La constructora Sacyr, segundo accionista de Repsol (10%), sigue con el agua al cuello. Han pasado tres meses desde que la compañía que preside Manuel Manrique vendió su 10% de Repsol para conseguir aplazar a 2015 la deuda vinculada a la adquisición de su participación del 20% en la petrolera (reducida a 2.423 millones de euros, tras la operación).
Pero la compañía tiene que empezar ya a pensar en el proceso de refinanciación de la deuda de otras participadas que vencen el año que viene. Y la única forma que tiene para prepararse es haciendo más de lo mismo: tiene que seguir reduciendo su peso en Repsol, su activo más potente, según UBS en un informe que publicó ayer en el que recortó su precio objetivo un 75% (de 7,90 euros por acción a 4,50).
En plena crisis económica, los rendimientos de sus negocios (construcción, inmobiliario y de concesiones), incluido también los dividendos de Repsol, no son suficientes para hacer frente a sus deudas. La compañía podría cerrar con 205 millones y 236 millones de cash-flow en 2013 y 2014, respectivamente, mientras que sus obligaciones con los bancos serán más de cuatro veces superiores. Sacyr tiene que pagar a los bancos 974 millones y 951 millones, en 2013 y 2014, respectivamente. Un ejemplo. La deuda del próximo ejercicio corresponde en su mayoría a Testa, la división inmobiliaria del grupo, que asciende a 702 millones de euros.
Entre 2013 y 2014 tiene que pagar a los bancos 974 millones y 951 millones, y los dividendos de Repsol sólo cubren los intereses
Los dividendos de Repsol sólo llegan para cubrir los intereses. La empresa tiene una capacidad limitada para amortizar el principal del préstamo. La solución pasa por vender más activos. La participación más potente que posee Sacyr es la de Repsol. Su 10% tiene un valor en el mercado de unos 2.500 millones de euros.
La constructora ha ido reduciendo su deuda en los últimos cinco años, de 20.000 millones en 2007 a 8.800 millones en la actualidad, mediante la venta de sus activos.