En España, en el año 2007 existían casi 300 revistas culturales, de ésas 104 estaban agrupadas en Asociación de Revistas Culturales de España (ARCE). En el año 2011, han desaparecido alrededor de cincuenta, mientras que las cabeceras registradas en ARCE han descendido a 85.
Desde el año 2008, el panorama editorial cultural ha experimentado un franco y nada esperanzador repliegue con la desaparición de publicaciones señeras como Archipiélago, creada en 1988 por J.A. González Sainz; desapareció también la revista literaria sevillana Renacimiento, fundada por el editor Abelardo Linares, y más recientemente la Revista de Libros, editada por al Fundación Caja Madrid, también vio el cierre.
La dura crisis económica, que azota a muchas de las instituciones privadas que hacían de mecenas estas publicaciones, así como a las cajas y gobiernos locales que las impulsaban, han originado la aparición de un hoyo cada vez mayor al que sólo sobreviven aquellas publicaciones que encuentran formas de sobrevivir al margen de las subvenciones.
A pesar de que hace una semana el Gobierno anunció su restitución, la desaparición durante un año de la única subvención pública que recibían las revistas culturales, consistente en la compra de suscripciones con destino a las bibliotecas públicas, golpeó fuertemente al sector, tal y como confirma Manuel Ortuño, presidente de ARCE (Asociación de Revistas Culturales Españolas) y editor de la editorial Trama y Revista Texturas.
¿Cómo ‘pasar revista’ al sector?
Resulta complicado, en España, dar una cifra justa y rigurosa sobre el total de publicaciones culturales, pues no existe un censo específico que las abarque a todas. Hasta ahora, el instrumento que ha hecho las veces de registro ha sido el Censo de revistas culturales elaborado hasta el año 20120 por ARCE.
Esta asociación fue constituida en 1983 y reúne en la actualidad publicaciones de todos los sectores de la cultura y el pensamiento, agrupadas en nueve áreas temáticas: Arquitectura, Urbanismo y Diseño; Arte; Artes Escénicas; Ciencias Sociales, Filosofía e Historia; Cine, Fotografía y Audiovisual; Crítica de la Cultura; Literatura y Libros; Música; Pensamiento y Política.
De las publicaciones agrupadas en ARCE, para 2008, el 30% de sus ingresos provenía de la publicidad y 18% de las subvenciones, el resto de las subcricpiones de sus lectores. Dos años más tarde, en 2010, la crisis ya había dejado una huella significativa en sus ingresos: la entrada dinero por publicidad se redujo a 27% y las subvenciones a 17%.
Según un análisis realizado por Joaquín Rodríguez, especialistas en edición y cultura digital, las revistas digitales tienen tres problemas: "nuestras ventas no crecen, no acertamos conseguir en nuestros lectores la fidelidad que nos guardaron, y no terminamos de conquistar la de quienes deberían sustituirles: los jóvenes universitarios poseedores de un capital cultural suficiente como para interesarse por esos instrumentos de reflexión".
Reinventarse o reinventarse
Un ejemplo en esta carrera contra la extinción lo ha dado recientemente la revista Matador. De capital exclusivamente privado, esta publicación anual realizada por el grupo La Fábrica, sigue gozando de sus exquisitas características editoriales: acabado de primera, números monográficos, alta calidad fotográfica, un gramaje de papel de altísima calidad. Sigue siendo la misma, con su acostumbrado alto precio. Sólo que ahora existe una versión iPad, que vale casi diez veces menos que su precio en papel, y que puede conseguirse en iTunes.
En esta versión, el lector tiene acceso a contenidos multimedia: audios, entrevistas, vídeos, fotografías. Es, sin duda, una versión mejorada que además amplía geográficamente el lector de la revista y supone una apuesta editorial en un sector que, hasta ahora, había dado respuestas tímidas para abrirse paso en sector que es supone una tarea pendiente, al menos en lo que al conteto español se refiere.
Otra revista que desde hace más de tres años explota con éxito la opción de divulgación en Internet, es Letras Libres -cabecera que tomó el testigo de la mexicana Vueltas, de Octavio Paz- , no sólo porque lo difunde en este soporte sino proque lo emplea para potenciar a sus dos ediciones editadas en papel: la española y la mexicana. A partir de este mecanismo expande su ámbito de influencia, creando una audiencia mucho mayor y se convierte en algo más que una publicación: en un punto de encuentro y verdadero intercambio cultural.
Si se toma en cuenta que para 2008, apenas 19% de las revistas culturales en España daban posibilidad a los lectores de leer su contenido, se hace visible en alguna medida la poca vocación de comunicación que los editores poseían para con un público que, pensaron, les compraría y seguiría siempre. Ese mismo público que comenzaría a migrar hacia Internet y que estos nunca previeron fuera posible perder en el camino de una eventualidad, en este caso la crisis, que aceleró y acrecentó la distancia que tomaron los lectores.