Al llegar las elecciones llegan, inevitablemente, los debates entre candidatos. Dicen los expertos que no suelen alterar demasiado la intención de voto. Hombre, por la manera en la que se organizan tampoco es de extrañar. Son una especie de cajón desastre donde, de entrada, los presentadores suelen ser en el mejor de los casos de cartón piedra; cada político va a su rollo, se lleva esas cartulinas en las que aparecen gráficos, numeritos o portadas de diario, se tiran por la cabeza la cacharrería de la familia, hacen esa gilipolluá del minuto de oro y a casa. Los medios ya dirán quién ha salido vencedor y a quién lo han devuelto al corral por manso.
Ya hemos tenido el primer debate de campaña en las vascongadas, que ahí son las primeras elecciones programadas. RTVE ha salido gritando eufórica a los cuatro vientos que la reunión de candidatos organizada por la Espantosa ha sido la leche: lo más visto en su franja de emisión en aquella autonomía con 214.000 espectadores, lo que supone una media del 14% de cuota de pantalla en la 1 y en el Canal 24 horas. Tiene mérito si se añade que duró 108 minutos. Los presentadores fueron el inefable Xabier Fortes y Teresa Aguiló, lo que excusa comentarios. Que fue un rollazo como una catedral tampoco, porque somos plúmbeos, acartonados y en según qué casos, faltones. No hablaré sobre si son veraces en sus promesas porque sería entrar en el género de la comedia y no es el tema del artículo.
¿En qué o en quién influye que los candidatos se hayan cascado casi dos horas dale que dale ante las cámaras? Pues en nada. Y es que el modelo de debate electoral está agotado, al igual que los ciudadanos
Esto me lleva a pensar en que el País Vasco tiene una población de 2.227.581 habitantes. Están llamados a las urnas – expresión al uso como es la de serpiente multicolor aplicada al ciclismo – 1.795.206 ciudadanos. Vascos que vivan en el extranjero, y no me refiero al resto de España, se hay 82.882. Y el debate del que tanto se jacta RTVE lo han visto solo 214.000 personas. La mínima expresión. ¿En qué o en quién influye que los candidatos se hayan cascado casi dos horas dale que dale ante las cámaras? Pues en nada. Y es que el modelo de debate electoral está agotado, al igual que los ciudadanos. La política en España se ha convertido en algo aburridísimo por el simple hecho de que todos ya sabemos de antemano lo que van a decir por sus boquitas de piñón quienes se nos presentan como nuestros salvadores, nuestros imprescindibles padres de la patria, o de la matria o del Dios que los menea. Eso, y que la gente suele tener más que pensado lo que va a votar, máxime en este momento en que la cosa va de "Lo que sea con tal de que no gobierne la derecha" o "Lo que sea con tal de echar a Sánchez y su banda". Con una sociedad tan polarizada por culpa de esos mismos políticos que van al plató poniendo cara de bonico no hay quien crea que un debate sirva para nada. Porque la confrontación de ideas, de programas, de soluciones, de proyectos, de visión de Estado, se queda para los del extranjero.
Así las cosas, en lugar de tanta elección y tanto pito, servidor es partidario de proceder como el alcalde de “Amanece que no es poco” – ¡inolvidable Rafael Alonso! -convoca de un día para otro elecciones y cuando alguien dice que habrá que hacer campaña, éste responde “No hace falta, que aquí ya nos conocemos todos”. Roguemos al Señor por unos debates no agitados, simplemente debatidos, si puede ser a las cinco de la madrugada. Que pasen discretitos porque son, de natural, perfectamente olvidables. Ah, y que si la Guardia Civil no sale elegida sea porque ha ganado la secreta.
Variopinto
Sin los debates electorales, la televisión pública perderia aún más fundamento para ser reconocible como bien de utilidad pública. Aunque, fíjense que es curioso: a ninguno de los programas con sección de tertulia política, ni en las televisiones públicas, ni en las privadas, se le ocurre, ni de lejos, copiar estos tediosos formatos a los que llaman debates electorales. Económicamente, la televisión convencional está herida de muerte. Y, mediaticamente, basta comprobar que, convenientemente movidos por las redes, los video resumen que se editan con la intervención de los candidatos llega a superar con creces esas ridículas cifras de audiencia. Ninguno de los programas nocturnos que les contraten a los nuevos millonarios progresistas van a evitar la extinción de la televisión convencional, por muy de interés público que la pinten.
Pacopepe
Querido Miquel, que razón llevas sobre los debates. Nada cambia, solo es una oportunidad para insultase entre todos (y tú más). También cualquier artículo es una oportunidad para los tontos de siempre mezclando al PP con el PSOE. qué le vamos a hacer, no dan más de sí.
Norne Gaest
No voy a entrar en si son necesarios los debates electorales o no, como si las comisiones de investigación en el Congreso sirven para algo. A ambos hechos del doy un 0.5% de valoración, escala 1 a 100. Hoy me fijo en el resultado de los sondeos, que en lo esencial confirman lo que tenemos. Pues bien, en las Vascongadas y en Cataluña, las previsiones son una absoluta vergüenza. En ambas las fuerzas separatistas y sus oportunistas tontos útiles (los socialistas) ganan por goleada. Además de separatistas, son ntidemocráticas, bandas organizadas de nazionalistas, con z, que, incluso mediante el terrorismo, han destruido la libertad en las respectivas regiones (aunque queden reductos discrepantes) y creado sociedades ideológicamente enfermas. Y, no lo olvidemos, a este estado de cosas han contribuido los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP. Sí, estos teóricamente representan al Estado español, pero que de hecho han colaborado y colaboran con los enemigos para vaciarlo, saquearlo y despreciarlo. (Feijoo solo excluye a Bildu, tampoco se olvide)