El independentismo sigue haciendo de las suyas en Cataluña. A escasas horas de que las bases aprueben el acuerdo de investidura de Salvador Illa, ERC apuntala sus últimas acciones políticas. Una de ellas ha tenido lugar en el Salón de Sant Jordi, uno de los enclaves con más historia del palacio de la Generalitat.

Pere Aragonés, presidente en funciones del Govern, ha presentado la remodelación de este espacio, la cual ha consistido, principalmente, en eliminar las pinturas que acompañan al espacio desde 1925. Encargadas bajo el Gobierno dictatorial de Miguel Primo de Rivera.

Construido entre 1596 y 1620 por el arquitecto Pere Blai, bajo el reinado de Felipe III, 'El Piadoso', el lugar nació como una capilla con sentido litúrgico, pero también político. Tras más de un año de trabajos de restauración a medida de las creencias separatistas, Aragonés ha dado la bienvenida a este borrado alegando "el renacimiento del Salón de Sant Jordi, a la restitución del espacio a su esencia".

Bajo la "necesidad de reconciliar el salón con la memoria del país", el Govern señaló como "imperativo" el hecho de que el espacio "recuperase toda su grandeza, majestuosidad, vigor, energía y vitalidad".

Una escabechina con carácter ideológico que, según Aragonés, quiso iniciar Josep Tarradellas, pero a la que acabó dando luz verde el expresident Quim Torra.

Por último, y como colofón al acto, Pere Aragonés puso en valor "la belleza extraordinaria" de estas obras, las cuales han dejado a la luz como "su mejor símbolo", haciendo hincapié en que la labor de la Generalitat de Cataluña no es, ni más ni menos, que "la expresión institucional de la voluntad de catalanes y catalanas de gobernarse a sí mismos".

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