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Enoturismo otoñal: cuatro bodegas españolas a las que hacer una visita turística diferente

Arte, arquitectura, historia y cultura, estas son algunas bodegas para visitar esta temporada y cuya propuesta va más allá del vino

Otoño es la temporada perfecta para hacer turismo entre viñedos. Recorrer los campos plagados de vides, conocer de primera mano cómo se recoge la uva y como se manipula una vez llega a bodega, los diferentes tipos de fermentación y las barricas en las que envejece, son solo algunos de los detalles que se descubren adentrándose en las bodegas. Pero hay muchas más cosas que hacer en las bodegas, además de catar sus vinos y ver todo el proceso de elaboración. Estas bodegas son la prueba de que el enoturismo va más allá del vino.

Bodegas Tradición, entre el vino y el arte

En el casco antiguo de Jerez de la Frontera, junto a la Plaza del Mercado, aparece la bodega en la que todavía a día de hoy se elaboran algunos de los vinos más antiguos de Jerez: Bodegas Tradición. Abierta en 1650, esta bodega, además de ser la única de la Denominación de Origen Vinos de Jerez que embotella en exclusiva vinos VOS y VORS, tiene mucho más que contar tras sus puertas.

La pasión de Joaquín Rivero y su hija Helena, presidenta de las bodegas, por el arte y los vinos generosos, dio lugar a un proyecto cultural único que engloba una hermosa galería de arte, una colección fotográfica y un archivo documental con información desde 1650 convirtiendo este espacio con más de 400 obras de pintores españoles entre los siglos XIV y XIX como una de las mejores colecciones privadas de arte de Andalucía. Goya, El Greco, Velázquez, Zurbarán, Murillo, Claudio Coello, Juan de Levi, Blasco de Grañen, Romero de Torres o Sorolla son algunos de los nombres que cuelgan de sus paredes. Una visita única que combina el enoturismo y el arte que vale la pena hacer en temporada de otoño.

© Bodegas Tradición

Bodegas Beronia, la más sostenible del mundo

Nombrada la bodega más sostenible del mundo 2022, Bodegas Beronia, ubicada en Ollauri (Rioja Alta), es una visita indispensable para conocer más sobre la elaboración de sus mejores vinos desde el punto de vista más sostenible.

Su arquitectura e ingeniería, pensada desde un punto enoturístico y ecológico, es uno de los principales motivos para visitarla —además de la cata de sus vinos—. Ingenieros de caminos e industriales, arquitectos, ecólogos, hidrogeólogos, expertos en calidad ambiental interior y físicos, son solo algunos de los profesionales que participaron en la creación de la Bodega Beronia para vinos de Reserva y terruño en Rioja; un proyecto que busca expresara través del vino la esencia y el terroir de esta región vitivinícola desde el punto de vista más sostenible.

© Bodegas Beronia

Bodegas Tío Pepe

Jerez (y sus vinos) están de moda. También en época de enoturismo. Lo demuestra

González Byass – Bodegas Tío Pepe cuyos viñedos han sido nombrados en numerosas ocasiones dentro de los Mejores Viñedos del Mundo y donde se puede vivir una experiencia enoturística única hospedándose en el primer hotel de vinos de jerez del mundo, ubicado en el corazón del casco antiguo de Jerez de la Frontera en el mismo lugar que hace 150 años servía de alojamiento a los trabajadores de la bodega. La experiencia se completa con una visita a los viñedos, una cata de sus vinos y culmina comiendo en su propio restaurante.

© Bodegas Tío Pepe

Abadía de Poblet, la bodega del monasterio

En el Real Monasterio de Santa María de Poblet se esconde la única bodega de toda Cataluña que se ubica dentro de un monumento histórico. En el Poblet, desde el siglo XII, los monjes ya elaboraban sus propios caldos, unos vinos que todavía a día de hoy se siguen haciendo y vendiendo bajo el nombre Abadía de Poblet —incluso, algunas de sus cepas de donde se extrae la uva a día de hoy datan del siglo XV—.

Esta labor, de los monjes elaborando vino viene de lejos. Y es que, antiguamente, los religiosos de la Órden del Císter —procedentes de Borgoña— y de su expertise en el ámbito del vino cuidaban de sus viñas para abastecerse de su propio vino. Además, la Conca de Barberá es la única zona de la región que ha sabido mantener el cultivo de sus varietales autóctonos recuperando uvas locales como el trepat, el garrut y la garnacha.

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