Basta con echar un vistazo al gráfico que refleja la cotización de Ferrovial. Hay un último diente de sierra pronunciado, que precipita la acción de la multinacional hacia el nivel de los 26 euros. Ahí marcó Rafael del Pino y su cúpula directiva la línea roja, de la que depende el éxito o el fracaso de su traslado a Países Bajos. El Gobierno es consciente y, por eso mismo, ha iniciado una última y agónica intentona para torpedear a Ferrovial
En la polémica jugada de la constructora -llevarse la sede a Países Bajos- hay dos cifras de referencia. La primera son los 26 euros que está dispuesta a pagar a los accionistas que no deseen conservar sus títulos tras la mudanza. La segunda es un porcentaje: si más del 2,6% del capital decide abandonar el barco, Ferrovial dará marcha atrás.
Obviamente, cuanto más se acerque la cotización a la frontera de los 26 euros, mayor será el atractivo para desprenderse de los títulos. Y no digamos si desciende por debajo de ese listón. El día que se anunció el traslado, el pasado 28 de febrero, los títulos de Ferrovial se pagaban a 26,26 euros. Desde entonces, se han mantenido siempre por encima, con una única excepción (26,22 euros, el 15 de marzo).
Hasta este lunes de Pascua, el mercado anticipaba que la operación de Ferrovial llegaría a buen puerto. Pesaban más en el mercado las expectativas de revalorización a futuro de la acción, que comenzará a cotizar también en Wall Street cuando culmine el proceso. ¿Cómo se explica, pues, el tropiezo repentino de la acción?
El bache no puede entenderse sin el último movimiento del Gobierno. Este lunes, con los mercados cerrados por el día festivo, salió a la luz la carta del secretario de Estado de Economía, Gonzalo García Andrés, remitida al consejero delegado de Ferrovial, Ignacio Madridejos. En ella, el número dos de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño advierte a la empresa de que no están justificados los motivos de su 'huida'. La misiva fue revelada por 'El País'. El mismo diario abría este martes con la amenaza que sobrevuela sobre el grupo: "Ferrovial se arriesga a un coste fiscal millonario si no convence al Gobierno de los motivos económicos de su traslado", titulaba el periódico de Prisa.
Ni las advertencia del Ministerio de Economía ni la posible factura fiscal son nuevos. El pasado 6 de marzo, Vozpópuli concretó la posible cuantía del golpe: hasta 360 millones de euros. Y Calviño lleva tiempo aireando en radios y televisiones la supuesta falta de argumentos para la 'fuga'. Sin embargo, la última andanada del Ejecutivo es peligrosa por dos razones. La primera: la última amenaza se produce por escrito, en una carta con el membrete oficial de Ministerio. Y la segunda: la misiva se airea a las puertas de la Junta de Accionistas que debe aprobar la operación.
Amenaza para Ferrovial
No es descabellado deducir que el Gobierno pretende extender las dudas entre quienes deben votar a favor o en contra del traslado, e influir en la cotización de Ferrovial. A juzgar por la evolución en las últimas horas, es evidente que la mano del Ejecutivo está surtiendo algún efecto. Por eso llama la atención que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no haya abierto la boca.
Algunos bufetes coincidían ayer en que el organismo que preside Rodrigo Buenaventura debería haber solicitado, al menos, a Ferrovial que registrara como hecho relevante la carta del Ministerio, a la vista de su influencia en la cotización. Hay que recordar que la CNMV ya dio su veredicto, alineado con la tesis del Ejecutivo (las excusas de Ferrovial para marcharse no están bien fundamentadas).
De momento, el fondo soberano de Noruega es el único que ha dado un susto a los Del Pino. Norges Bank anunció el martes que no apoyaría el cambio de sede, pero 24 horas más tarde cambió de opinión. El fondo votará finalmente a favor de la 'huida'. El éxito del proceso, sin embargo, no está asegurado. Aunque la Junta de Accionista lo apruebe este jueves por mayoría, basta con que el 2,6% del capital decida vender en el próximo mes para dar al traste con el plan.
Si la campaña del Ejecutivo gana en intensidad, el miedo podría calar en el colectivo de pequeños accionistas. O en alguno de los grandes inversores que recelan del intervencionismo excesivo en el mercado de los gobiernos. El que preside Pedro Sánchez es un gran ejemplo.