Opinión

El prófugo ya es 'president'

El lunes pasado, Santos Cerdán -secretario de Organización del PSOE- se reunió en Bruselas con el Sr. Puigdemont. Daba cuenta de ello un comunicado del PSOE

  • Santos Cerdán (1i) y Carles Puigdemont (c) debaten sobre la amnistía. -

El lunes pasado, Santos Cerdán -secretario de Organización del PSOE- se reunió en Bruselas con el Sr. Puigdemont. Daba cuenta de ello un comunicado del PSOE informando de ese encuentro con el “President Carles Puigdemont”. Una súbita e inconcebible conversión del prófugo en una persona respetable.

Una nueva foto de infamia -y vamos perdiendo la cuenta de cuántas van, y cuántas seguirán- en la que autoridades españolas acuden a rendir pleitesía a un prófugo de la justicia. Pura catástrofe. Con el consiguiente varapalo a la acción del poder judicial y a todos los españoles.

Dijo el presidente en funciones Sr. Sánchez en la reunión del Comité Federal del PSOE del sábado pasado que se ha de apoyar la amnistía del secesionismo catalán y de su latrocinio “en el nombre de España”, pues se trata de hacer “de la necesidad virtud”. Es el reconocimiento más acabado de que esa amnistía no tiene por finalidad la convivencia entre españoles, sino que es fruto de la mera conveniencia de los actuales gobernantes. Exactamente, por los siete votos de Junts que necesita el Sr. Sánchez para su nueva investidura. Y no hay nada más.

Nada importan ya ni el supremacismo catalán del prófugo Puigdemont, ni sus vínculos con la extrema derecha belga y europea, ni con Putin, ni su empeño en quebrar la convivencia en Cataluña, ni su propósito de dañar la Constitución española. Nada cuenta que no sea la mera investidura del Sr. Sánchez.

Es la peor y más cínica muestra de oportunismo político que hemos sufrido en España desde la Transición política hace casi 50 años. Nada queda hoy a salvo del vacío infinito de un pacto que tiene el exclusivo propósito de investir de nuevo como presidente al Sr. Sánchez. Luz renegrida. No importa que esa amnistía sea inconstitucional, como lo proclamó sin cesar el propio Sr. Sánchez hasta las elecciones generales del 23 de julio pasado. Lo dijeron él y medio Gobierno, incluyendo su ex ministro de Justicia, hoy miembro del Tribunal Constitucional, quien manifestó que los indultos de los secesionistas y malversadores catalanes -Sres. Junqueras y otros- eran legales, a diferencia de la amnistía, que era inconstitucional.

Todo fuera de la ley

Que la amnistía fuera inconstitucional hasta el 23 de julio de 2023 no la hace constitucional a partir del 24 por una mera suma de votos. Será siempre inconstitucional y manifiestamente injusta, dañina para el conjunto de los españoles y lesiva para los intereses del país. Convierte al Estado en responsable del golpe de estado catalanista del 1 de octubre de 2017, declaración ilegal de independencia de Cataluña, que es inaceptable. Todo fuera de la Ley y con grave deslealtad de los poderes del Estado allí.

Humilla a las fuerzas de seguridad que cumplieron su función aquel día. Desautoriza el discurso impecable del Rey Felipe VI el 3 de octubre de 2017. Echa por tierra la labor jurisdiccional de los jueces y tribunales que la Constitución les encomienda de forma exclusiva como en cualquier estado democrático de derecho. Deja indefensa a la gran mayoría de la sociedad no independentista de Cataluña, donde el partido Junts apenas obtuvo el quinto puesto en las elecciones generales del 23 de julio. Representa una extravagante petición de perdón por parte del estado democrático. En suma, daña la confianza de la inmensa mayoría de los españoles.

La amnistía quiebra también el principio esencial de igualdad, que es patrimonio histórico de la izquierda. Para oponerse a tal disparate no es preciso ser de derechas. Aquí donde se encuentra el alma más profunda de la izquierda en su historia, con sus principios de libertad y de igualdad, es también donde tiene que reencontrarse la izquierda española por más que ahora esté huérfana de representación política.

Todo el desvarío de la investidura del Sr. Sánchez, pura agonía al precio que sea, pretende justificarse con una pregunta insólita a la militancia, planteada en el último Comité Federal del PSOE con su aire de una farsa inacabable: “¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?”.

¿Cómo se puede apoyar o dejar de apoyar lo que es simplemente desconocido? Resulta un voto literalmente a ciegas, donde todo es un trampantojo inacabable y nada debe ser creído

Cuando el programa de gobierno del PSOE con Sumar se ha hecho público con gran trompetería mediática, ¿qué sentido tiene que se someta a consulta lo que ya se ha suscrito?. Y en cuanto al resto, no figura un solo acuerdo -a salvo la amnistía, de cuya redacción no se conoce una sola palabra- con ninguna de las otras “formaciones políticas” que precisa el Sr. Sánchez para seguir gobernando.

En esas condiciones, ¿cómo se puede apoyar o dejar de apoyar lo que es simplemente desconocido? Resulta un voto literalmente a ciegas, donde todo es un trampantojo inacabable y nada debe ser creído.

Cuánta diferencia con el SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), que somete a consulta los cientos de folios en que están previamente escritos sus acuerdos con los partidos con los que pretende coaligarse. Frente a ese ejemplo, asistimos en España a una gravísima degradación política que alcanza al conjunto de nuestra sociedad.

Tras meses de apagón informativo del PSOE se pretende someter a consulta aquello de lo que nada se informa. Por más que todos sepamos que la opción del Sr. Sánchez ha sido el pacto con lo peor de cada casa. Con los independentistas catalanes, a base de una amnistía que no tiene ningún valor para que éstos renuncien a la unilateralidad de su acción en pro de la independencia. Y a saber qué otras gracias se concederán. Con Sumar, convertida ya en una fuerza inconstitucional irreversiblemente demediada. Con Bildu, herederos políticos del terrorismo, del que sobra cualquier palabra que no sea un infinito desprecio.

Vamos a un país peor, que se empobrece, que aumenta su discordia, que se divide y se autoanula.Esta pésima elección del Sr. Sánchez nos anuncia tiempos peores

Y entre tanto, infinitas trincheras de descalificaciones se dirigen hacia la derecha, contra el PP, ganador de las elecciones del pasado mes de julio con más de ocho millones de votos. Cuando se renuncia abiertamente a establecer consensos, cuando se acepta el chantaje de las minorías sobre sobre la mayoría, no cabe duda, vamos a un país peor, que se empobrece, que aumenta su discordia, que se divide y se autoanula.

Esta pésima elección del Sr. Sánchez nos anuncia tiempos peores. Y la historia hablará mal de él. Pues si el progreso combina prosperidad y concordia, a los gobernantes hay que distinguirlos sobre la consideración de si aportaron más concordia a la sociedad o por el contrario la dañaron. Es fácil ver que el tiempo del Sr. Sánchez pasará a la historia como el incremento de una grave y maliciosa discordia. Sánchez es un cronómetro enfermo e indeseable. Su tiempo es mala historia para España, un período amarillento y nefasto que nadie querrá recordar.

Frente a la amargura de lo anterior, lo mejor de esta semana, sin lugar a dudas, es el juramento de la princesa Leonor ante las Cortes Generales del pasado 31 de octubre. Ella seguirá ostentando el privilegio del futuro de todos los españoles envueltos en los valores de concordia, libertad e igualdad que fundan nuestra Constitución. Casa común perdurable. Así será, a pesar de que ni uno solo de los socios de Sánchez acudieron a ese acto luminoso –un oasis de autoestima para los españoles– que dice tanto de nuestra monarquía constitucional como tan poco y tan malo de semejantes aliados de Sánchez.

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