La pasada noche hubo un claro protagonista. El rostro estadounidense del rock Iggy Pop llegó al recinto de Valdebebas de Madrid, cantó, actuó, dio su habitual clase magistral encima de un escenario y se marchó. Pop, cuyo nombre real es James Newell Osterberg Jr., con sus 72 años pasó por el Mad Cool Festival para reivindicar su indudable puesto entre las leyendas del rock.
Este jueves fue la primera jornada oficial del evento madrileño tras la fiesta de inauguración, la Welcome Party, que, contando con un aforo reducido, albergó a unas 40.000 personas. No obstante, la cantidad de personas que podían asistir a los conciertos este 11 de julio era de 75.000. ¿Cuántos acudieron? 47.471 personas, un 41% menos que la pasada edición.
El estadounidense subía a un escenario que no era el principal del evento a las 21.35 horas -inexplicable-, sin camiseta, pantalones negros ajustados y una melena que muchos querrían para interpretar sus temas más clásicos. Letras como las de 'I Wanna Be Your Dog', 'No Fun', 'I'm Sick of You' de sus queridos The Stooges o la popularizada 'The Passenger' y su "la, la, la, la" sonaron en el Mad Cool.
Que Iggy Pop es una leyenda es indudable y que su presencia transporta a otra década también. Es de los que hay que escuchar una vez en la vida en directo. Pop pasó por el O Son do Camiño (Galicia) el pasado 15 de junio, uno de los festivales con más empuje de la actualidad, que tuvo en esta segunda edición a 33.000 asistentes.
El de Muskegon (Míchigan) dio el contrapunto a un festival en el que las bandas emergentes comienzan a irrumpir con fuerza. Siempre hay ese espacio en el que grupos o voces de la historia de la música evocan aquellos tiempos que algunos recuerdan con melancolía.
El estrambótico y carismático Iggy Pop recordó más a los Depeche Mode: excentricidad, tablas y una voz más que curtida para cantar delante de miles de personas. Pocos se quedaron callados en ese "la, la, la, la" característico, aunque no todos los temas fueron tan bien acogidos ni coreados -gran parte del público es muy joven-.
Pop hizo lo que quiso ante el respetable, también se lo ha ganado, pero no hay que olvidar que se trata de un festival, formato en el que los tiempos son muy limitados -fue poco más de una hora de concierto- y no permite grandes fuegos artificiales ni desplegar todo lo que se tiene. Sin embargo, pocas actuaciones se han vivido hasta el momento -es pronto, sí-, comparables con los reyes de la elegancia Arctic Monkeys, liderados por el crooner Alex Turner o la puesta en escena de la diva del pop Dua Lipa.
Iggy Pop hizo lo que tenía que hacer, demostrar que a sus más de 70 años es otro de los que han creado marca en la música y a los que, aunque en algunas cosas flaqueé, no se le puede reprochar nada. Le gusta gustar, eso está claro.
Los hermanos Gallagher, la 'guerra' continúa
Casualidades de la vida, este jueves compartían jornada festivalera dos de los hermanos más polémicos de la historia de la música. Dos hermanos que no se hablan, que llegaron a odiarse, pero que situaron a Oasis al frente de la corriente del britpop allá por 1991.
Los Gallagher hicieron historia: 250.000 personas les esperaban en el que sería el primero de sus dos 'sold out' consecutivos en Knebworth en el 96.
En esta ocasión, los hermanos, ya con carreras en solitario, recorren ciudades para presentar sus trabajos. La de este jueves volvía a ser una batalla entre ambos y entre los festivales más competitivos. Por un lado estaba Noel (el mayor) con su banda, los High flying birds.
Tocó en Madrid y no desaprovechó la oportunidad para recordar su pasado en Oasis con temas como 'Wonderwall', 'Don’t look back in Anger' o 'Stop Crying Your Heart Out'. Tiró, además, de sus colegas británicos The Beatles con 'All You Need Is Love'.
Por su parte, Liam, que también pasó por España el pasado año igual que su hermano, estuvo en el Bilbao BBK. Allí, a buen seguro, ejerció de estrella del rock, como tiene acostumbrados. Ante 35.800 asistentes cantó 'Slide away', 'Roll with it' y 'Cigarettes & alcohol'. No dejó de sonar, también, 'Wonderwall', recogen los allí presentes. Acabaron mal -muy mal- en Oasis, pero cuesta creer que a ninguno le gustaría volver a aquellos tiempos.