Es uno de los utilitarios más caros del segmento y, a pesar de ello, se vende en cifras similares al Seat Ibiza, modelo que comparte prácticamente toda su estructura con el propio Polo. Con el nuevo modelo, Volkswagen tratará de dar un paso más y desbancar del primer lugar de ventas a su casi hermano, apostando de nuevo por un diseño más vistoso y atractivo pero potenciando ahora todo lo que a la seguridad en la conducción se refiere. En este sentido, el nuevo Polo avanza hasta situarse a la cabeza del segmento en esta materia, adoptando nuevos equipamientos que no estaban antes disponibles.
Uno de esos nuevos elementos que monta de serie en todas las versiones es un sistema que frena de forma automática el coche después de un impacto con el que, según la marca, se reducen las posibilidades de que haya un segundo impacto y, si lo hay, minimiza sus consecuencias. Analiza la información recogida de los sensores de los airbags, aunque deja de actuar en casi de detectar que el conductor está acelerando al interpretar que está intentando evitar el accidente por sí mismo.
Opcionalmente, puede llevar además el «Driver Alert System», un sistema que trata de prevenir impactos contra vehículos parados o en movimiento, preparando primero el sistema de frenos y avisando al conductor con señales ópticas y acústicas de que hay riesgo de impacto y, si no reacciona, activando los frenos. Como novedad, el Polo cuenta ahora con el un control de velocidad activo que funciona entre 30 y 160 km/h. También puede llevar cámara trasera de aparcamiento y faros de leds.
En la gama de motores el nuevo Polo monta nuevas mecánicas, marcadas por la baja cilindrada y elevado rendimiento, de 1.0 y 1.2 litros y potencias entre 60 y 110 CV, dejando como opciones más potentes los 1.4 TSI en versiones de hasta 192 CV.