Martín Lutero, el teólogo alemán del siglo XVI, dijo que solo “el pensamiento está libre de impuestos”. Cinco siglos después, la frase cobra aún mayor esplendor, cuando ni las bebidas azucaradas se libran de la voracidad recaudatoria de los estados.
El último gran debate sigue librándose en los medios de comunicación, a pesar de que estén ya interviniendo las más altas instituciones económicas de la Unión Europea o multinacionales. El Gobierno de Pedro Sánchez sigue empeñado en gravar los beneficios de la banca (y del sector energético) porque, en su opinión, sus ganancias son escandalosas en tiempos, como los actuales, de alta inflación.
La creación de un impuesto específico a la banca sobrevuela desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno a través, primero, de una moción de censura en 2018, y, después, de sus triunfos en las Elecciones Generales de abril y noviembre de 2019. Nunca, sin embargo, está tan cerca de conseguirlo como ahora, a pesar de la unánime oposición del sector, del Banco de España y del Banco Central Europeo.
En la exposición de motivos de la Proposición de Ley que el Gobierno trata de sacar adelante, se indica que “los sectores bancario y energético son los sectores en los que la inflación puede incrementar en mayor medida sus beneficios”.
Los datos de los nueve primeros meses del año confirman que los beneficios de los seis bancos que cotizan en Bolsa derivados de su actividad en España han crecido un 30%, aunque no todo puede ser achacable a la inflación o las dos subidas de tipos de interés llevadas a cabo por el BCE en julio y septiembre (la tercera se acordó en octubre y, por lo tanto, no puede estar recogida en las cifras de los tres primeros trimestres).
Caixabank, BBVA, Santander, Sabadell, Bankinter y Unicaja, los seis bancos que cotizan en Bolsa, han obtenido un beneficio conjunto de 6.381 millones de euros, pero han dejado en las arcas de Hacienda 2.396 millones de euros (casi 2.500 millones con Abanca), un 51% más que en los nueve primeros meses de 2021, de acuerdo con los datos publicados por las propias entidades financieras. De cada 100 euros de beneficio neto atribuido, 37 han ido a parar a la Agencia Tributaria.
Los principales directivos de la banca española han coincidido en que la medida, de aprobarse, podría “generar un menor consumo y una menor recaudación” (Carlos Torres, presidente de BBVA); “limitar la capacidad de prestar en hasta 50.000 millones de euros en los dos años de vigencia de la medida” (José Antonio Álvarez, consejero delegado de Banco Santander); “ahuyentar a los inversores y mermar la competitividad del sector financiero” (María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter) y “generar problemas para conseguir capital por lo que, entonces, no podría conceder créditos y financiar la economía” (José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Caixabank).
Lo que paga cada entidad
Caixabank, el mayor banco por su actividad en España, obtuvo entre enero y septiembre un beneficio atribuido de 2.457 millones de euros, un 21,5% más que en el mismo periodo del año anterior si no se tienen en cuenta los beneficios extraordinarios derivados en 2021 de la fusión con Bankia, y ha pagado 912 millones de euros, cuando en los nueve primeros meses de 2021 solo tributó por 611 millones descontando los efectos antes citados.
BBVA ha pagado 604 millones de euros en impuestos por sus actividades en España (2.645 millones por todas sus actividades en el mundo), y ha ganado 1.514 millones de euros en el mercado doméstico sin el impacto de la compra de oficinas. Santander ha contribuido con 393 millones para un beneficio de 1.104 millones El grupo Sabadell, excluyendo las actividades de TSB, su filial británica, ha abonado 220 millones en impuestos (133 millones hasta septiembre de 20221) y Bankinter, 171 millones (128 millones en 2021).
¿Tiene razón el Gobierno cuando habla de beneficios escandalosos de la banca? Según los datos de rentabilidad que han presentado las entidades financieras puede que el adjetivo sea exagerado. La rentabilidad sobre recursos propios (capital más reservas), conocido por sus siglas en inglés ROE, solo ha superado el llamado coste del capital (el 10%, al menos) en el caso de Bankinter, que ha ofrecido un retorno del 11,6% en los nueve primeros meses del año. Santander ha conseguido un 10,86%, pero en todo el grupo, que se ha quedado en el 7,4% en España. En BBVA sucede lo mismo, mientras Caixabank llega al 7,2% y Sabadell se queda en el 6,46%.
Valor en Bolsa
Estos porcentajes son entendidos como “bajos” por el mercado, por los inversores. La prueba es que de las seis entidades financieras que cotizan en Bolsa, solo Bankinter tiene un valor de mercado de mercado (alrededor de 5.300 millones) superior al valor en libros de la entidad, con un factor de 1,077, aunque en marzo de 2018 su valor era de 1,986 veces y en septiembre del pasado año llegó a perder la paridad.
El peor valorado por el mercado es Sabadell: 0,308 veces su valor en libros; es decir, vale el 31% de su valor en libros. Unicaja vale el 41%; Santander, el 50%; BBVA, el 71% y Caixabank, cerca del 74%. Y eso a pesar de que en lo que va transcurrido de año, el valor de las acciones de esta última entidad han subido un 45%, un 35% la de Bankinter o un 42% las de Sabadell. Solo Santander está peor que a cierre de 2021: su títulos han bajado más de un 5%, eso sí, menos que el Ibex 35 (-8,6%).
No es un mal endémico de la banca española. El banco italiano Intesa San Paolo vale en bolsa el 41% de su valor en libros; el francés Société Générale, el 28,7%; Deutsche Bank, el 29,2%. HSBC, la entidad considerada la más internacional, vale en Bolsa el 62,11% de su valor contable, en línea con el mayor reconocimiento que tiene la banca de Reino Unido: Lloyds (63%) y Natwest, 62,4%