Para nuestros políticos este es el verano del 'apaga la luz y vámonos'. Lanzan un plan de ahorro energético, de apagones y se van a disfrutar de unos días de merecido descanso con la tranquilidad de volver y llegar a final de mes, cosa que a día de hoy no pueden decir la gran mayoría de españoles porque la incertidumbre que estamos viviendo y que vamos a vivir no es igual para todos. Un verano histórico por lo encarecida que está la vida sin ser nosotros responsables como lo fuimos con la burbuja inmobiliaria, con la crisis de 2006. No me equivoco si afirmo que será sin duda el verano más caro de nuestra democracia, en el que más ahorro se pide a los hogares españoles ante una incertidumbre real de escalada general de precios.
Sólo un dato de esta semana lanzado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, diciéndonos que en España la escalada de precios, la inflación, no está bajo control como sí parece estarlo –aún siendo elevada- en países vecinos como Alemania, Francia o Italia, de hecho los precios están mucho más caros aquí que en estos países donde la media se mantiene en un 8,5% mientras que en julio hemos tenido los españoles un 10,8%. Los hogares españoles se sitúan los segundos de la OCDE que más ingresos reales han perdido en el primer trimestre del año. Se nos pide ahorro cuando no hay ni para llegar a final de mes.
Tenemos ante nosotros el verano del ahorro por excelencia, del ahorro en luz, en gas, en todo lo que podamos para poder tener recursos ante la guerra de Vladimir Putin, la guerra no solo contra Ucrania sino la guerra del hambre para todos, la guerra del gas, de las materias primas que nos abastecen a todos y que aún parece no tener fin. Cuando en febrero, a pocos días de iniciarse el conflicto, al alto responsable de asuntos internacionales de la UE, Josep Borrell, nos decía que cada uno de nosotros éramos responsables en nuestra casa de reducir el consumo de gas, nos pareció una locura, nos pareció que era responsabilizarnos de algo en lo que no teníamos decisión alguna. Pues bien, ahora, a falta de avances en la resolución del conflicto entre Rusia y Ucrania, ahora sí lo somos, al parecer más que cualquier administración, y lo siento pero sigue pareciéndome injusto.
Se puede hacer mucho desde cualquier administración para dar ejemplo y que no siempre el ciudadano tenga la sensación que todo el peso recae en él
Desde el ámbito institucional queda mucho por hacer, por ejemplo y tan simple como trabajar para que cualquier edificio público tenga un consumo eficiente, que no sea necesario llevar un abrigo en verano porque no hay control sobre el aire acondicionado y tengas que ponerte casi en bañador en invierno a causa de una calefacción desmesurada. Se puede hacer mucho desde cualquier administración para dar ejemplo y que no siempre el ciudadano tenga la sensación que todo el peso recae en él. Borrell avanzó en febrero lo que ahora es una realidad. O actuamos o al más puro estilo cubano llegan los apagones. Pero cuando se trata de ahorrar hay que empezar por los grandes, no siempre dejar caer la responsabilidad sobre el más pequeño, el ciudadano.
En Alemania, hace dos semanas que el gobierno inició un plan de revisión de calderas –gratis- como medida de ahorro. Aquí vamos a apagar las calles. ¿No será que hay puntos intermedios de ahorro que se puedan aplicar sin poner en peligro la seguridad ciudadana? La primera en lanzar el grito de la discordia, el polémico titular de “Madrid no se apaga”, con el que muchos están de acuerdo aunque no lo digan, fue Isabel Díaz Ayuso al que le han seguido críticas desde otras comunidades, ayuntamientos y hasta por parte de la policía, que advierte algo ya sabido, es decir, que la oscuridad alienta los actos delictivos.
Cierto es que ninguna administración puede ser egoísta en esto, como reclama el presidente del Gobierno, pero también es cierto que un plan de ahorro de estas características habría neesita un punto de consenso general. Parece que la vicepresidenta responsable ya ha dado marcha atrás. Calles oscuras, calles inseguras, apaguemos todo aquello que no repercuta directamente en la seguridad ciudadana, hay mucho por hacer antes que esos apagones que van a tener a los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del estado en pie de guerra y a los delincuentes campando a sus anchas. Con la seguridad no se juega, con el comer tampoco, no podemos tener unos precios tan sumamente disparados en alimentos básicos ni temer por pasar frío en invierno, porque lo de morir de hambre o de frío no puede ser de recibo, y desgraciadamente en eso estamos. Jamás los golpes de calor habían causado tantos muertos en este país, y no solo es culpa del cambio climático, que también, pero qué curioso resulta que tanto el cambio climático como la guerra están sirviendo de comodín para justificar muchos de nuestros males actuales. Cuídense.