Los árboles funcionan como filtros naturales que absorben el dióxido de carbono (CO2), retienen las partículas que flotan a su alrededor y liberan oxígeno, pero hay que plantarlos, requieren tiempo para crecer y, a veces, no forman una masa verde suficientemente abundante como para mantener limpia la atmósfera urbana. Una compañía alemana ha desarrollado una solución innovadora para ayudar a nuestros “amigos con tronco, ramas y copa” naturales en sus tareas de limpieza ambiental: una estructura cuadrada de metal y madera que puede incorporarse al mobiliario urbano y es capaz de absorber la contaminación del aire como si fuese un bosque condensado.
El musgo de los paneles está adaptado para almacenar las partículas de la polución y usarlas como nutrientes
El denominado City Tree (árbol urbano) creado por el equipo de arquitectos, informáticos, ingenieros, biólogos y horticultores de Green City Solutions (GCS) consiste en una instalación vertical que combina un cultivo de un tipo de musgo especial con tecnologías conectadas a Internet, explican desde la compañía con sede en Berlín.
Las cualidades de un bosque
Cada estructura, que cuenta con asientos para los transeúntes adosados a cada lado, aloja en un panel de 4 metros de alto, 3 metros de ancho y 60 centímetros de espesor que permanece de pie sobre la acera, una combinación de plantas específicas que capturan partículas en suspensión (polvo microscópico), óxidos de nitrógeno y ozono, neutralizando el equivalente a la emisión de unas 240 toneladas de C02 al año, según GCS. "Este filtro vegetal, cuya composición puede adaptarse a distintos medios, tiene aproximadamente el mismo efecto que 275 árboles urbanos ‘Robinia pseudoacacia’, pero requiere un 99 por ciento menos de espacio, ocupando unos 3,5 metros cuadrados de suelo", explica a Efe Tina Hensel, portavoz de GCS. El musgo que se cultiva en granjas y después se instala en los paneles, está adaptado para almacenar las partículas de la polución y usarlas como nutrientes, pero no es frecuente en las ciudades, y para este sistema se han seleccionado las variedades con mayor capacidad de filtrar contaminantes y mejor adaptadas a cada clima local, según los desarrolladores. El musgo de una unidad se regenera aproximadamente cada 14 días durante su fase de vegetación o crecimiento de 231 días, y su efecto de neutralización del C02 se calcula en base a las micropartículas de polvo que absorbe, así como otros factores relacionados con el calentamiento climático, según la empresa. "El musgo está recubierto de un revestimiento vegetal protector formado por otras variedades de plantas y recibe agua y nutrientes de un depósito automatizado, recogiendo 12,2 kilogramos anuales de partículas de polvo fino, que son transformadas principalmente en biomasa o materia orgánica vegetal", según Hensel. "Además de producir oxígeno, el musgo y su cobertura vegetal refrescan el aire circundante", añade. Esta instalación contiene una serie de sensores electrónicos que reciben datos que se procesan y utilizan desde un centro de control para regular y controlar la unidad de forma remota, asegurando así que las plantas que aloja sobrevivan en el entorno y las condiciones de cada momento, según la compañía.
Muy poco mantenimiento
"Gracias a sus paneles solares y sistemas de retención de agua de lluvia, que proporcionan electricidad al sistema e hidratación al cultivo de musgo de manera autónoma, el ‘árbol urbano’ solo requiere unas pocas horas de mantenimiento al año", añade Hensel. Además, gracias a que incorpora distintas tecnologías de trasmisión inalámbrica como wifi, NFC e iBeacon (basado en Bluetooth), así como código QR y pantallas electrónicas, estas instalaciones también pueden transmitir información digital y visual, por ejemplo de tipo publicitario, a los transeúntes, indican desde la compañía.
Hensel informa que estas instalaciones también pueden funcionar como puntos de suministro de señal wifi y estaciones de recarga para bicicletas eléctricas. Desde su comienzo, en 2014, se han instalado estos ‘árboles urbanos’ en varias ciudades de países europeos, como Oslo (Noruega), Paris (Francia), Bruselas (Bélgica) Berlín y Dresden (Alemania) , así como en Hong Kong, según esta portavoz.
Desde mediados de 2017 está en marcha el programa ‘City Tree Scaler’ para probar seis unidades con esta tecnología en las calles más contaminadas de la ciudad italiana de Módena durante dos años, para valorar especialmente su impacto en la mejora de la calidad del aire y la biodiversidad y la reducción del calentamiento de la ciudad, informa GCS.
Añaden que este programa permitirá comprobar la capacidad depuradora real de estas unidades que se espera que reduzcan el equivalente a 2.880 toneladas de C02 emitidas al aire en Módena, durante los 24 meses de duración de la iniciativa. GCS fue declarada en 2014 una de las cuatro mejores compañías emergentes dedicadas a tecnologías limpias (que no contaminan y ayudan a preservar el medioambiente y los recursos naturales) por la organización Climate-KIC la mayor iniciativa europea de innovación en tecnologías “amigas” del clima, destaca la empresa alemana.