Cultura

Botella continúa el desorden de la gestión cultural de Gallardón

Fernando Villalonga, su mano derecha en temas culturales, tiene más asesores que directores generales. Los cargos se inventan sobre la marcha.

Hay descontento con Ana Botella, al menos en lo que a su gestión de la Cultura se refiere. Cuando la actual alcaldesa llegó al cargo para sustituir a Alberto Ruiz Gallardón, prometió que el suyo sería un gobierno austero y coherente. Al parecer, al menos en lo que a la Delegación de las Artes compete, ninguno de los dos adjetivos se cumplió.

Botella colocó en el área de Gobierno de las Artes a alguien que gozaba de la confianza tanto suya como de su marido. Se trata del valenciano Fernando Villalonga, secretario de Estado de Cooperación  para Iberoamérica durante el gobierno de José María Aznar y primo de Juan Villalonga. El que fuera director de la Fundación Telefónica trabajó además como cónsul en Nueva York.

Desde su designación como concejal de las Artes en diciembre del año pasado, el hombre llamado a hacer culta y vistosa la legislatura de Botella, ha intentado poner en marcha una gestión voluntariosa y austera que dista mucho de tal condición. Villalonga ha eliminado una Secretaria General Técnica pero ha creado cuatro Direcciones generales y dos Sub-direcciones que realizan funciones parecidas, a veces las mismas.

Otro capítulo en la gestión de Villalonga tiene que ver con la expansión del gasto en personal. Villalonga ha fichado personas para cargos de libre nombramiento, que dependen directamente de su despacho. Tan sólo en lo que a su entorno se refiere, Villalonga ha contratado, según fuentes del consistorio, a seis personas.

De acuerdo con esas fuentes, entre los asesores de Villalonga se encuentran:  Teresa Pérez Joffe, de la Fundación Thyssen;  Jaime Morate, proveniente de la Junta de Castilla y León; Rafael Córdoba y Teresa Arracón. El monto que cobraría cada uno de estos cargos está entre los 70.000 y 90.000 euros anuales.

A lo anterior  se suma la opacidad administrativa de MACSA, la sociedad mercantil que gestiona  la actividades culturales de ciertas instituciones, entre ellas, el teatro Español, cuya gestión queda por aclarar. En el actual organigrama, MACSA sólo depende del Delegado de las Artes, es decir, de Villalonga. No pasa por ningún otro organismo de fiscalización. De momento, con respecto a la situación de MACSA, Villalonga se ha mostrado favorable a la realización de una auditoría, pues, a su juicio, la mayoría de los asuntos sin aclarar pertenecen al gobierno de su predecesora, Alicia Moreno Espert.

Las cifras de Gallardón

Con la salida del director Mario Gas de la dirección del Teatro Español quedaron al descubierto algunas cifras que empañan la austeridad en la gestión del anterior alcalde Alberto Ruiz Gallardón. Según el contrato de Gas, al que Vozpópuli tuvo acceso, el salario del dramaturgo y actor estaba pactado en  99.000 euros. Sin embargo, en las cuentas del Ayuntamiento, también consultadas por Vozpópuli aparecen desagregados una serie de gastos adicionales entre los que figuran: 18.000 euros para pagar el alquiler de la vivienda de Gas; 10.500 euros por la dirección de la obra Follies, remunerados aparte de su sueldo; pago de gastos con importes de entre 165 y 300 euros que aparecen justificados como "ayudas sociales" (por ejemplo unas gafas), además del transporte y la justificaciones que convierten el total de gastos de Mario Gas  a 128.000 euros.

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