Opinión

Carmín, cocaína y lo otro

Juan Madrid y Rafael Chirbes mostraron la corrupción del PSOE ebrio y el PSOE sobrio

Existe una novela corta y perfecta, Días contados (1993), donde el maestro del género negro, Juan Madrid, explica el lado oscuro de La Movida (léase los años dorados del PSOE). La trama termina con una fiesta de alcohol, cocaína y prostitutas donde chocan la euforia de los yupis y la cruda miseria de las dos chicas protagonistas, que son quienes venden sus cuerpos como forma de participar -un poco- en la gran fiesta de la economía española. ¿Les suena la escena?

El libro cuenta la historia de un fotógrafo que se sumerge en el lumpen para captar imágenes que le conviertan en un nombre glamuroso y bien pagado. Se trata de una parábola sobre cómo la izquierda pasó de mezclarse con las clases bajas para organizar su emancipación a acercarse a ellas solamente de safari para desfogarse y presumir de ser 'gente de mundo' entre putas, camellos y yonquis.

Tanto Juan Madrid como Rafael Chirbes, dos narradores de abajo, son rotundos en su valoración del legado del Partido Socialista Obrero Español. El primero opina que representan “un engaño” y que “nunca fueron de izquierdas”. Chirbes se expresaba en estos términos: “Nunca me he creído la socialdemocracia española, vi cómo se construyó en los setenta y lo que han hecho. Si tú miras todas las reformas reaccionarias que se han hecho en España en los últimos treinta años, todas las ha hecho el PSOE porque el PP no se hubiera atrevido: desde los cómputos de jubilación hasta los contratos temporales”, recordaba en una entrevista con la página web Sin Permiso a finales de 2013.

Hace un par de meses, entrevisté durante una hora a Pepe Ribas, director de la legendaria revista contracultural Ajoblanco, y una de sus reflexiones se me quedó revoloteando en la cabeza. Dijo que el PSOE estaba tan cómodo con La Movida porque era una escena cultural que hacía que ellos pareciesen menos corruptos. Otra confesión sobre esto: “Es verdad que el dinero corrompió a La Movida, pero también que nunca antes se había juntado tanta gente con tantas ganas de corromperse”, me soltó off the record una de las estrellas de la época, que prefiere que no le atribuya esta gran frase.

Hubo artistas que se pasaron diez años drogados, siete de ellos a costa del erario público (cálculos aproximados basándonos en las crónicas de la época, miren por ejemplo este delirante reportaje sobre un tren de artistas colocados y subvencionados a Vigo). La Movida fue una juerga similar a las de Tito Berni pero sin tanta barriga ni tanto pelo en la espalda, que es lo que molesta a Ana Rosa Quintana cuando nos pone en bucle los vídeos del burdel.

Cocaína y lo que surja

La conducta de Tito Berni, el Mediador y sus compinches torrentianos es reprochable: no solo por las putas y la cocaína, sino por los intentos de transformar nuestro Parlamento en un putiferio. Lo que más irrita a la mayoría, donde me incluyo, es que fueran de santurrones antes de irse de lumis, al estilo de Almódovar dando la brasa activista en cada entrega de premios cuando unos días está en los Papeles de Panamá y otros ejerce de mono de feria en la Fiesta de la Rosa del Principado de Mónaco, invitado de honor de los Grimaldi, que son la Sagrada Familia de la Evasión Fiscal. Don Pedro decía en los ochenta que él militaba en la frivolidad y ahora milita en la superioridad moral autoatribuida, abrigado con chaqueta universitaria de Louis Vuitton a 5.450 euros, que es lo que distingue a un cliente de Tito Berni de uno de Bernie Madoff, como era él.

El PSOE es carmín, cocaína y corrupción, pero también sumisión sobria a las élites globales, vendiendo muy baratos o incluso gratis los intereses de España

Así lo explicaba Chirbes en un texto de junio de 2010, cuando Zapatero sacó la motosierra de los recortes sociales porque se lo habían ordenado Merkel, Obama y otros tecnócratas trajeados. “Desde que se inició la crisis, el enredo ideológico ha permitido que los sindicalistas hayan seguido haciéndose enternecedoras fotos con el presidente del gobierno mientras las cifras oficiales hablan de cuatro millones seiscientos mil parados, y las reales superan con creces los cinco millones. Los líderes sindicales han apoyado sin fisuras a un gobierno cuyas únicas medidas anticrisis se han sustanciado en la concesión de ayudas a las empresas automovilísticas y en una entrega de decenas de miles de millones a la banca, ejecutada sin ningún control, con la excusa ideológica de que esos millones iban a servir para que las entidades dieran créditos a las familias y a los pequeños empresarios en apuros. Pero la banca, entre tanto, se ha dedicado a comprar firmas extranjeras, a conceder jubilaciones fastuosas a sus directivos y a mostrar unas brillantes cuentas de resultados de fin de ejercicio”, constataba. También hay corrupción sin putas y sin cocaína. De hecho, ese es el quehacer cotidiano del PSOE y de los sindicatos sometidos.

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