Internacional

Del ‘escuadrón suicida’ de Zelenski a la división de psicópatas de Hitler: cuando los presos van al Ejército

La SS-Sturmbrigade Dirlewanger, compuesta por exconvictos violadores, psicópatas, asesinos y ladrones, llegó a ser tan sanguinaria que escandalizó a la propia Gestapo. En España, los presos que combatieron por la independencia frente a los franceses resultaron más nobles

  • El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski / -

Cambiar el traje a rayas por el uniforme verde militar es un gesto sencillo. Transformar la moral de un hombre es mucho más complicado. Para Spinoza, el único camino para la redención posible es el suicidio, pero circunstancias especiales requieren medidas especiales. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha anunciado que va a liberar a presos con experiencia militar para combatir a los invasores rusos. "Cualquiera que pueda unirse a la lucha contra los ocupantes debe hacerlo. La decisión no fue fácil, pero útil desde el punto de vista de nuestra protección", declaró. Estos presidiarios podrán "expiar sus culpas en los lugares más peligrosos de la guerra".

A lo largo de la historia, hay varios ejemplos de cómo los Gobiernos han llegado a recurrir a los más bajos representantes de la naturaleza humana para cumplir con fines militares. Son 'escuadrones suicida' al más puro estilo 'DC Comics', con dos películas estrenadas sobre un grupo de antihéroes -entre los que está la novia del Joker, Harley Quinn- que es reclutado para cumplir con los deseos bélicos de los Estados Unidos. El ejemplo más reciente lo protagonizó, esta vez en la vida real, el Ejecutivo de George W. Bush. Agresores sexuales, pederastas y ladrones fueron incorporados al Ejército norteamericano para combatir en la Guerra de Irak.

En 2006, 249 criminales engrosaron las filas militares de EEUU. En el Ejército de Tierra y el Cuerpo de Marines se contabilizaba entonces a 87 personas que habían cumplido condena por agresión o mutilación y otras 130 acusadas de tráfico de drogas. También se permitió entrar en el Ejército a 500 ladrones, 19 pirómanos y 9 agresores sexuales, según estadísticas ofrecidas en la época por el comité supervisor del Congreso.

La división de psicópatas de Hitler

Imaginen la existencia de seres tan viles que las propias SS de los nazis se escandalizasen por su excesivo ensañamiento y crueldad con los pueblos invadidos. Ese casting de monstruos fue real, y combatió para Hitler. Se trata de la SS-Sturmbrigade Dirlewanger. La unidad recibe el nombre de Oskar Dirlewanger, un agresor sexual sádico y beligerante que se encargó de adiestrar y formar a esta banda de criminales.

Jesús Hernández da buena cuenta de su historia en 'Bestias nazis: Los verdugos de las SS'. La historia de esta división, de la que en los Juicios de Núremberg renegaron los propios oficiales de las SS, está muy ligada a la de su creador. Dirlewanger fue un joven normal que sacaba buenas notas y que tenía especial interés en las Ciencias Políticas, carrera en la que se matriculó en la Universidad de Frankfurt. Todo cambió con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Se incorporó al Ejército y destacó como combatiente, ganando la medalla al valor y la Cruz de Hierro de primera clase.

Terminada la guerra, fue incapaz de reintegrarse en la vida civil. Se había "institucionalizado", como le ocurre a aquel personaje de la película 'Cadena Perpetua' que se suicida al salir de la cárcel tras años de presidio al no saber adaptarse a vivir en libertad. Dirlewanger no se suicidó, pero supo que el resto de su vida la pasaría con un fusil bajo el brazo.

Oskar Dilerwanger.

Se incorporó a las Freikorps, unas fuerzas paramilitares cuya misión era mantener a raya a los comunistas alemanes. "Había embrutecido su carácter de manera irreversible. Aquel alumno aventajado y alejado de cualquier conducta indisciplinada quedaba definitivamente atrás", escribe Hernández. En 1932 se afilió al Partido Nazi y fue nombrado "ciudadano de honor". Adicto al alcohol y a la violencia, en 1934 tiene un accidente de coche conduciendo totalmente borracho y abandona en el interior del vehículo a una menor de edad que resulta herida grave.

Empiezan a aflorar entonces diversos casos de corrupción de menores, entre ellas, el abuso continuado a una niña de 13 años. Estos hechos llevan a Dirlewanger a prisión y a ser expulsado del Partido Nazi. Dio con sus huesos en el campo de concentración de Welzheim. Sin embargo, contó con la ayuda de su amigo Gottlob Berger, alto oficial nazi y camarada paramilitar de Dirlewanger en los viejos tiempos. Berger pidió al propio Heinrich Himmler, jefe de las SS, que lo liberara. Este aceptó, con la condición de que ingresara en la Legión Cóndor, el cuerpo alemán que combatía junto a Francisco Franco en la Guerra Civil española. Su buen desempeño en esta guerra hace que sea readmitido en el Ejército nazi.

Torturas, violaciones y chantajes

En 1940. Adolf Hitler expresa a sus superiores su objetivo de crear una unidad militar compuesta por presidiarios con experiencia en caza para combatir a los aliados en terrenos boscosos. Berger propuso a Dirlewanger para estar al frente de dicha unidad. La idea inicial de que solo formasen parte de este grupo cazadores convictos cambió y llegó a incluir hasta a 300 hombres que habían cometido todo tipo de delitos. En sus filas había violadores, asesinos, psicópatas, ladrones y toda clase de ralea.

SS-Sturmbrigade Dirlewanger.

Su primera misión tuvo lugar en Polonia. El jefe de Policía de Lublin concluyó que las misiones llevadas a cabo por esta división habían cumplido perfectamente con todos los objetivos. Sin embargo, al juez de las SS Konrad Morgen no dejaban de llegarle quejas y denuncias de la población polaca denunciando ser víctimas de explosiones, violaciones y extorsiones por parte de estos "soldados". El jefe de la Gestapo en Dublin llegó a decir que aquellos hombres eran "peor que la peste".

Una de las acciones llevadas a cabo por el propio Dirlewanger fue la de envenenar a 57 judíos y alegar que esto era mejor que el fusilamiento para conservar ropa y dientes. "Aunque, en teoría, servir en esa unidad debía servir para rehabilitarles, en realidad se les daba la oportunidad de seguir cometiendo los mismos crímenes de manera impune", escribe Hernández en su libro.

La región a la que iban destinados se convertía en una "orgía" de asesinatos, incendios, saqueos, violaciones y "atrocidades sin límite". Otro de los turbios ejemplos de esta unidad fue una ocurrencia de Dirlewanger que consistió en poner a unas jóvenes judías en un círculo y llevar a cabo un "experimento científico". Las desnudaron y les inyectaron estricnina. Dirlewanger se encendió un cigarrillo y él y su tropa comprobó cómo morían poco a poco. Después, cortaron su carne y la servirían junto a carne de caballo en una sopa, siempre según el relato del juez Morgen.

Su siguiente misión tendría lugar en los bosques de Bielorrusia. Este escuadrón fue aldea por aldea eliminando a todos los guerrilleros. Durante estas operaciones de castigo, capturaban a todos los civiles de un pueblo (ancianos, mujeres y niños también), los encerraban en un granero y le prendían fuego con todas aquellas almas dentro. También organizaban ahorcamientos masivos, como el de Minsk, donde colgaron a 28 personas un mismo día. Dirlewanger recibió la Cruz de Hierro por la efectividad de su unidad.

Los bandidos españoles 'con palabra'

La escalofriante historia de la banda de Dirlewanger haría replantearse su fe a más de uno, por lo que para equilibrar la balanza cabe traer a colación la rebelión de los presos de la Cárcel Real de Madrid frente a los invasores franceses en la Guerra de la Independencia española. Arturo Pérez-Reverte se ha hecho eco de esta heroica actuación. "Gente del bronce y de puñalada fácil, chanfaina de los barrios crudos del Rastro, Lavapiés y el Barquillo", dice el escritor, solicitó salir a combatir a los franceses en una ciudad sublevada con la promesa de volver a prisión una vez cumplido su cometido.

Los franceses "vieron caerles encima una jábega de energúmenos morenos, patilludos, tatuados y vociferantes, que a los gritos de '¡Viva el rey!' y '¡Muerte a los gabachos!' se los pasaron literalmente por la piedra de amolar". Lo más singular en este caso fue, no obstante, que de los cincuenta y dos supervivientes, sólo uno faltó al recuento final. Se comportaron como caballeros y gente de palabra. Solo el destino dirá si los presos que ha liberado Zelenski siguen el camino de la sangrienta banda de Dirlewanger o el de los nobles españoles de la Cárcel Real.

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