Hace muchos años que este periodista descubrió que el Festival de Málaga no solo era el reflejo de la actualidad cinematográfica española sino el punto de reunión e información de actores, directores y productores para próximas colaboraciones. Todos cotilleaban, se felicitaban y todos, también, mostraban interés en el trabajo de todos, lo que lubricaba la ficción patria de forma extraordinaria cuando todavía no existía Internet y las series nacionales tenían muy poco que ver con el cine. Ya con el móvil en la mano, el intercambio se prolongó hasta que llegó la infecta pandemia y el mejor ‘escaparate del cine español’, por utilizar la metáfora más manida para referirse al concurso, tuvo que hacer frente a dos años de valiente anormalidad y rigidez.
Ahora todo ya pasó (o casi) y es tiempo, pues, de brindis y celebraciones y el Festival, en su edición 25, lo demuestra concediendo el Premio honorífico Málaga SUR al conjunto del Cine Español, ni más ni menos. Lo recogerá el presidente de la Academia del Cine Mariano Barroso, de vuelta al festival tras recoger el Premio Retrospectiva el año pasado. En la edición de “la celebración de la vida” como ha señalado su presidente, Juan Antonio Vigar, se presentan 18 largometrajes a concurso, como Canallas (Daniel Guzmán), Las niñas de cristal (Jota Linares), El test (Dani de la Orden), La maniobra de la tortuga (Juan Miguel del Castillo) y Llegaron de noche (Imanol Uribe) y comienza su andadura una nueva sección, +Málaga, que estrenará seis cintas italianas, francesas y británicas para “consolidar la dimensión internacional del certamen”, según palabras de Juan Antonio Vigar.
La gala del reencuentro
Pero antes, esta noche, el público disfrutará de la Gala de Inauguración a cargo del también malagueño Pepón Nieto en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena, con capacidad para 2.400 personas. Después de las actuaciones de Manolo García, Camela, Pol Granch y Guitarricadelafuente y los locales Antonio Peula y Belén Bouzas, se proyectará Código Emperador, la última película de Jorge Coira.
L o que cuenta aquí es la intriga de despachos más que las persecuciones y la delincuencia habitual
Se trata un sólido thriller escrito por Jorge Guerricaechevarría (Goya por Celda 211 y Las leyes de la frontera) y producido por VacaFilms con dos también sólidos peajes a pagar: el omnipresente protagonismo de Luis Tosar, presente en todos los minutos de la cinta y solo oscurecido unos minutos por el inmenso Miguel Rellán; y una fotografía plana y gris en la que se tiran a la basura escenarios como Budapest o Panamá. El resto se sostiene también gracias a Tosar y a un medido guion que, a la manera de las novelas del inmenso John Le Carré, cuenta mucho con la mínima acción. Que el único movimiento, una persecución, de un thriller se produzca pasadas hora y media de proyección muestra que lo que cuenta aquí es la intriga de despachos más que la delincuencia habitual y mundial.
Una intriga inspirada en hechos reales que incluye investigación de las cloacas del estado, chantajes sexuales, corrupción judicial e incluso malos tratos de un jugador de fútbol de un club madrileño. Y, claro, en medio un político corrupto al que se quiere “buscarle la mierda que esconde” pero al que se le acaba arrojándosela a través de una chica muy abierta a intercambios sexuales. Todo es creíble y todo forma parte de nuestra habitual crónica diaria, desde el comisario corrupto (Rellán) hasta los súbitos cambios en las cabezas de partidos, pero nada resulta especialmente relevante y, a veces, incluso algo resulta demasiado chocante. Que un cincuentón espía español engatuse a una veinteañera filipina de apenas 20 años sin promesas burocráticas de por medio es cosa más del cine de hace décadas. Una producción realista no debería sustentarse en algo tan de James Bond, por más que estemos celebrando su 60 aniversario.
