Opinión

El aviso de Milei

Después de estar los últimos diez días en Argentina, en Buenos Aires sobre todo, no quisiera parecerme a aquel periodista que se marchó a Moscú para hacer un negocio, vivió allí una semana y escribió un libro sobre la Perestroika. El libro, pueden i

  • El presidente del Gobierno de Argentina, Javier Milei -

Después de estar los últimos diez días en Argentina, en Buenos Aires sobre todo, no quisiera parecerme a aquel periodista que se marchó a Moscú para hacer un negocio, vivió allí una semana y escribió un libro sobre la Perestroika. El libro, pueden imaginarlo, terminó su recorrido en las estanterías de los Vips a 100 pesetas el ejemplar. Sería muy presuntuoso decirles que una semana y media dan para saber algo de Argentina cuando los mismos argentinos dan explicaciones tan diferentes, pero no tan disparatadas, sobre las causas de sus males.

Días atrás conocí a un alto cargo de la administración con un pie en la jubilación que, con toda la naturalidad del mundo, me contaba tener contratados los servicios de un sicólogo, lo que está muy bien, y de un tarotista. Cuando le pregunté si al de las cartas le pagaba, me miró como si no entendiera la pregunta: Pues claro, dijo, acierta más que el sicólogo.

Con todas estas prevenciones, explicar lo que allí está pasando es una tarea compleja, cuando no imposible. Me atrevo sin embargo a afirmar que la asunción de Javier Milei a la presidencia de la República es algo más que la llegada de la extrema derecha al gobierno, que es como lo explica o lo quiere ver algún periódico en España. El país, en concreto, encasilla de esta forma al nuevo presidente, y lo trata como si fuera Orban o Bolsonaro. Ni siquiera está en la órbita de Abascal. Milei es bastante más inteligente y astuto que estos tres. Y si a alguien de los que por allí han estado se parece es a Zelenski, los dos dominan las tablas del escenario perfectamente. El de Ucrania antes de presidente era actor. El de Argentina, antes de llegar a la Casa Rosada, reventó todos los platós de la televisión explicando lo que había que hacer con el país. Y a pesar de lo estrafalario y patético de su presentación con la motosierra en la mano, resultó que lo creyeron más, mucho más que a los llamados partidos convencionales, si es que allí algo cabe en la palabra convencional.

Milei no es el mal, en todo caso es la consecuencia del mal gobierno instalado en aquel país hace muchos años. Es también el colorario de muchos años de corrupción, gobiernos desconectados de la calle, políticas absurdas para subvencionar lo más necesario, gasolina, luz, agua, transporte...

Milei es también un pragmático de libro, un tipo sin miedo al ridículo y con valentía para decir la verdad que sus antecesores escondieron, que se acabó la plata y que habrá que sufrir un par de años

Si Milei es de extrema derecha es algo que a la mayoría de los argentinos no le ha importado a la hora de votarlo. No queda rastro de la ideología cuando todo es corrupción que nadie termina pagando. Cierto, es un libertario, un ultraliberal que quiere tener al Estado cuanto más lejos, mejor. Pero es también un pragmático de libro, un tipo sin miedo al ridículo y con valentía para decir la verdad que sus antecesores escondieron, que se acabó la plata y que habrá que sufrir un par de años.

Los argentinos no creen en nada de lo que les han dado durante estos años. Han votado a Milei como último recurso, y saben que después sólo está el precipicio. Años de políticas económicas subvencionadas, peronismo insensato y mentiroso acompañado de una justicia mediatizada y en manos de la política, han hecho que Javier Milei llegue al poder. Las leyes no se cumplen y los políticos que roban no terminar encarcelados. Ni lo van a estar. Y ya se sabe que cuando las leyes no se cumplen y los políticos de siempre ya no sirven y la economía está rota, un país como Argentina tiene pocas opciones.

Hace ya décadas que Enrique Santos Discépolo escribiera la letra de uno de los tangos más populares, Cambalache, y sigue siendo tan actual como el primer día que lo cantó Carlos Gardel: Si es lo mismo el que labura / Noche y día como un buey/ Que el que vive de las minas/ Que el que mata, que el que cura/ O está fuera de la ley.

Allí el debate ideológico está ausente, lo que resulta normal en un lugar en el que el nivel de pobreza se acerca lastimosamente al cincuenta por ciento. Primero comer, luego la plata

Por la misma razón que me resulta imposible contarles la realidad de Argentina, un país que llego a estar entre las 20 economías del mundo, y en algún tiempo por delante de Alemania, tiendo a ser prudente a la hora de sacar alguna conclusión que sirva tanto aquí como allá. Hables con quien hables, allí el debate ideológico está ausente, lo que resulta normal en un lugar en el que el nivel de pobreza se acerca lastimosamente al cincuenta por ciento. Primero comer, luego la plata. No hay otra cosa que desprecio por la política convencional que agotó todo su crédito año tras año instalada en la mentira y conducida por políticos chorros (ladrones). El peronismo se lo pondrá difícil a Milei, pero la calle ya no está para experimentos.

Este mismo alto cargo de la administración del que les he hablado me deseaba lo mejor cuando supo que Alberto Fernández, el último muñeco que colocó en la presidencia Cristina Fernández de Kirchner, ha sido contratado por una Universidad para dar clase en Mallorca. “Hagame caso, vos sabés que en política la mixtura de la indecencia es una bomba dinamitera, por Dios que no se vean, que no se junte con Pedro Sánchez, que de ese quilombo no se vuelve.”

Políticos corruptos

Años de demagogia y populismo para que ahora califiquen a Milei de lo mismo. No lo es. Es lo único que les queda a millones de ciudadanos que ya no soportan más deterioro institucional, económico y social. Los jueces han ayudado no poco: nadie que se haya corrompido al más alto nivel está en la cárcel. Cristina Fernández de Kirchner, que se va de la vicepresidencia regalando una peineta a quienes le abucheaban el domingo, está condenada a seis años de prisión por un delito de administración fraudulenta durante 12 años que gobernaron ella y su difunto marido, pero no irá a prisión. Un fuero especial por su condición de vicepresidenta lo ha evitado hasta ahora. Pero que los políticos corruptos no vayan a la cárcel no sucede sólo en Argentina. En España, incluso gobiernan y designan presidentes del Gobierno desde Waterloo.

Ojalá supieran los argentinos que ya han tocado fondo y fuera verdad: Bienaventurados los que están en el fondo del pozo, porque de ahí en adelante solo cabe ir mejorando. Para que sean el país que merecen aún falta tiempo. Queda lo peor para que puedan cantar sin irritarse la canción de Serrat escrita por Benedetti. ¿Aguantarán más sacrificios? ¿Aguantará Javier Milei? ¿Aguantará el 50% de la población que vive sumida en la pobreza? Nadie lo sabe. Ni siquiera el nuevo presidente de la República Argentina.

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