Internacional

Sicarios de 14 años, narcos poderosos, Policía impotente y una Justicia laxa: la 'mexicanización de Francia'

El escritor y periodista Laurent Obertone, autor de títulos esenciales sobre el clima social galo, analiza la violencia rampante que reina en el país vecino

  • Laurent Obertone -

El aumento de la delincuencia y la inseguridad se multiplica en Francia año tras año y tiene como nuevos protagonistas a jóvenes menores, como el sicario de 14 años contratado en Marsella para eliminar a un miembro de una banda rival. Armado con un revólver 357 Magnum, el asesino disparó en la cabeza a un conductor de VTC que se negó a detener su vehículo cuando el 'niño' vio en la calle a su objetivo y le ordenó parar. 

Este “suceso”, ocurrido a principios de mes, es el último ejemplo de la barbarie que sindicatos policiales denuncian desde hace años, ante la impotencia de las autoridades políticas, la laxitud judicial y el silencio de ciertas formaciones políticas que prefieren esconder la cabeza bajo tierra para no afrontar una realidad que pudiera perjudicar sus intereses clientelistas. 

Ganar 25.000 euros por un primer contrato y 50.000 por un segundo asesinato es una oferta excepcionalmente atractiva para niños y adolescentes locales, o inmigrantes ilegales que ponen a Francia a la altura de otros países donde este fenómeno es habitual, aunque peor pagado. Por ello, sindicalistas policiales denuncian la 'mexicanización' de Francia. 

Vozpópuli ha requerido el análisis de Laurent Obertone, un periodista, ensayista y novelista que desde hace años denuncia la violencia e inseguridad rampantes en Francia. En 2013 publicó 'Francia, Naranja mecánica', un récord de ventas a pesar el boicot de medios de izquierda, al que han seguido obras como 'La Francia prohibida', 'La verdad sobre la inmigración', 'La Francia big brother' o la última, el tríptico 'Guerrilla'. Una sacudida al silencio y al encubrimiento del 'ensauvagement' del país, cuya traducción, 'aumento del salvajismo', se queda corta en relación con el concepto francés.

Pregunta: ¿El asesinato obra del sicario de 14 años en Marsella, así como otros “sucesos” recientes permite hablar de la “mexicanización de Francia? 

Respuesta: Desde el momento en que las organizaciones criminales, mejor armadas que la Policía, se enfrentan entre ellas a plena luz del día y en plena calle, que además controlan la economía en ciertos barrios – a menudo desde las prisiones -, con beneficios comparables a una multinacional, se puede decir que nos acercamos a lo peor de América Central o del Sur. Estos grupos criminales, integrados por decenas de miles de personas, atrincherados en centenares de barrios impenetrables, cuentan con carne de cañón, con soldados dispuestos a matar por unos cientos de euros. La tasa de homicidios en los tristemente célebres barrios del Norte de Marsella es comparable a la de Nicaragua

P: ¿Las autoridades han perdido definitivamente el control de algunos de estos barrios donde los narcotraficantes se han instalado?

-No hay ninguna voluntad política para luchar seriamente con los narcotraficantes. Francia es capaz de salvar a veleros turísticos de las garras de los piratas en las costas de Somalia, pero no de eliminar durablemente un punto de venta de droga en una barriada. Para afrontar esta guerra y ganarla hay que revolucionar la aplicación de la ley y el mantenimiento del orden, construir masivamente prisiones especializadas, expulsar sin piedad a los criminales extranjeros, desmantelar las redes de inmigración clandestina, etc…La única solución es que el crimen sea más caro que beneficioso. 

P: Según usted, ¿hay remedios para luchar contra la inseguridad? ¿La actual legislación es suficiente ¿Los policías son sacrificados?

R: La aplicación de la ley sería ya un buen comienzo, pero la Justicia no lo hace. Nunca ha tomado la medida del “salvajismo” que sufre en país, de la evolución de la ultraviolencia de los criminales. Así, se condena siempre por debajo de lo que la ley prevé; la pena pronunciada nunca es ejecutada por completo a causa de diversas medidas de atenuación de las mismas. La prisión ha perdido su carácter disuasivo ya que los criminales organizan desde dentro sus tráficos y se les permite, incluso, la visita de prostitutas. Los policías están condenados a llenar los tribunales y a efectuar tareas burocráticas interminables para después ver que auténticos peligros públicos salen a los pocos días de prisión tras condenas irrisorias.

P: Las estadísticas demuestran que existe una relación entre la delincuencia y la inmigración masiva e ilegal. Incluso el presidente Emmanuel Macron no lo niega. ¿Por qué algunas fuerzas políticas y ciertos medios de comunicación no acaban de aceptarlo?

R: Porque una religión como la que representa el “vivir juntos” no puede admitir su equivocación. Esa religión ha vendido la “diversidad” como una oportunidad y un enriquecimiento, pero la realidad demuestra que la inmigración masiva genera una gran inseguridad, su aporte económico es mínimo al tiempo que hunde el capital social y destruye los lazos de confianza entre individuos, base de toda sociedad. Reconocer que Francia está en vías de convertirse en “Tercer Mundo” sería hacer prueba de honestidad y autocrítica, pero no está en la lógica ni en el espíritu de los que nos gobiernan. 

P: ¿Son hoy las mujeres las víctimas más expuestas a la inseguridad en las calles de Francia?

R: Las estadísticas muestran que los hombres son los primeros en sufrir la violencia, pero las mujeres son las primeras en sufrir la violencia sexual, que no cesa de progresar de forma vertiginosa. El acoso callejero les afecta directamente en su vida cotidiana, mientras los abogados nos explican que se trata de un problema de “referencia cultural”, dando a entender que en los países de origen de los acosadores es normal tratar a las mujeres como felpudos. Muchas mujeres hoy en Francia limitan sus salidas a la calle, cambian de conducta y la manera de vestirse para adaptarse a la situación. Las sanciones por violencia sexual, como es el acoso y el exhibicionismo, son a menudo inexistentes. Los colectivos “feministas” prefieren denunciar el “patriarcado” antes que evocar los orígenes de los agresores.

 

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