La explotación laboral está a la orden del día tanto en Madrid como en el resto de España. Una contratación ilegal que en muchas ocasiones pone en riesgo la vida de los propios trabajadores. Si antaño era la construcción el sector donde más se producía este delito ahora son tres los pilares de esta práctica: las cocinas fantasmas, los talleres de tejido y los repartidores de comida, según afirma a Vozpópuli Antonio Mendribe, agente de la Policía Municipal de Madrid.
"Sabemos que hay muchísima contratación ilegal en España y en Madrid sobre todo que es un ciudad muy demandante de mano de obra", explican estas fuentes. Y es que el "mundo latino" trabaja mucho en "precario" y en la actualidad hay "muchos empresarios aprovechándose de la especial vulnerabilidad" de estos migrantes.
Para llevarles a su terreno les atraen con "falsas promesas de contratación" que nunca llegan. "Les dicen que van a estar un tiempo a prueba pero luego pasan los meses y siguen trabajando sin contrato", afirman estas fuentes de la Policía Municipal de Madrid.
Estos trabajadores irregulares comienzan en sus puestos sin formación ni prevención en materia de riesgos laborales contraviniendo todos los patrones de la formación básica. "En los puestos que desarrollan es obligatorio realidad un curso de 20 horas que puede ser mayor dependiendo de la maquinaria que usan", remarcan. Y es que en todo momento se está produciendo un delito contra los derechos de los trabajadores por explotación laboral.
Repartidores sin permiso de circulación
La explotación laboral se produce sobre todo en trabajos que "no tienen mucha exposición al público". "Ahora sobre todo en talleres de textil, cocinas ilegales... hace diez años se daba mucho en la construcción pero ahora está muy vigilada y muy reglada. Todo ello porque en este sector es donde más siniestros laborales se han producido", subrayan. Además, la Policía Municipal de Madrid es la encargada de investigar estos sucesos, un tema en el que se han producido muchos avances en los últimos años.
Esta práctica fraudulenta también se produce en empresas de reparto. Un individuo se hace con una licencia y subcontrata a otros compatriotas. Es otra de las cabezas de la explotación laboral. "Incluso tienen falta de autorización para conducir vehículos... se unen muchos delitos y faltas administrativas", aseguran.
Las personas que trabajan en estos talleres clandestinos y en las cocinas fantasmas lo hacen en unas "condiciones muy lamentables". "Hacinados y con carencias en las instalaciones eléctricas. Tienen apenas unos metros de espacio para desarrollar sus funciones. No descansan y hacen turnos de 12 y 14 horas al día. Todo ello muy por debajo del salario mínimo al que ni se acercan estos inmigrantes", lamentan.
Los vecinos denuncian la explotación laboral
Otras veces estas personas cobran por producción dependiendo de las prendas que tejan durante sus jornadas laborales. "Ocurre y ocurría en la población china trabajando en talleres pero ahora se ha trasladado al mundo latino", destaca.
Los talleres clandestinos y las cocinas fantasmas no tienen licencia de actividad. A la vista de las administraciones son un "negocio cerrado" que no tienen venta al público. Los investigadores llegan hasta estos lugares gracias a las denuncias de los vecinos.
La última operación contra la explotación laboral fue desarrollada esta semana por agentes de la Policía Nacional, Policía Municipal de Madrid y la Inspección de Trabajo y Seguridad Social (IPTSS). Desarticularon un taller textil clandestino en Carabanchel y arrestado a seis personas, entre ellas, un empresario por explotar laboralmente a sus empleados y promover la inmigración irregular.
En un taller vivía un niño de 5 años
En el lugar se localizó a diez trabajadores de los cuales cinco se encontraban en situación irregular en España y sin autorización para ejercer actividad laboral alguna. En el interior de estas instalaciones vivía un menor de tan solo cinco años.
No era la primera vez que los agentes desmantelaban este taller ilegal. El pasado mes de julio, la Policía detuvo a tres jóvenes que intentaron incendiar este local. Este trio resultó herido por las llamadas en la confluencia de las calles Secuoya y Aguacate. Y es que la tardanza de los procesos judiciales permiten a estos 'explotadores' volver a abrir sus negocios en la espera. "Sino pasan a nuevas manos pero con los mismos fines", concluye.