Opinión

Cuando la izquierda se pringa en harina

En caso de ser pillado en un 'Jauhojengi' muestre su carnet de socialista

  • La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin -

Vivir a la velocidad de la luz no consigue que una pierda la capacidad de sorpresa ante lo que sucede. Se publicó hace días un estudio universitario en el que se subraya que a mayor inversión en festejos locales, mayor número de votos para el que lo organiza. Al igual que la respuesta de Camilo José Cela a Antonio Fontán, cuando le pilló sesteando en su escaño del Senado: "Presidente, no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como tampoco estar jodido que estar jodiendo". O sea, no es lo mismo montar fiestas populares que sumarte afanosamente al jolgorio...

Y el que tenga dudas, que le pregunte a la primer ministro de Finlandia, Sanna Marin a cuenta del famoso vídeo en el que se divierte de una fiesta privada en una casa. Con tan mala pata, que las imágenes incluían el típico grito de "Jauhojengi" del amigo gracioso de turno. Y se ha liado la parda en el alegre y luminoso país nórdico. Como todos tenemos un buen nivel en inglés, finés y sueco, no es necesario recordar que jauhojengi significa "la pandilla de la harina", en referencia a la cocaína. El escándalo viene al hilo de que la fecha de la fiestuqui enharinada coincidía con el debate sobre el ingreso de su país en la OTAN, o bien, como algunos sospechan, se trata de una filtración de los rusos para desprestigiarla.

Un follón. Marin se sometió a un test de drogas ilegales para despejar las dudas sobre si ella consumió. Algo parecido al polígrafo de la tele en el que el personaje de turno responde a una pregunta, más bien sórdida, sobre algunos aspectos oscuros de su vida. A continuación, se comparaba la respuesta del interrogado con lo que señalaba la maquinita o se pedía el comodín del público. Podría haber sido una grandiosa escena para Almodóvar. "La primer ministro ha dicho que no consumió nada ilegal y el polígrafo dice… "¡¡¡que es verdad!!!"" y aplausos del público.

Lo normal, dicen los estrictos y frugales, es que, ya a sus 38 añitos, esté en su casa durmiendo, leyendo novelas de misterio, repasando papeles oficiales o tejiendo una bufanda a sus sobrinos, si los tiene, de cara al gélido invierno

Superada la prueba del primer vídeo, ha aparecido un segundo con lo que se ha realimentado la polémica en torno a si una señora primer ministro, tenga la edad que tenga y dada la vecindad de Finlandia con el oso de Moscú, quizás no debería andar a esas horas de farra desbocada con sus amigos. Lo normal, dicen los estrictos y frugales, es que, ya a sus 38 añitos, esté en su casa durmiendo, leyendo novelas de misterio, repasando papeles oficiales o tejiendo una bufanda a sus sobrinos, si los tiene, de cara al gélido invierno.

Esta polémica de la luterana Finlandia, tan progre en apariencia y tan frugal en lo moral, recuerda a los tiempos de mozos de la concejal madrileña del PP Andrea Levy, cuando pasaba los veranos de festival en festival y los inviernos, de concierto en concierto. Si a estos antecedentes sumamos aquellos vídeos de recomendaciones culturales que colgaba en la red durante el confinamiento tenemos un cóctel cargado de dinamita. Cuando un político se expone diariamente el escrutinio de internet puede pasarle de todo. Y así fue Levy. Tuvo que explicar que sufre fibromialgia, lo que provocaba esos tics que mostraba en los vídeos de la polémica. Ahora, a poco de un año de las elecciones municipales, la animosa edil mantiene su afición a recomendar libros y cosas y le importa una higa que se metan con ella en internet.

De haber formado parte de la cofradía del progreso, nadie la habría cuestionado. Ser socialista en España te exonera de dar explicaciones, de recibir imprecaciones vociferantes como si hubieras hecho del Falcon tu segunda casa. Recitales, conciertos y festejos a veces los carga el diablo. Pero no siempre. Lo que el ayuntamiento se deja en festejos patronales se traduce en votos para el alcalde, tal y como subraya el mencionado estudio arriba mencionado, "Let’s party! The impact of local festivities on the incumbent’s electoral support".

Este recurso lo domina a la perfección el alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, el regidor más votado en 2015 de las grandes ciudades. Lo demuestra cuando el Gobierno de España, también de su cuerda ideológica, decreta medidas de ahorro energético y el bueno de don Abel hace lo que sus paisanos esperan de él: defender a capa y espada sus intereses que son las fiestas, en este caso, navideñas. O sea, las luminarias de Nadal. Y ya se ha puesto a colocar bombillas con ese frenesí desaforado con el que va a saltarse a la torera las exigencias de la ministra Ribera, tan severa para con los otros.

Por ello don Abel, campeón de la bulla y de la farra, no iba a quedarse sin su vídeo y fotografías “bailando” break dance en un festival local de cultura urbana. Porque tirarse al suelo para girar sobre su eje como una tortuga panza arriba es característico de las personas que ya han cumplido 75 años. Lo mismo que retar al alcalde de Madrid a un chanante "duelo de bailes".

Ya saben, en caso de "Jauhojengi" muestre su carné de socialista. Aquí nadie le pedirá explicaciones o analíticas de nada, ni de harina ni de marisco, que sindicalistas y sociatas andaluces petarían el aparato.

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