O desayunamos o comeremos hoy sabiendo qué día podremos votar nuevo presidente del Gobierno; no se vislumbra de momento una presidenta, ya que perdió su oportunidad Soraya Sáenz de Santamaría, y por ahora ninguna mujer opta a dicho cargo. Empieza, por lo tanto, la cuenta atrás para otra aventura electoral; qué ganas, ¿no? Parece que fue ayer cuando acudíamos a las urnas; y es que tan solo han pasado poco más de dos años, pero aquí nos tienen acostumbrados a votar mucho. O somos demócratas en exceso o bien, como no nos gustan los resultados, queremos volver a jugar la partida hasta conseguir nuestro objetivo. Creo que lo segundo es lo más acertado.
Me pregunto quiénes ganamos ante unas nuevas elecciones si los ciudadanos o nuestros políticos. A priori, y tal y como están las cosas en estos momentos, gana la derecha si consigue aplicar lo sucedido en Andalucía a Madrid y por ese camino parece que van a ir. Y en paralelo a un juicio histórico que sienta en el banquillo a quienes no hace tanto eran representantes públicos catalanes, tenemos a los partidos independentistas presentes en el Congreso y a la derecha que se unen para decir NO a las cuentas de Sánchez. Cataluña nuevamente vuelve a perder otro tren. El tren del dialogo para conseguir lo que la mitad de ciudadanos quieren: la independencia. Jamás lo han tenido tan bien como ahora con Sánchez como presidente. Y además el tren económico: lo que la otra mitad de catalanes quieren, dejando de ingresar unos 2000 millones de euros que había previsto el Ejecutivo socialista en sus presupuestos. Sólo 100 millones iban destinados a la ciudad de Barcelona.
A este paso, cuando se escriba con perspectiva la historia reciente de este país de seguro contabilizaremos más campañas electorales que proyectos políticos
No sé si ganamos o perdemos, pero lo que sí que seguro se queda por el camino es la oportunidad de prosperar como país porque a cada contienda electoral son meses y meses que se pierden preparando y ejecutando campañas para ver quién se vende mejor y quien consigue más votos, dejando de lado la labor de gobierno. Se paralizan los proyectos, no hay leyes, no se legisla y la política sólo se centra en la dialéctica del a ver quién la dice más sonada o a ver quién se defiende mejor. La política se centra entonces en preparar entrevistas, debates, en pancartas, panfletos, en mensajes, en vídeos con mensajes destructivos contra el adversario. A eso se reducirá la política en los próximos meses. El Congreso colgará el cartel de cerrado en cuanto Sánchez convoque elecciones, poco más habrá que hacer por parte de los servidores públicos más que encerrarse en los despachos para establecer equipo y director de campaña y empezar a tomar decisiones de calado como son si esta vez hacen la campaña en los mercados, en los hospitales o subidos a los trenes de cercanías.
Se me ocurren mil ideas para unos y otros y para cuando se tenga que escribir la historia reciente de este país van a existir más campañas electorales que proyectos políticos aprobados y ejecutados. Da igual, mientras nos faltarán ayudas para aplicar la ley de dependencia, los servicios hospitalarios seguirán cada vez peor -según la Sociedad de Pediatría solo en Cataluña faltan unos 300 pediatras-, al no aprobarse los presupuestos, tampoco se aumentará el gasto social para revertir problemáticas como la violencia de género o la pobreza infantil. Pero qué más da, hay que seguir jugando la partida política a ver si esta vez los resultados obtenidos en las urnas satisfacen al personal y se abre la puerta a la estabilidad política que tanto nos falta.