La DANA que barrió el pasado martes la provincia de Valencia (y que ayer hizo lo mismo en Castellón con algo menos de virulencia) ha convertido una franja de 200 kilómetros de terreno en una "zona de guerra": impracticable. Así la definen los integrantes de los servicios de Emergencia y la UME que están enfrentándose a una de las peores catástrofes a las que se han enfrentado jamás.
Las víctimas mortales oficialmente comunicadas hasta la noche de ayer son 155 en Valencia, y otras 3 más en Málaga, Albacete y Cuenca. En el caso del municipio de Letur se buscan a cinco personas desaparecidas, pero en la provincia de Valencia la incertidumbre es enorme.
Las personas sin localizar son decenas (centenares según el recuento de los alcaldes). Es por ello que la cifra final de fallecidos puede acabar siendo muy difícil de digerir, más aún de la enorme tragedia que ya suponen tantísimas pérdidas humanas.
Cadáveres en la vía pública
Para hacerse una idea al barrio de Orba en Alfafar (con 8.000 habitantes) todavía no se ha podido acceder y está junto al barranco del Poyo. El alcalde de esta localidad, Juan Ramón Adsuara, reconocía que "hay cadáveres en la vía pública tapados con una sábana y gente conviviendo con cadáveres dentro de sus domicilios". La UME y el Ejército se encontrarán ese panorama también en Paiporta y en zonas de Chiva y Cheste durante la jornada de hoy.
La distancia que hay entre la localidad de Utiel, donde descargó una descomunal tromba de agua, y la desembocadura del devastador río Magro –que tras unirse con el Júcar en Algemesí acaba con sus aguas en Cullera en la comarca de la Ribera– es de 120 kilómetros.
630 litros
Todas las poblaciones que hay entre esos dos puntos han sufrido en mayor o medida unos efectos demoledores por la riada del Magro y de las lluvias. En una de ellas, Turís, se registraron 630 litros por metro cuadrado que se añadieron al elevado caudal que ya bajaba desde el interior.
En la Ribera, donde por la mañana diluvió, por la tarde llegó el agua desde el interior y se sumó al desastre matutino. Algemesí, Carcaixent, Carlet (que sufrió un tornado), Catadau o Llombai fueron de los más afectados.
El camino a la Albufera
En paralelo y separado por apenas 13 kilómetros de distancia del río Magro el mismo tren de tormentas descargó con virulencia sobre Chiva (500 litros por metro cuadrado). Alimentó así el barranco de la localidad que después toma el nombre de Poyo y que acaba desembocando en la Albufera 40 kilómetros más hacia el litoral.
Esa segunda línea de agua destructora y viajando a gran velocidad afectó a todos los pueblos por los que pasa cerca o muy cerca. Es el caso del segundo municipio de la provincia, Torrent, que permanece casi aislado. Pero especialmente la devastación llegó a los situados en el área metropolitana al sur de la ciudad de Valencia y que están en la parte final del recorrido del barranco.
Destrucción muy elevada
Paiporta, Catarroja, Alfafar, Sedaví, Benetússer o Llocnou de la Corona, se parecen a lo que refleja muy fielmente la película 'Lo Imposible' tras el tsunami del océano Índico en 2004. La destrucción es absoluta: montañas de barro que esconden víctimas, árboles, ramas, coches apilados hasta en cuatro alturas y casas derrumbadas total o parcialmente y otras anegadas.
En esas condiciones la UME ha ido llegando a casi todos los municipios afectados. Llegar es una cosa, pero inspeccionar luego minuciosamente, sin antes poder retirar los escombros, es imposible. Hay barrios enteros de estas localidades que están congelados en el tiempo desde el pasado martes.
Los vecinos de Valencia no se pueden hacer a la idea de que en la mayor parte de la ciudad apenas cayeran cuatro gotas, al igual que en sus municipios vecinos y que, pese a ello todo está arrasado.
La violenta riada se cebó con muchos vecinos que al no llover tuvieron una falsa sensación de seguridad, pese a las alertas meteorológicas y ante la tardanza en la llega de los mensajes a la población que ahora son fruto de una larvada disputa política que cuando acabe el recuento de víctimas seguro que cobra mayor relieve.
Sin agua, luz ni comida
Parece increíble que los apenas 10 kilómetros que separan Valencia de Alfafar sean ahora un mundo y no se puede apenas llegar hasta allí. En la capital del Turia hay agua, electricidad, gas, telefonía, comida y medicamentos; en Alfafar –y en todos los municipios limítrofes– no hay nada de eso o de manera intermitente y absolutamente insuficiente.
A estos 160 kilómetros de zona casi aniquilada hay que unir todos los municipios afectados por el río Turia.
Entre Pedralba, donde cayeron casi 500 litros por metro cuadrado y la ciudad de Valencia hay otros 40 kilómetros. La crecida del río también se ha llevado casas por delante, inundado casco urbanos y ha sumado agua hasta el cauce nuevo que rodea la capital valenciana y que, por primera vez desde que se inauguró en 1973, se desbordó.
Trabajos muy costosos
En estas circunstancias dramáticas trabajan los equipos de emergencia que no dan a basto para inspeccionar todo y llevar ayuda a los vecinos. Por eso, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, solicitaba en la tarde de ayer la ayuda del Ejército porque empieza a haber movimientos de desesperación en los municipios afectados por la falta de agua y comida.
El pillaje de establecimientos es, en ocasiones, cometido por gente sin escrúpulos que aprovechan la situación de caos. En otras, sin embargo, son consecuencia de la falta de agua, alimentos y medicamentos y eso, con la llegada a la zona de más medios (paracaidistas y zapadores) debe paliarse.
Una actualización trágica
El lento goteo en la actualización de la cifra de fallecidos va a continuar en los próximos días porque un terreno de 200 kilómetros es enorme y la inspección de plantas bajas, casas rurales, diseminados, ascensores, coches, ríos y barrancos es inabarcable en un tiempo prudencial.
La fuerza de la DANA, que en Valencia tradicionalmente se conoce como gota fría, ha sido de tal calibre que las autoridades consultadas por este medio hablan de "muchos meses" para volver a recuperar una cierta normalidad.
Sin infraestructuras
Los nueve puentes que rodean Valencia por el norte y noroeste han caído o han resultado seriamente dañados. Sesenta carreteras autonómicas, provinciales, comarcales y locales sufren grandes desperfectos e infraestructuras estatales como la AP-7 o la A3 también han sufrido hundimientos de puentes, pasarelas y desprendimientos de tierras.
El avión parece ahora la forma más segura de salir de Valencia porque las carreteras son auténticas trampas donde todavía hay muchos vehículos atrapados y otros han quedado volcados después de ser arrastrados por la corriente y todavía no se han podido retirar. Por ello, se pide a la población que permanezca en casa.
Y el tren es peor. La previsión más optimista del ministro de Transportes, Óscar Puente, es recuperar el AVE en tres semanas. Las Cercanías es otra historia porque hay tres líneas severamente afectadas, especialmente la C3 donde las aguas han hecho desaparecer 45 kilómetros de la infraestructura ferroviaria. No hay nada.
La DANA deja pues un panorama desolador a los valencianos que no podrán volver a la normalidad de sus vidas en un tiempo que nadie se atreve a vaticinar.