Opinión

Llámase Bellido Sánchez

La tradición narra al traidor patrio por antonomasia: Bellido o Vellido Dolfos. El Romance del Rey Sancho da cuenta de las fechorías de dicho noble que puso fin con sus actos al Cerco de Zamora. Su malhadado prestigio secular lo reflejó

  • Pintura del artista urbano TVboy de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont / -

La tradición narra al traidor patrio por antonomasia: Bellido o Vellido Dolfos. El Romance del Rey Sancho da cuenta de las fechorías de dicho noble que puso fin con sus actos al Cerco de Zamora. Su malhadado prestigio secular lo reflejó incluso nuestro as de oros literario, don Miguel de Cervantes, cuando menciona las traiciones de Vellido en el capítulo XXVIII de la primera parte de El Quijote.

Los versos inmortales del Romance al que aludíamos lo describen como alguien fatalmente abocado a traicionar por naturaleza, por maldad, por destino: “Guarte, guarte, Rey Don Sancho, no digas que no te aviso que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; llámase Bellido Dolfos, hijo de Dolfos Bellido, cuatro traiciones ha hecho, y con ésta serán cinco”. Si algo queda claro es que a nadie se le escapaba la felonía del mentado y su capacidad para la mendacidad, su falta de palabra y de honor.

En esa lista de traidores histórica en la que figura el tal Dolfos tiene asegurado su puesto el actual presidente Pedro Sánchez, traidor reiterado y contumaz que, por lo menos, ya ha cometido cuatro traiciones

Pues bien, en esa lista de traidores histórica en la que figura el tal Dolfos tiene asegurado su puesto el actual presidente Pedro Sánchez, traidor reiterado y contumaz que, por lo menos, ya ha cometido cuatro traiciones: la primera, traición a sus compañeros de partido convirtiendo el PSOE en una organización que tiene más en común con un partido como el PRI mejicano que con cualquier formación socialdemócrata europea; la segunda, traición a sus electores, a los que prometió no hacer nada de lo que ha hecho a la que llegó al gobierno de la nación, singularmente en lo que respecta a los separatistas, puesto que de afirmar que jamás pactaría con ellos ni les concedería favor alguno amnistió a los encarcelados y concederá la amnistía a los fugados; la tercera es haberse entregado en brazos de los bilduetarras, cosa que negaba con grandes visajes en las entrevistas poniendo cara de indignado porque se le preguntase tal cosa; la cuarta, más grave, es de lesa patria al afirmar sin muestra de sonrojo ni vergüenza, que la amnistía a los golpistas es por el bien de España, que todo lo hace por España y que es España quien ha de reconciliarse con la banda de delincuentes que osó alzarse en contra de la Constitución y la democracia.

Cuatro traiciones ha hecho, cierto, pero falta la quinta, la que todavía no ha perpetrado pero se percibe nítidamente a la que vuelva a ocupar el cargo de presidente tras una investidura en la que estará secundado por toda la garduña que, para desgracia de nuestra democracia tan laxa, le ha permitido ocupar escaños en la cámara de representación nacional. Y esa traición no será otra que permitir desgajar la unidad territorial con sendos referéndums de independencia en Cataluña, Vascongadas y quién sabe si también en Galicia u otros lugares de la geografía española. Quedará entonces una última traición, la de trastocar el orden constitucional, que por eso bien que se ha preocupado en controlar la justicia, y cambiar el régimen de monarquía parlamentaria por el de república chavista, como se hizo en Venezuela, y expulsando al Rey para instalarse él como presidente de una especie de república confederal de locos y comisionistas, odiadores y enfermos mentales, resentidos y agentes de gobiernos extranjeros, lo que supondrá el fin de la España como nación y, no lo duden, también del sistema de libertades democráticas y prosperidad social que hemos gozado durante estos cuarenta años precisamente bajo el amparo de la Corona.

Y esa traición no será otra que permitir desgajar la unidad territorial con sendos referéndums de independencia en Cataluña, Vascongadas y quién sabe si también en Galicia u otros lugares de la geografía española

A partir de ahora ya no cabe más que luchar hasta el último hombre por defender simple y llanamente el derecho a vivir en libertad en un país llamado España. Y no hay otra cosa, por mucho que se quiera blanquear. Por eso parafraseo los antiguos versos y digo: “Guarte, guarte, Rey Felipe, no digas que no te aviso que de dentro de Moncloa un alevoso ha salido; llámase don Pedro Sánchez, hijo del caballerismo, cuatro traiciones ha hecho, con la tuya serán cinco”.

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