Sanidad, así como la decisión de Trump.
"Desde 2013, nuestra Sociedad científica, que reúne a más de 4.000 profesionales de la salud respiratoria, se ha posicionado en contra de estos dispositivos en cuanto a que contienen sustancias toxicas y nocivas para la salud y no deben ser utilizados", aseguraba el Dr. Carlos A. Jiménez-Ruiz, presidente de SEPAR, en un comunicado.
En ese sentido, aseguran que "el uso de estos dispositivos es nocivo para la salud", aunque reconocen que "la evidencia científica existente" no les permite conocer cuáles pueden ser sus efectos a largo plazo, por lo que no descartan que se produzcan casos como los de Estados Unidos, algo que desde UPEV y Provap descartan, ya que en España la legislación es mucho más restrictiva. Sea como fuere, el debate continúa abierto.