Emocionado y agradecido. Así se mostró el actor Juan Echanove tras recibir ayer el reconocimiento del público por su labor de difusión de la cocina tradicional en los XXXIX Premios Nacionales de Gastronomía de la Fundación DIARIO DE AVISOS. “Siempre lo llevaré en mi corazón”, afirmó mientras el auditorio de El Sauzal le dedicaba una sonora y prolongada ovación.
“Hay que hacer todo con emoción, vivir con emoción, trabajar con ilusión, tener la ilusión que tengo yo en Tenerife, una isla a la que espero regresar pronto. Hoy se lo decía a mi mujer, vamos a volver pronto, porque necesito volver a vivir esta emoción”, indicaba Echanove.
En la entrega de los premios más antiguos de gastronomía que se conceden en España, el actor destacó su especial relación “con toda Canarias” una tierra “de la que me siento parte” tras visitarla con varios de los proyectos televisivos en los que ha participado: “Yo creo que hay que dejar parte de ti en los lugares que visitas, que quede parte de su esencia y que esa esencia se venga contigo. Así entiendo yo la vida”.
Juan Echanove, que puso en valor el auditorio de El Sauzal como un especio que “ojalá tuviera en Madrid”, apostó por la difusión de la gastronomía como parte de la cultura: “Este premio, que creo que no merezco, me hace especialmente feliz. Este tiempo de eventos es muy importante, porque tenemos que poner en valor nuestra gastronomía esa que, como repito, hacemos con mucha emoción”. “Me vuelvo a Madrid cargado de emoción, ilusión y papitas”, dijo al finalizar su intervención, prometiendo que “muy pronto” regresará para “disfrutar de la gente de Canarias”.
Begoña Rodrigo y el camarero Jacobo
Begoña Rodrigo recogió el Premio al Mejor Restaurante Nacional gracias a La Salita, ubicado en Valencia. La ganadora de la primera edición del programa de televisión Top Chef admitió, visiblemente conmovida, que “los inicios no fueron sencillos” en un local que cuenta con estrella Michelin, pero que allí un tinerfeño tuvo una labor fundamental.
“Que se nos estropeara una luz era un problema, porque no teníamos los tres euros que costaba cambiarla, pero allí estaba siempre Jacobo, nuestro camarero, que iba a arreglarlo. Eso y todo. No sé si todos los tinerfeños seréis así, pero si es así, qué afortunados”, indicaba.
Rodrigo, además, desveló que cuando el camarero tinerfeño hizo las maletas rumbo a su Isla, la “pena” les inundó por una cuestión más allá del día a día: “Yo me preguntaba: ¿Quién nos dirá ahora lo buenos que somos? Porque siempre nos lo decía, decía que éramos muy buenos, cada día, en todo momento, nos animaba”.