Para aquellos que visiten las zonas rurales de España, es posible que les llamen la atención distintas peculiaridades que, vistas por sus habitantes, son gestos de lo más normales y habituales. Entre estos hábitos puede destacar uno de lo más curioso: los habitantes de estos pueblos colocan garrafas de agua en la entrada de sus hogares.
¿Cuál es la utilidad de colocar estos recipientes en las puertas de las casas? ¿Qué función puede tener? La respuesta es sencilla: proteger las fachadas de los edificios. Animales callejeros como perros o gatos pueden tender a orinar en esas zonas, y la presencia del recipiente puede incomodarlos y hacerlos cambiar de idea.
El motivo del por qué estas garrafas y no otro objeto radica en los destellos que provoca el sol en este tipo de materiales: las luces puede asustar a los animales, además de ver su propio reflejo. El método surgió como alternativa tras la prohibición del vertido de azufre y carbonato de sodio, pues provocaba problemas de salud.
Tradiciones y costumbres llamativas
El hábito de colocar garrafas de agua en la puerta de los hogares no es el único truco que han ideado los habitantes de áreas rurales. En zonas como Elche es posible encontrar paños naranjas en ventanas y balcones de las casas. Esto tiene un significado: es una llamada al butanero de la zona para que les acerque una bombona.
Otra tradición en las zonas rurales, esta muy extendida, es colocar pequeños discos colgados de árboles y arbustos. Esto ocurre en huertos y cultivos: el objetivo es ahuyentar a los pájaros para proteger los frutos. Esta idea fue una alternativa al clásico espantapájaros, al que estos animales se habituaron y dejaron de respetar.
La importancia de la gestión de colonias de gatos ferales
Para tratar el problema de fondo, la clave es la gestión de las distintas colonias de gatos ferales, además de los perros callejeros. Según la Fundación Affinity, los gatos que viven en la calle no suelen superar los 10 años de edad, mientras que la esperanza de un gato que vive en un hogar puede vivir de 15 a 20 años, en los mejores casos.
Las colonias deben estar supervisadas. Multitud de asociaciones se dedican a ellos: además de alimentar y cuidar de la salud de estos animales, también se encargan de castrarlos para evitar mayores problemas y controlar su población.