Opinión

Los Bardem se manifiestan contra Ayuso

Han convertido el “antiayusismo” en un sucedáneo de proyecto político

  • Manifestación contra Ayuso. -

España tiene un presidente que no podría degradar más la Presidencia del Gobierno. Se ve obligado al ridículo diario para intentar ocultar que el PSOE está encadenado sin remedio a socios que exigen concesiones inaceptables. Para poder gobernar necesitan sumar, al menos, con todos estos: Alianza Verde, BNG, Chunta, Compromís, Comunes, Drago, EH Bildu, ERC, GBAI, Junts, Mareas, MAS, MES, MDYC, PNV, Por Andalucía, PCE-IU, PSC, PSOE, Soria Ya, Teruel Existe, UPL. ¡Un disparate!

Coinciden en la obsesión contra Isabel Díaz Ayuso y han convertido el “antiayusismo” en un sucedáneo de proyecto político, a la vez que pervierten legítimas reivindicaciones sociales. La manifestación de Madrid, convertida en un acto de todos contra Ayuso, lo ha evidenciado de nuevo. Allí estaban los inevitables Bardem para “defender la sanidad pública que está desmantelando la presidenta madrileña”, no importa qué digan los datos. No hay forma de averiguar, cuando de discursos ideológicos se trata, con qué proponen comparar. 

¿Con Castilla-La Mancha, Cataluña, Cantabria? ¿Sobre listas de espera con datos del ministerio, por ejemplo? Sobre eso no pidas opinión a Anabel Alonso, otra habitual; a ella se le dan mejor los cuentos que las cuentas. No les preguntes cómo es posible que Madrid, si tiene un gasto sanitario tan bajo por habitante como denuncian, logre los mejores resultados en indicadores de calidad entre las Comunidades Autónomas. Tampoco despejará la incógnita la retórica desenvuelta de Juan Diego Botto, declarado admirador del modelo peronista aplicado en Argentina.  

Son gente del cine, expertos en usar el recurso de la “suspensión de la incredulidad”. Así se logra que puedas decir cualquier cosa y que tu público esté predispuesto a creerlo. Oyes a Almodóvar explicar qué importante es ir a la sanidad pública, a la vez que él confiesa utilizar la privada, y entiendes que se trata de ficción. Aunque se puede echar mano de una explicación más doctrinal, como hace Carlos Bardem. A quienes les acusan de manifestarse por razones políticas contra Ayuso, él les aclara que en esta vida “todo es política, todo es ideología”. Para añadir: “otras políticas son posibles”. No preguntes dónde se aplican esas otras políticas; sería de mala educación. 

Son gente del cine, expertos en usar el recurso de la “suspensión de la incredulidad”. Así se logra que puedas decir cualquier cosa y que tu público esté predispuesto a creerlo.

Los Bardem pueden ser más directos. Han pillado a Isabel Ayuso, vociferan, desmantelando el Estado del Bienestar, esa cosa tan de ellos, los comunistas. El historiador y socialdemócrata Tony Judt no les reiría el chiste. Dejó escrito que, tanto en EEUU (New Deal) como en Europa (Informe Beveridge), ese modelo representa justamente lo contrario del comunismo. Y el riesgo contra esa red de seguridad -sanidad universal incluida- siempre fueron ellos, a los que nada importan la productividad ni las inversiones privadas que aseguren su financiación. Cómo explicar a un comunista en qué consiste la “trampa del dinero fácil” sobre la que advierte el economista Nouriel Roubini.

Ni Judt ni Roubini, “pensamiento Yolanda”. La candidata del PCE es poco explícita –“seamos discretos en público, cuidemos la coalición”-, pero cuando se define lo hace a lo grande. En Buenos Aires, donde acudió para apoyar a Cristina Kirchner, condenada por un robo masivo a las arcas públicas, confesó que la vicepresidenta argentina era su “referente en el mundo, como política y como mujer”. No pensaba lo mismo el heroico fiscal Strassera, protagonista de “Argentina. 1985”, que poco antes de morir declaró sobre los Kirchner: “son un gobierno de ladrones”. A la película le dieron un Goya con el aplauso entusiasta de Yolanda y los peronistas de la sala.

Les va mejor cuando no se meten en líos y se limitan a la narrativa antifranquista. Qué bien les entendía Santos Juliá, otro gran historiador, también socialdemócrata: “usan el pasado para las políticas del presente”. Y hacen mucha caja con el truco. Para muestra, ahí están los camaradas que se forran con programas sin audiencia en TVE, como Jesús Cintora, Javier Ruiz o Julia Otero, todos antifranquistas de uniforme. 

Así, paso a paso, va desapareciendo la oferta política del centroizquierda en España. Quienes hayan seguido la manifestación, supuestamente en defensa del sistema sanitario público, no habrán percibido ninguna preocupación por su sostenibilidad financiera. Es decir, por la cuestión central. El PSOE y sus compañías comunistoides nada tienen que ver con las socialdemocracias que, cuando los hechos económicos cambian, adaptan la gestión del Estado del Bienestar para hacerlo fiscalmente responsable. Si alguna vez existió, de eso, nada queda en la organización socialista.

Tienen que ser muy ingenuos quienes creen que, después de Sánchez, el Partido Socialista podrá ser rehabiltado. El sanchismo lo va a dejar listo para derribo y desescombro. Cuando desde el grupo Prisa se consuelan calificando la fuga que detectan de votantes socialistas hacia el PP como “un porcentaje de transferencia de voto anómalo”, simplemente se niegan a aceptar lo obvio. La mayoría de los votantes del centroizquierda están comprobando que la opción socialista es una amenaza para la estabilidad que necesita España. Un ejemplo: quienes han demostrado que no saben hacer la “o” con un canuto han llevado a España a la mayor caída de renta familiar de toda la OCDE entre 2019 y 2022.

Mucha ideología y nulos resultados. Eduard Fernández, uno de los actores españoles más galardonados, ponía las cosas en su sitio hace unos días. “La gente defiende posturas que escapan del sentido común solo para cuadrar con su ideología”. Que tomen nota la gente “comprometida” del cine español que está coreando en la manifestación que Ayuso practica el “terrorismo sanitario”.

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