A pesar de ser la segunda comunidad autónoma más pequeña de España, La Rioja esconde multitud de lugares llenos de encanto e historia. Más allá del vino y todo su proceso de creación, enmarcado dentro de una de las denominaciones de origen más reconocidas del mundo, la región del norte de España alberga rincones dignos de conocer en sus escasos 5.000 kilómetros cuadrados de extensión.
Una naturaleza de cuento, declarada reserva de la biosfera por la Unesco, sus pueblos medievales escondidos entre montañas y una gastronomía a la altura de sus vinos son algunos de los reclamos más atractivos.
Logroño y la calle Laurel
La capital de La Rioja alberga una de las zonas de tapas más reconocidas de España. La calle Laurel, también nombrada la Senda de los Elefantes (por aquello de acabar trompa si se visitan todos sus locales), reúne 60 bares y restaurantes en un conjunto de calles, plazas y callejuelas que se ubican en pleno casco antiguo de Logroño. Además, fue nombrada como primera zona gastronómica de España con el sello 'Hostelería Segura' por la Asociación de Hostelería de España antes de su reapertura, por lo que la covid no será un impedimento para darse un buen atracón de comida.
San Millán de la Cogolla, la cuna del castellano
Conocidos como la cuna del castellano, los monasterios de Suso y Yuso están situados en el pueblo de San Millán de la Cogolla, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda. Nombrados Patrimonio de la Humanidad, son el lugar en el que se encontró la que, a día de hoy, es la más antigua manifestación escrita de la Lengua Española.
El Monasterio de Suso, el de arriba, surgió de las cuevas que habitaron los eremitas discípulos de San Millán, allá por el siglo VI. Las sucesivas ampliaciones que convirtieron aquellas cuevas en cenobio y en monasterio se pueden observar en los diferentes estilos arquitectónicos que se fueron superponiendo entre los siglos VI y X: visigótico, mozárabe y románico. Por su parte, el de Yuso (abajo), construido para ampliar el de Suso en el siglo XI, destaca por sus grandes dimensiones. Fue reconstruido en los siglos XVI, XVII y XVIII, y en él se conjugan diferentes estilos: renacentista y barroco principalmente.
Haro, la capital del Rioja
Uno de los planes estrella en la La Rioja es, por supuesto, visitar las bodegas y los viñedos y conocer el proceso de creación del vino. Y para ello, pocos lugares mejores que Haro, la capital del Rioja. Además de un casco histórico declarado Bien de Interés Cultural, el municipio alberga la mayor concentración de bodegas centenarias de España y, una de las más grandes del mundo. Heredia, Bodegas Bilbaínas o Muga son algunas de las más conocidas.
Museo del Vino de Vivanco
El Museo Vivanco de la Cultura del Vino, uno de los mejores del mundo recoge la colección cultural de la familia bodeguera riojana Vivanco. Arqueología, escultura, pintura... en un recinto que ocupa una superficie de 4.000 m2 en los que alberga cinco salas de exposición permanente, una sala de exposiciones temporales y, en el exterior, el Jardín de Baco, una colección de vides que cuenta con más de 220 variedades de todo el mundo.
Aguas termales en Arnedillo
A 60 kilómetros de Logroño se encuentran las Pozas de Arnedillo, unas construcciones de piedra en el margen del río Cidacos, de las que manan unas aguas termales con propiedades medicinales.
Se trata de una piscina natural de acceso libre y cuyas aguas están clasificadas como clorurado sódicas, sulfatado cálcicas, bromuradas, con iones de magnesio, hierro, silicio y rubidio, radiactivas e hipertermales, con una temperatura de emergencia de 52,5 °C, en medio de una paisaje natural impresionante.
Las cuevas de Arnedo
La ciudad del calzado, conocida así por la industria ligada a este sector textil ubicada en este municipio de 15.000 habitantes, esconde en sus montañas kilómetros y kilómetros de cuevas excavadas en roca arenisca, arcillosa, y rojiza. De ellas, la más conocida es la cueva de los Cien pilares, un conjunto visitable de túneles y galerías cuyo origen todavía es un misterio.
Enciso, tierra de dinosaurios
Al sur de La Rioja, en el valle alto del río Cidacos, limítrofe con Soria, se encuentra el pueblo de Enciso, donde hay catalogadas 1.700 huellas de dinosaurios. En el trayecto de Enciso a Navalsaz se recorren un total de siete yacimientos llenos de tierra de icnitas (término con el que se denomina a las huellas fosilizadas de dinosaurio), cuya visita es libre, aunque algunos están protegidos con vallas y cubiertas.
La mina de pirita más buscada del mundo
Descubierto en el año 1965, el yacimiento de piritas situado a cuatro kilómetros del pueblo de Navajún, en plena sierra de Alcarama, es todo un referente dentro de la mineralogía española.
La pirita, llamada también el oro de los locos, abunda en la explotación 'Ampliación a Victoria' hasta el punto de haberse convertido es la mina más buscada y reconocida del mundo por los coleccionistas de este material.
Ezcaray y la cima de la Rioja
Para muchos, Ezcaray es el pueblo más bonito de La Rioja. Ubicado en plena Sierra de la Demanda, a los pies del pico de San Lorenzo, la montaña más alta de La Rioja (2.271 m.), ofrece multitud de alternativas en función de la época del año en la que sea visitado. En invierno dispone de las pistas de esquí de Valdezcaray y, el resto del año, de un casco urbano único y una naturaleza que invita a perderse por sus senderos.
Sierra de Cebollera, un paisaje de cuento
Si te gusta la naturaleza, no podrás dejar pasar la ocasión de visitar el Parque Natural de la Sierra de Cebollera. Ubicado en el alto valle del río Iregua, se trata de un paisaje natural repleto de fauna y flora, con predominio del pino silvestre, la haya y el roble, aunque también con lugar para especies más extrañas, como acebedos, abedules y pinos negros. Las cascadas, lagos, riachuelos y bosques dan forma a un lugar propio de los cuentos que es toda una delicia para los sentidos de los amantes de la naturaleza.
Turruncún, las ruinas de un antiguo pueblo
Un pueblo medio derruido y abandonado situado en la Sierra de Prejano, entre Arnedo y Cornágo. Aunque a principios del siglo XX contaba con una población de 300 habitantes, dedicados en su mayoría a la agricultura, el crecimiento de la industria del calzado en Arnedo fue poco a poco provocando su abandono hasta convertirse en una zona despoblada, pero espectacular. Actualmente sus tierras pertenecen al Icona, y depende administrativamente del Ayuntamiento de Arnedo desde 1975.