Le han destrozado la carrera y aunque Marlaska tenga dos meses para reincorporarlo a su puesto en la Benemérita, el coronel Gómez de los Cobos sabe que su carrera en el Instituto Armado ha terminado. Y todo porque el digno militar se negó a incumplir la ley. Marlaska le exigía que revelara la información que dos agentes de la Guardia Civil estaban llevando a cabo acerca del 8-M. Recuerden: la manifestación feminista que Sánchez autorizó a sabiendas de la pandemia que teníamos encima, información que manejaba desde Fernando Simón a la sazón coordinador de emergencias sanitarias – “A lo sumo habrá uno o dos casos de Covid” – al mismísimo presidente. Pero como los intereses políticos priman para esta tropa antes que el interés público, se autorizó la marcha, no se nos enfaden las feministas. Los resultados son de todos conocidos. El coronel, haciendo suyo el lema “El honor es mi divisa”, no se plegó a trapicheos y con eso selló su destino. Que un juez como Marlaska sea capaz de pedirle a un agente de la ley que viole el contenido reservado en plena investigación judicial dice muy poco respecto de quien muchos, yo el primero, alabábamos cuando destacaba en la lucha contra el terrorismo etarra.
Pero como los intereses políticos priman para esta tropa antes que el interés público, se autorizó la marcha, no se nos enfaden las feministas
Marlaska adujo cuando lo cesó “pérdida de confianza”. Este proceso de purga en las fuerzas y cuerpos de la seguridad del estado nos retrotrae a épocas muy turbias que creíamos ya superadas felizmente. Ahora Marlaska se la va a tener que envainar, reponer al coronel y pagarle los tres años de haberes que se le deben. Todo esto cuando se ha obligado a dimitir a la directora del Cuerpo en medio de un escándalo donde se mezclan los ERE y cantidades obscenas de dinero. Cuando un general de la Benemérita está presuntamente implicado en la trama del Tito Berni.
Cuando la directora saliente se “parapeta” en la foto con varios generales del Cuerpo para dulcificar la foto. En estos tiempos en que separatistas y bilduetarras dictan al gobierno de la nación qué debe y qué no debe hacer, el coronel Gómez de los Cobos resulta molesto para todos, puesto que fue él quien estaba al mando del operativo policial durante el 1-O. La banda no perdona. Este coronel que cuando era teniente ya se las tuvo tiesas con Roldán, que luchó en primera línea contra ETA en las vascongadas, que ha trabajado desde su profesionalidad a machamartillo tanto con Rubalcaba como con Rajoy es la misma persona que Marlaska cesó, hasta que la justicia le ha dicho que su proceder no se ajustaba a derecho.
Nada sirve que la ya ex directora de la Guardia Civil, María Gámez, no ocupe el puesto; no servirá de nada que se le exija la dimisión a Marlaska, aunque si tuviera un mínimo de vergüenza y recordase el juez que fue abandonaría su cartera hoy mismo; ni siquiera hablamos de un gobierno que vive de la prevaricación y expulsa a quienes no admiten manejos torticeros. Hablamos de Sánchez, de la mancha de suciedad y oprobio que es Sánchez y todo lo que hace, la mancha que contamina por igual a personas e instituciones, la mancha que ensucia, corrompe y pudre todo lo que es capaz de atrapar en su viscosidad impía. Es Sánchez quien cesó al coronel, es Sánchez quien ordena a Marlaska que siga, es Sánchez quien retira a la Guardia Civil de Navarra y Cataluña, es Sánchez quien acerca a los criminales etarras al lado de sus casitas, el que indulta golpistas, el que prefiere pactar con Bildu antes que con el PP y ya no digamos con VOX. Exigir la dimisión de Enano, que no Grande, Marlaska es bueno, pero no perdamos de vista lo sustancial. Es Sánchez quien debe irse.