Economía

Rajoy y Rubalcaba: acuerdo sin fisuras para evitar un rescate lesivo para España

Pese a las apariencias, Mariano Rajoy no camina solo en su negativa a acudir de momento al rescate. El presidente goza de la comprensión de Alfredo Pérez Rubalcaba, con quien mantiene conversaciones periódicas sobre las novedades que acontecen en Bruselas y que condicionan las decisiones del Gobierno.

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Hace poco más de dos meses, Angela Merkel franqueaba la puerta principal de La Moncloa para entrevistarse con Mariano Rajoy. El encuentro fue mucho menos cordial de lo que se transmitió a los medios. Incluso hay ministros que en privado comentan que la canciller estuvo “maleducada”. El hecho es que en la entrevista, Merkel trasladó al presidente que si España solicita el rescate se arriesga a que la impongan condiciones draconianas dictadas por el Bundestag, el Parlamento alemán al que la dama de hierro germana teme como a un nublado. Rajoy tomó buena nota de la amenaza y tardó poco en telefonear a Alfredo Pérez Rubalcaba para comunicarle la mala noticia.

El presidente del Gobierno telefoneó a Rubalcaba para informarle tras reunirse con Merkel que las condiciones del rescate las impondría el Parlamento alemán y serían draconianas

Esta relación entre el jefe del Gobierno y el líder de la oposición se ha vuelto muy fluida en todo lo que concierne a la información sobre el rescate. No en vano, el PP respaldó en agosto de 2011 el cambio de la Constitución para que Zapatero pudiera esquivarlo. Esos detalles no se olvidan y en La Moncloa se opina que Rubalcaba está comportándose en este importante ámbito de acción gubernamental con lealtad, mucho más que el comisario de Competencia y vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, de quien el Gobierno tiene cada vez peor opinión porque está convencido de que opera “contra corriente”.

El caso es que en la dirección del PSOE se comprende a la perfección la estrategia dilatoria que está aplicando Rajoy para acudir a la ayuda de Bruselas. Sería irresponsable que el Gobierno diera este paso, dicen fuentes socialistas, sin conocer de antemano las garantías que ofrece el presidente del  Banco Central Europeo, Mario Draghi, para rebajar la prima de riesgo hasta niveles en los que las empresas y las entidades financieras puedan financiarse con comodidad. Esta es la misma tesis del equipo económico que dirige Luis de Guindos: “España está poniendo en valor los duros ajustes que está haciendo y los que tiene en cartera para evitar que el rescate conlleve condiciones añadidas”, se asegura en medios gubernamentales.

"España está poniendo en valor en Bruselas los duros ajustes que está haciendo para evitar que el rescate conlleve condiciones añadidas", se mantiene en el Gobierno

El riesgo, claro está, reside en que los mercados lleguen a darse cuenta de que el cañón dispuesto por Dragui en julio pasado –“Haremos todo lo posible para salvar el euro y, créanme, será suficiente…” – carece de mecha. Sería el peor escenario porque si vuelve a dispararse la prima de riesgo, al Gobierno se le estrecharía el margen para retrasar el rescate aunque éste llevara aparejadas duras condiciones.

La comunicación fluida entre Rajoy y Rubalcaba sobre lo que acontece en la negociación con Bruselas explica la actitud tan tibia que está adoptando el PSOE en un asunto que considera de Estado. De alguna manera, Gobierno y oposición están coordinándose, cada uno en su papel, para que Bruselas no llegue a apreciar signos de división en materia tan seria y valore que, llegado el caso, la respuesta del Parlamento rechazando una condicionalidad demasiado estricta sería bastante unánime.

Gobierno y PSOE coinciden también en que ha habido una cesión de soberanía abusiva en el sistema financiero a cambio de la ayuda de 40.000 millones de euros

Los riesgos de aceptar sin más nuevas condiciones a cambio de que el BCE dispare su ‘bazuca’ son evidentes, entre otras razones porque con el tiempo éstas podrían endurecerse si España, en contra de los compromisos contraídos por el Gobierno, no cumpliera con los objetivos de déficit este año y el que viene. De momento, hay un antecedente preocupante: a cambio de los 40.000 millones que se inyectarán en el sistema financiero, España ha cedido una soberanía sin precedentes en la supervisión bancaria y en la gestión del nuevo mapa de consolidación financiera, algo que denuncia la oposición y se reconoce también en el Ejecutivo. 

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