El despropósito en el que se ha convertido todo lo relacionado con la central nuclear de Garoña ya ha llegado a la Oficina Económica de Moncloa. Su jefe, Álvaro Nadal, tiene hilo directo con todos los ministerios, faltaría más, pero más directo es aún el hilo que le une a su hermano gemelo, Alberto, al frente de la Secretaría de Estado de Energía.
Nadal está informado puntualmente del devenir de la reforma energética que prepara su hermano y de las ramificaciones del sector que se han convertido en moneda de cambio en los contactos con las compañías eléctricas. Pero lo que ha hecho saltar las alarmas en la poderosa oficina que asesora a Rajoy en temas económicos ha sido el "circo", según lo califican las fuentes energéticas consultadas, que se ha montado en torno al cierre o reapertura de Garoña.
Nadal ha trasladado a José Manuel Soria, ministro de Industria, y al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) su malestar por lo que está ocurriendo, señalan estas fuentes. El Ministerio no ha llevado al BOE la modificación de la orden ministerial que hubiera permitido que Endesa e Iberdrola, los dueños de Garoña a través de la sociedad conjunta Nuclenor, pedir una prórroga de un año para decidir si cierran definitivamente la central, ahora en parada fría, o la recargan de combustible para volver a meter en el sistema eléctrico.
La orden ministerial no ha llegado al BOE en las fechas correspondientes, con lo que CSN y Nuclenor ya tiene presentada la documentación para el cierre de la central
Pero Soria, en su juego de poder con las grandes compañías eléctricas en el proceso de recortes y nuevos impuestos que les va a aplicar con la reforma energética, ha considerado que era mejor no llevar la orden al BOE. Así ha sido: ni para el 1 de junio, primera fecha fijada por Industria, ni para el pasado jueves día 6, segunda y última fecha límite posible, sólo un mes antes de que Garoña cierre definitivamente.
Pero si lo que ha hecho Soria no ha gustado en Moncloa, menos aún el papel que está jugando el CSN más servil políticamente y menos independiente de la historia, según todos los expertos políticos y económicos consultados.
El CSN aprobó por tres (PP más CiU) a dos (PSOE) dar ese plazo a las compañías. Lo hizo en medio de tal guirigay que el griterío ha llegado a Moncloa, pero también a Bruselas, donde las autoridades energéticas miran de reojo una situación que les parece esperpéntica. El presidente del CSN, Fernando Marti, a las órdenes de su antiguo jefe (fue Secretario de Estado de Energía con Soria hasta hace dos meses), promovió el 'sí' a la prórroga, frente al 'no' de Cristina Narbona (y su compañera socialista del CSN), que denunció presiones políticas para encauzar la decisión.
De nada sirvió el balón de oxígeno dado por el CSN, porque Soria ha dejado en el cajón la orden ministerial y se han agotado los plazos. Tanto el supervisor nuclear como Nuclenor, actuando de oficio forzados por los plazos, han presentado la documentación de seguridad necesaria para proceder al cierre.
Si una triquiñuela administrativa a última hora no lo frena, el proceso de desmantelamiento de Garoña será irreversible y comenzará oficialmente el próximo 6 de julio.