A 60 kilómetros al noreste de Bamako, un camino de tierra color ocre desemboca en Boubacar Sada Sy, el centro de instrucción de las Fuerzas Armadas que el Gobierno de Mali construyó en la ciudad de Koulikoro. Allí, en uno de los márgenes del río Níger, cerca del Monte Keita, España acaba de desplegar más de la mitad de los 500 efectivos europeos que adiestran al futuro ejército del país africano bajo el paraguas de la misión EUTM Mali. La polvareda obliga a cerrar las ventanas, pero no impide apreciar cómo el desfile de mujeres ataviadas con faldas teñidas y turbantes a juego va dando paso a una hilera de uniformes militares.
Antes de entrar en la llamada "fábrica de batallones", a apenas 10 kilómetros de distancia, la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiladora ha levantado un centro social para formar a las mujeres en talleres de confección, cocina, peluquería, tatuajes y maquillaje, además de economía familiar y cooperativismo. Se consideran "primas hermanas" de la comunidad de María Inmaculada, a la que pertenece la monja colombiana Gloria Cecilia Narváez, secuestrada por un grupo yihadista hace un año, por lo que son conscientes del peligro que supone el avance terrorista desde el norte a la zona centro del país.
A apenas 10 kilómetros de distancia, las Hermanas Franciscanas han levantado un centro social para formar a las mujeres en talleres
"En Mali hay 200 religiosas extranjeras, es una realidad que nos afecta a todas. La prueba de vida de Gloria Cecilia no nos asegura nada, pero nos tranquiliza. Aunque tomamos más precauciones, seguimos con la misma alegría y ganas de mejorar el futuro de las mujeres", reconoce Janeth Aguirre, superiora colombiana en el Centro de Promoción Femenina Madre María Bernarda de Koulikoro. Está muy agradecida a Manos Unidas, al Principado de Asturias y al Ministerio de Defensa de España por financiar el centro "y cambiar la vida de varias mujeres".
España pone los medios para que las malienses del lugar avancen, según explica el comandante Corsino, quien está a cargo de la Cooperación Cívico-Militar (CIMIC), pero el contingente español vecino está "convencido" de que estar cerca de las hermanas les contagia de "energía" durante su estancia en el campo de adiestramiento militar. Los "talleres" que les toca impartir nada tienen que ver con la costura o la economía ni sus "alumnos" se dirigen al mismo destino.
En Boubacar Sada Sy hay cursos de tiradores selectos, de control táctico aéreo, de tiro con mortero y de apoyos de fuego, de operaciones especiales y también de liderazgo. La misión europea ya ha entrenado más de 11.500 soldados -un tercio del devastado ejército maliense- y ha adiestrado a ocho Grupos Tácticos Inter-armas (GTIA), cinco de ellos incluso han recibido reentrenamiento.
25 países europeos
"Es la primera vez que España asume el mando en esta misión de la UE, hay adiestradores de 25 países europeos. Respondemos a lo que el Ejército local nos demanda, pero nosotros no les proporcionamos material, lo tienen que traer ellos. Si hacemos un curso de francotirador, ellos tienen que traer los rifles, los binoculares y la munición", explica subido en un RG-31 el teniente coronel Ignacio Olazabal Elorz, jefe del contingente español en el país africano. "La situación aquí es de calma, pero muy volátil. Es una misión no ejecutiva, así que sin protección ningún efectivo hará nada. Hay 259 españoles, más de la mitad de la misión", advierte el navarro.
Además de la misión de la UE, el campo de entrenamiento acoge a la Academia Militar Interarmas y a la Escuela de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas malienses, por lo que es el Gobierno maliense quien controla quiénes entran y salen. Esto explicaría la presencia de niñas y niños correteando de vez en cuando cerca del cementerio militar o trabajando en pequeñas cocinas para vender comida a los cadetes.
EUTM- Mali cuenta con intérpretes que transmiten las órdenes del inglés al bambara, lengua mandinga hablada por 10 M. de personas en Mali
A pocos kilómetros de las instalaciones del centro, donde los soldados europeos han colgado por cada rincón banderas de sus países que lidian con el desgaste del sol, Javier Jiménez capitanea el equipo de instructores de tiro con mortero y apoyos de fuego. "Tenemos seis instructores para un grupo de 30 soldados. Nos levantamos a las seis de la mañana, vamos a correr, desayunamos y practicamos", explica el cordobés.
Jímenez asegura que entre ellos y los soldados malienses ha habido "empatía desde primera hora". Una empatía a la que ayudan los intérpretes que transmiten las órdenes del inglés al bambara, lengua mandinga hablada por 10 millones de personas en Mali. El contacto con españoles ha provocado que los malienses aprendan un puñado de expresiones de la jerga militar y cuando quieren decir que han dejado algo en perfectas condiciones, algunos se atreven con frases como "sargento, esto está 'matizao'".
El capitán de Caballería Miguel Ángel García Gabaldón explica los soldados españoles tienen la "moral muy alta" durante el máximo de seis meses que suele durar su trabajo en la misión. "Puede que el último mes se haga más pesado, pero como personal del último contingente y hay que hacer el relevo, se pasa rápido. La familia es la que peor lo lleva porque, por mucho que les expliquemos que no acompañamos a los malienses en sus misiones, ellos no lo ven", reconoce. Y añade que la 'Force Protection' está compuesta por un 60% de militares pertenecientes a la Legión y un 40% a la Infantería de Marina.
Mientras los soldados españoles van haciendo relevos para formar al futuro ejército del país magrebí, los malienses no tienen más alternativa que desplazarse al santuario terrorista en el que se ha convertido todo el norte de este fracturado estado. Pese a la escasez de recursos de los que disponen, tratan de frenar el avance de los muy bien armados yihadistas, que van conquistando terreno ayudados por unas fronteras cada vez más permeables. La vuelta a casa de los batallones malienses, amalgama de tribus, etnias y religiones, no está tan garantizada.