La noche electoral durante la segunda vuelta de las presidenciales en Brasil fue trepidante. Durante toda la jornada electoral, los medios de comunicación emitían mensajes de un resultado muy reñido al final del recuento electoral.
El pasado 26 de octubre publicábamos aquí que la diferencia entre ambos candidatos oscilaría entre 1,6 y 6,4 puntos porcentuales. La noche electoral acabó como pronosticamos y Lula ganaba las elecciones con menos de 2 puntos de diferencia, dentro de los márgenes predichos en el pasado análisis. El resultado oficial nos dejó un 50,90% del voto para Lula y 49,10% del voto para Bolsonaro.
La polarización y crispación han dominado el eje central de estas elecciones. Durante las votaciones, las redes sociales se llenaban de mensajes incluyendo el hashtag #GolpedeEstado debido a problemas en la circulación y la movilidad de los votantes, reflejo del clima electoral y de los resultados.
Lula presidente, ¿y ahora qué?
Durante los últimos días de campaña sobrevoló la duda de si Bolsonaro aceptaría los resultados electorales de ser adversos para él. Pasada la medianoche y con un Lula ganador, los más cercanos a Bolsonaro comenzaron a reconocer la derrota, pero todo apunta a que Bolsonaro seguirá la línea de Trump tras su derrota frente a Biden.
El fin del recuento nos deja un Lula ganador y un Brasil más dividido que nunca. La polarización ha sido la ganadora de este enfrentamiento electoral. De hecho, Lula, que nos tiene acostumbrados a discursos potentes e improvisados, leyó con rigor los papeles que su esposa le iba pasando. Su discurso habló de un Brasil de todos, de dejar las armas y de acabar con el hambre, un discurso muy unificador, a pesar del casi 50% de los brasileños que votaron a Bolsonaro.
¿Cómo ha cambiado la situación política en Brasil?
La primera vuelta nos dejó unos resultados muy claros de que la victoria de Lula sería ajustada y que se disputaría en los estados claves como Minas Gerais. La segunda vuelta ha ratificado estos parámetros.
Los mapas que vemos a continuación recogen las diferencias de porcentaje de voto por estados entre un candidato y el otro. De este modo, podemos observar si la diferencia ha aumentado o disminuido de una ronda a otra. Lo más llamativo es el viraje protagonizado por el estado de Amapá, donde ganó Lula en la primera ronda y Bolsonaro en la segunda. De hecho, Amapá fue uno de los cuatro estados observados en el anterior estudio, que finalmente fue descartado por su poca fiabilidad.
Minas Gerais sigue reafirmándose como bellwether y continúa seleccionando correctamente al ganador electoral y el porcentaje nacional de voto al ganador. La diferencia entre el voto a Lula en el estado y a nivel nacional ha sido de 0,70 puntos.
El siguiente gráfico recoge el porcentaje de voto a ambos candidatos en cada estado federal al término de la segunda ronda. Podemos ver cómo cada candidato ha subido más en sus estados fortines: Lula en los estados del nordeste y Bolsonaro en el sur. Además, Bolsonaro ha experimentado un crecimiento medio de 5,88 puntos porcentuales frente a los 2,04 puntos porcentuales de Lula. El crecimiento más grande de Bolsonaro se ha producido en Amapá, con 7,95 puntos porcentuales.
Por su parte, Lula creció más en Distrito Federal con 4,34 puntos –en primera vuelta Ciro Gomez obtuvo en este distrito el 4,22% de votos, por lo que intuimos que ahora estos se destinaron a Lula–.
Por último, la abstención en ambas rondas ha sido muy pareja. Durante la primera vuelta se situó en 20,95 puntos y al término de la segunda ronda la abstención se ha situado en 20,50 puntos. El crecimiento de participación de una ronda a otra ha sido de 0,45 puntos porcentuales. Podemos afirmar que los votantes han sido los mismos de una vuelta a otra, en su mayoría, con una clara preferencia por la candidatura de Bolsonaro.
¿Qué Brasil veremos en los próximos meses?
La noche electoral nos dejó un país muy dividido por los resultados finales. El primer discurso de Lula como candidato electo nos dejó pinceladas de la situación en Brasil. Lula afirmó que sus primeros pasos serían la unificación de Brasil y la reducción de la crispación entre brasileños. Además, deberá lidiar con una población dividida al 50% entre evangelistas y no evangelistas que ya le afectó al tener que moderar posturas respecto al aborto.
En este panorama, Lula debe abrir un espacio de concordia y acercamiento entre su gobierno y los gobiernos regionales y municipales. Seguramente veremos designaciones ministeriales que no gusten dentro del Partido de los Trabajadores, al igual que Lula ha rebajado el tono con ciertas políticas públicas o derechos.
La proximidad entre candidatos a nivel nacional y, especialmente, en Minas Gerais con dos bloques muy distantes entre ellos, presagian unos meses difíciles para cualquier ganador electoral. Además, queda por ver si el presidente en funciones, Jair Bolsonaro, reconoce su derrota o aviva más la llama de la polarización en Brasil.
Francisco Javier Ramirez Leiva, Assistant researcher, Universidad Pablo de Olavide.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.