“El mundo según Philomena Cunk” es un falso documental histórico cuyo análisis debería aparecer en la sección de Cultura y, de hecho, ahí lo tienen En él no se parodia únicamente el formato documental en sí mismo, sino a la sociedad en la que estamos inmersos. El mérito de la actriz que interpreta a la presentadora radica en la seriedad con la que plantea preguntas absurdas o disparatadas a las diversas eminencias académicas a las que entrevista: “¿Podría decir que Jesucristo fue la primera víctima de la cultura de la cancelación?” o “Las cruzadas parecen muy violentas, ¿por qué la gente no sabe vivir en paz como en Irlanda?”. Son también desternillantes sus comentarios a cámara, como cuando habla de la Mona Lisa y dice “Exhibe una sonrisa enigmática. Como ocurre con todas las mujeres, es imposible saber en qué está pensando”.
Estamos, sin embargo, en la sección de Opinión, y utilizo este mockumentary para recordar una verdad universal: entre broma y broma, la verdad asoma. Y desde esta producción nos saludan varias verdades que deberíamos tener presentes para comprender mejor el mundo actual. La más sangrante es que la fingida estupidez de la actriz bien podría ser auténtica en una parte importante de la población, como cuando comenta a un catedrático de Filosofía que Aristóteles operó un gran cambio en su vida con su famosa sentencia: “Baila como si nadie te estuviera viendo”. O el momento en el que dice “Esto es Florencia. Los italianos la llaman Firenze para que no la podamos encontrar.” Quien conoce la cultura anglosajona sabe que su ombliguismo cultural les puede conducir a afirmaciones todavía más estúpidas, quien firma estas líneas las ha oído en persona.
¿Les parece ahora que tiene más sentido la furia trans? Si pienso y por tanto existo, no hay más que unos pasos que dar hasta afirmar “soy lo que pienso que soy”
Otra verdad estelar a cuenta de Descartes. Philomena solicita al catedrático en Filosofía que le explique qué significa aquella frase famosa de Descartes, “pienso luego existo”. El pobre hombre trata de mostrar cuál es el significado y contexto filosófico que llevaron a Renato a esa afirmación, pero la presentadora le interrumpe llevando la frase a un absurdo aparente: “¿Sólo soy yo quien piensa y luego existe o le ocurre a usted también? ¿Usted existe porque yo pienso, o es al revés? Y si yo pienso que soy Freddie Mercury, ¿me convierto en él? ¿Y él se convertiría en mí o cómo está la cosa?” Philomena da en el clavo, pues justo este cambio de enfoque con el que inaugura Descartes la modernidad se ha desplegado durante siglos hasta llegar al famoso “todo es constructo, deconstruyámonos”. ¿Les parece ahora que tiene más sentido la furia trans? Si pienso y por tanto existo, no hay más que dar unos pasos hasta afirmar “soy lo que pienso que soy”.
Donde se luce de forma espectacular esta actriz -y, de paso, ilumina muchas cuestiones actuales- es cuando habla de Rousseau. Estas son sus palabras:
“El hombre atrapado en este cuadro es el filósofo de la Ilustración, Jean-Jacques Rousseau, un nombre tan francés que bien podrían haberle llamado Pierre-Baguette, pero no lo llamaron así. Por eso no lo he llamado así. Rousseau escribió: “El hombre es libre, pero en todas partes está encadenado”. Él soñaba con una nueva sociedad en la que las personas fueran dueñas de su destino, el mismo sueño que motivó a los colonos a irse al Nuevo Mundo en tropel y en barcos. Después de llegar a América para forjar una vida de trabajo duro y honrado muchos colonos descubrieron que no estaban dispuestos a hacer eso, por lo que secuestraron gente de África y los obligaron a trabajar. Podríamos pensar que Rousseau se refería a esta gente precisamente cuando dijo que la humanidad debía librarse de sus cadenas, pero no se refería a esa gente. Al igual que muchos humanistas, él halló un resquicio ingenioso. Como pensaba que los esclavos no eran humanos, fue libre para que no le importaran una mierda. Por suerte, en aquella época los colonos empezaron a interesarse por la libertad. Pero, mala suerte, no en la libertad de los esclavos sino en la de ellos.”
Demasiadas verdades asoman por aquí, la primera y más obvia la de la gente que se dedica a repartir carnets de ser humano y se los niegan a los niños en el vientre materno: no hay persona, no hay asesinato. Podemos pensar también en algunas de las energías renovables: como siempre habrá viento y siempre habrá sol, los molinos y las placas solares no contaminan (no importa cómo afectan los molinos a las aves del entorno, a la tierra donde están plantados y al paisaje. No importa cómo afectan al suelo las placas solares y cómo estas contribuyen a dar el rejón de muerte a la ganadería y agricultura en España). ¡Ah, y los coches eléctricos! Qué poco se habla de las baterías de litio, cómo se obtienen y si son biodegradables. Pero, como Rousseau, los políticos y grandes empresas son libres para que todo esto no les importe una mierda. Viva la libertad.