Con esa sotana negra, tan blanco y tan calvo, tan místico, hay quien dice que Billy Corgan es una mezcla entre Nosferatu y apestoso de la Familia Adams. Puede ser pero, cuando se cuelga la guitarra y se planta frente al micrófono lo que está claro es que es un icono del rock de las últimas tres décadas. Y de la de los noventa del siglo pasado en particular.
Porque fue en aquellos años de esplendor del rock alternativo cuando The Smashing Pumpkins forjaron su leyenda con sus primeros cinco álbumes. Luego vinieron las deserciones, las separaciones, la larga travesía del desierto y, en última instancia, la redención con el regreso al grupo del baterista Jimmy Chamberlin primero y del guitarrista James Iha después -tres cuartas partes del grupo original, con ausencia de la bajista D'arcy Wretzky-.
Así que con la etiqueta de 'gira de reunión' se plantaron este viernes en un Mad Cool que subió un poquito más la cifra de asistencia hasta 49.000 -en la fiesta de bienvenida fueron 39.700 y el jueves 47.500, número considerables aunque muy lejos del lleno del pasado año con 80.000 por día-. Y la gran mayoría se reunió ante el segundo escenario a la hora señalada, un poco antes de medianoche, para reencontrarse con sus recuerdos de adolescencia.
Billy Corgan tiene ese punto de líder de una secta de intenciones no muy claras y por eso resulta tan atrayente
'Siva' y 'Zero' son un viaje al que siguen las más recientes 'Solara' y 'Knigths of Malta'. De repente el público tiene 25 años menos, el rock alternativo lidera las listas de todo el mundo y el reguetón no existe. El clásico 'Bullet with butterfly wings' pone del revés al festival, que se entrega sin cortarse un cacho a la épica de 'Disarm'. Muy contundentes son 'The everlasting gaze' y 'Ava adore', con el batería Jimmy Chamberlin pegando como muy pocos van a pegar en este Mad Cool.
Billy Corgan tiene ese punto de líder de una secta de intenciones no muy claras y por eso resulta tan atrayente. Se mueve por el escenario lentamente, casi diríase que levitando ligeramente. Y puede que él no levite, pero a estas alturas ya hay gente en la concurrencia que un poco 'high' va gracias a canciones generacionales como '1979', 'Tonight, tonight' y 'Cherub Rock' -de cuando Corgan tenía pelo, nada menos-.
Los miembros del grupo intercambian sonrisas cómplices y rematan con un 'Today' fantástico de cuando la MTV ponía música de verdad y por eso resultaba tan influyente. Aplauso generalizado para una de las bandas capitales de los noventa, que ha sufrido un gran desgaste seguramente por su propio devenir y por la mente demasiado preclara de Billy Corgan, compositor irreprochable y líder férreo del proyecto que ahora parece haber recuperado la senda que nunca debió perder. El Mad Cool se lo agradece con una ovación final.
Música española
Como es habitual en todos los festivales, traslado veloz para el siguiente grupo: Vetusta Morla pasada la 1 de la madrugada. Una hora buena en el escenario principal, aunque muy pronto queda claro que la banda madrileña tendría que tocar en hora punta -es decir, antes-, pues recordemos que ella sola congregó a 38.000 personas en La Caja Mágica de Madrid hace ahora un año. Son héroes locales y por eso habría que ponerles ahí bien arriba. Más arriba.
Pero claro, Vetusta Morla están este verano en un montón de festivales y Mad Cool cuenta con bandas que nadie más tiene en nuestro país. Por eso hay que hacerles hueco, está claro, por la novedad y la diferencia. Sea como fuere, el grupo sale con la sexta marcha metida y con las revoluciones en rojo, con un Pucho especialmente bailón y saltarín al tiempo que matemáticamente preciso en sus tareas vocales.
Suenan como un tiro con 'Palmeras en La Mancha' y sobre todo 'Golpe maestro'. Clavan 'Maldita dulzura' y ponen a todos a cantar en 'Copenhague'. Clásicos contemporáneos de la música española de nuestro tiempo, aprovechan su tiempo para dejar claro quien manda aquí y reivindican a la música española. Literalmente, pues Pucho reclama, sin cargar contra nadie, más bandas españolas en Mad Cool -no en vano, Vetusta Morla son los únicos patrios en los principales escenarios de este año y en los otros apenas hay... de nuevo la exclusividad-.
'Mapas', 'Sálvese quien pueda', 'Valiente', 'Te lo digo a ti' apuntalan la reputación del grupo más grande de la música independiente española, que no falla nunca en directo. Para terminar, toda la grandilocuencia de 'Los días raros' retumba en una eclosión definitiva que reconfirma lo que ya se sabe de sobra: Que Vetusta Morla está a la altura de cualquiera y que siempre salen a ganar.
La 'hora buena' del viernes la ocupó The National, a las 22.00 en el escenario principal. Ningún problema con esto, en cualquier caso, al final hay que organizar los horarios de alguna manera y los de Matt Berninger tienen también una solvencia contrastadísima. Arrancan como si tal cosa con 'You had your soul with you' de su reciente disco 'I am easy to find' (2019) y sencillamente dejan que la cosa fluya en escena.
Acompañados por tres coristas, no es la suya una propuesta que entre fácil, por lo que parte del público, como ya pasara el jueves con Bon Iver -aunque no tan extremo-, aprovecha que este año hay espacio para sentarse y tumbarse. Una manera diferente de vivir un concierto, desde luego, más aún teniendo en cuenta que Matt baja una y otra vez del escenario para tocarse con su público en una actitud impetuosa que siempre gusta a los parroquianos.
'Fake empire' es un momento álgido que parece conseguir la unanimidad y una chica llora desconsolada de emoción. Tiene ese punto mágico la música de The National: te va atrapando casi sin querer, te abraza como Matt abraza a sus fans -se mete entre la gente con un micrófono de cable kilométrico, increíble que lo conserve- y, si pasas el punto de no retorno, te parte en dos. Como a ella, como a esa chica totalmente conectada al momento, que no puede ya casi ni abrir los ojos para cuando el grupo estadounidense se marcha con 'Terrible love'.
Aún más
La jornada había empezado bajo una calima extrema de esas que amenazan tormenta y Sharon Van Etten encantada con la cantidad de gente que estaba ya ahí para verla a las siete de la tarde. A cambio, ella derrochó fuerza y elegancia. Miles Kane, por su parte, se marcó una hora de lo más rockera con pelotazos como 'Inhaler' ante un público en ese momento mayoritariamente británico como él. Los españoles parecían haberse enterado de la sorpresa y estaban apretujados en el Espacio Vibra Mahou -en los coches de choque, vaya- para ver a Los Chichos, que aparte de reivindicarse a sí mismos y a la música española, cantaron temas como 'Son ilusiones' o 'Quiero ser libre'. Fue un momento muy loco con la gente literalmente descontrolada... qué cosas pasan en Mad Cool.
Eso fue al principio de la jornada, antes de que se fuera el sol. Al final, ya bien entrada la madrugada, la infatigable concurrencia se metió entre pecho y espalda una poderosa ración de hard rock con Wolfmother y, aún después, otra de baile con los australianos Empire of the Sun. Como si no hubiera mañana, ahí seguía el personal entregado al festejo y la celebración.
El mañana llega ya este sábado, en cualquier caso y queramos o no, en la última jornada de este maratón musical. Con The Cure como principal reclamo, pero también con Prophets of Rage, el esperado estreno en España de Greta Van Fleet, Robyn, Johnny Marr -a las seis de la tarde, nada menos-, Gossip, Cat Power, Years & Years, Jorja Smith y aún muchos más. Es inabarcable este dichoso Mad Cool que le quita las fuerzas a cualquiera. Y así está bien, así debe ser.