Opinión

La obscena exhibición de Montero y sus amigas en Falcon a EEUU

Si la ministra viaja en Falcon, con sus asesoras y colaboradoras, y se dedica a hacer exhibición en redes como si se trataran de cuatro amigas que hacen turismo por la tierra del capitalismo salvaje, la cosa cambia

Que una ministra viaje a Estados Unidos para reunirse con asociaciones civiles, con algún representante de la Casa Blanca -con la directora ejecutiva del Consejo de Políticas de Género de la Casa Blanca, Jennifer Klein, por ejemplo- y que incluso aproveche para hacer alguna visita cultural o turística, no debería ser noticia. Pero si la ministra lo hace en Falcon, con sus asesoras y colaboradoras –una de ellas, recolocada tras ser condenada a prisión y tener que abandonar la Asamblea de Madrid- y se dedica a hacer exhibición en redes como si se trataran de cuatro amigas que hacen turismo por la tierra del capitalismo salvaje, la cosa cambia.

Y cambia porque la ministra Irene Montero –que dedica dinero público a hacer estudios de género que demuestran, supuestamente, que las mujeres contaminan menos- se ha ido en un Falcon del Gobierno –cuya huella de carbono multiplica la de un avión de línea regular ya que en uno van casi trescientas personas y en el otro, la ministra y sus amigas. Cambia porque el Gobierno deberá responder, entre otras cosas, al coste económico del viaje y a los trámites que ha tenido que pasar Isa Serra para evitar que una condena como la suya pudiera haber supuesto su rechazo en la frontera por sus antecedentes.

Cambia porque mientras Irene Montero publica selfies en las redes como si estuviera de Erasmus con su cuchipandi a costa del erario público, en España comenzaba una operación salida con el litro de combustible por encima de los dos euros. Si comparamos con los precios de 2017, a una familia normal ir de Madrid a Alicante en coche le supone casi el doble llenar el depósito.

Cambia porque una ministra que en el Consejo de Ministros aceptó sumisa no responder a la prensa sobre los muertos en la valla de Melilla –un caso que para Podemos debería ser casus belli- se marcha a Estados Unidos a posar feliz con sus tres compañeras y a exhibir sonrisa en Times Square, el capitolio, el obelisco… Un exhibición, insisto, infantil y obscena cuando en Nador, este martes, los tribunales marroquíes juzgan a decenas de supervivientes del asalto a la valla sin las mínimas garantías judiciales.

Podemos venía a cambiar la política y, en cuanto ha podido, se ha subido al Falcon

A buen seguro, el viaje de Montero y sus colaboradoras ha echado más leña al fuego en la caldera que alimenta el enfado de muchos de los ministros socialistas del Gobierno que no entienden este exhibicionismo fotográfico. ¿Se imaginan a Robles, Marlasca, Albares o Planas haciéndose selfies allá por donde sus cargos y su agenda les reclaman y colgándolo en redes?

Ante esto, la respuesta de Ferraz y de Podemos ha sido contraatacar con la foto en Times Square de Isabel Díaz Ayuso en su penúltimo viaje a EEUU, cuando se fotografió en un selfie con Miguel Ángel Rodríguez y otros colaboradores en una imagen que, salvo la hora, recuerda mucho a la de Montero y sus amigas. Esa foto fue muy criticada entonces, y que el argumentario del Gobierno para políticos y tertulianos afines la saque ahora no hace sino reconocer la mala conciencia que hay en Moncloa con lo que Vox califica del “viaje de la cuchipandi”.

Podemos venía a cambiar la política y, en cuanto ha podido, se ha subido al Falcon. Está tan fuera de la realidad que Montero no duda en exhibirse con sus amigas como turistas mientras en España, la inflación está en dos dígitos y llenar el depósito es ya un lujo para muchas familias. Y mientras, en Ferraz, el presidente del Gobierno y líder del PSOE decide que –de momento- su partido debe lanzarse a una campaña en redes sociales para vender bien todas las medidas. Las mismas redes sociales que arden estos días con los memes de Montero y sus amigas.

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