El Tribunal Constitucional se ha pronunciado, por fin, sobre el aborto. Y se ha pronunciado en el sentido en el que todos esperábamos: consagrándolo como derecho. Yo, primero, me pregunto si para hacer algo tan previsible, tan manifiestamente previsible, los magistrados necesitaban trece años y, segundo, concluyo que mi deber como juntaletras es denunciar la aberración ética y jurídica del aborto. Por eso los párrafos que siguen son menos literarios que combativos, menos divagantes que sentenciosos. También tienen algo, me da la impresión, de obvios. Pero da igual: en una época que oscurece la verdad con propaganda, en una época que a lo blanco lo llama negro y a lo negro lo llama blanco, la perogrullada tiene la fuerza de lo revolucionario.
Lo primero que conviene aclarar, creo, es que lo que hay en el vientre de la mujer es un ser humano y que lo es desde el instante de la fecundación. Si no es un ser humano ¿qué es? Si no es un ser humano, ¿cuándo empieza a serlo? ¿Cuando le sale el riñón? ¿Cuando ya se le distingue el páncreas? ¿Cuándo ya tiene piernecitas? ¿Ser humano es quien tiene piernecitas y quien no tiene no? Hay que echarle mucha fe a eso de la ciencia para creer que un amasijo de células puede convertirse repentinamente, sin mediar un cambio sustancial, en una persona. ¿Por qué descartar la opción más lógica? ¿Por qué negar la humanidad del hijo que habita las entrañas de su madre? En el mejor de los casos, ese ser es humano y, por tanto, no hay nada más que hablar. En el peor, no sabemos lo que es y, dado el riesgo que implica lo contrario, hay que concederle presunción de humanidad y protegerlo en consecuencia.
La segunda aclaración es que lo legal no es siempre legítimo y que lo legítimo no es siempre legal. Si no fuéramos hombres posmodernos y hubiésemos leído Antígona, sabríamos que un crimen no deja de serlo aunque lo recoja el BOE. Bien pueden los diputados impulsar un puñado de leyes más al respecto, bien pueden sus esbirros con toga refrendarlas. Por mucho que esto ocurra, el aborto no será nunca aceptable. El político no crea el orden moral; tan sólo debe descubrirlo y protegerlo. Una ley será legítima si respeta la naturaleza de las cosas; ilegítima si, como la del aborto de Zapatero (y, ejem, la de González), la violenta.
Aceptando que el feto es un ser humano o, como mínimo, que sería muy extraño que no lo fuese, ¿cómo referirnos a una ley que permite su eliminación?
Aceptando que el feto es un ser humano o, como mínimo, que sería muy extraño que no lo fuese, ¿cómo referirnos a una ley que permite su eliminación? Y, más importante, ¿cómo reaccionar ante ella? ¿Votando distinto para que todo siga igual? ¿Manifestándonos como quien va a una romería? Yo propongo algo más radical y también más exigente. Proclamar hasta que nos tomen por locos que el aborto no es una opción, sino un crimen. Repetir hasta que nos condenen que la madre no tiene derecho a abortar, sino la obligación de dar a luz. Vestirnos de profetas y advertir a los pocos que nos escuchen que este «progreso» ―el del aborto y la anticoncepción y la eutanasia― acaba en un despeñadero.
Quizá algún lector piense que mi discurso tiene poco de empático y nada de compasivo. Que hay que ponerse en la piel de la mujer que aborta y hacer un esfuerzo por comprender sus motivos. Lo entiendo, pero en esto mi alineo con el gran Fabrice Hadjadj, que nos propone una ética de la crueldad: «La caridad está llamada a parecer cada día más cruel, la misericordia menos compasiva». El amor ―lo sabe bien Hadjadj― no tiene nada que ver con la benevolencia mórbida, pegajosa, de quienes toleran que el otro haga lo que quiera siempre y cuando le haga feliz. Eso es un vicio y se llama indiferencia. El amor verdadero, en cambio, procura el bien del otro y lo defiende hasta el martirio. Yo no me opongo al aborto ni por ideología ni por crueldad. Me opongo por amor a la madre, cuyo bien es dar a luz a su hijo y velar por él; por amor al niño, cuyo bien es nacer, vivir y dar fruto; y por amor a la sociedad, cuyo bien es cuidar del débil como se cuida de lo sagrado y rehuir el crimen como se rehúye el ácido.
S.Johnson
"Contra el aborto sólo podemos reaccionar radicalmente" Por tanto ¡Neguémonos radicalmente a abortar...! obviamente los que no quieran abortar y no nos metamos en la vida privada de los otros. NO tenemos NINGÚN derecho a hacerlo.
emendez
A ver, que yo me entere. @Perhaps afirma que el aborto es "una opción". @vallecas, que es "una capacidad que nos ofrece la ciencia". Ninguno niega la afirmación del articulista de que lo que hay ne el vientre de la mujer embarazada, sea cual sea el periodo del embarazo, es un ser humano. Eso es lo que enseña la ciencia: que el fruto de la cópula entre delfines es un delfín, entre camaleones es un camaleón, entre carpas es una carpa, y entre humanos es un humano. Por lo tanto, el aborto, o cualquier forma de terminar (que no interrumpir, porque no se puede reanudar) con una vida vida humana, es un crimen. Si la ley permite terminar con la vida de un ser humano dependiendo de las circunstancias, ¿qué nos diferencia de los nazis o los comunistas? Únicamente la definición de cuales son las circunstancias en que ese crimen es aceptable. Ahora viene la gran pregunta: ¿quién defiende en España que, dependiendo de las circunstancias, tenemos derecho a acabar con la vida humana?: ERC, Bildu, Más País, Podemos, PSOE, PNV, Junts, Ciudadanos y 𝗣𝗮𝗿𝘁𝗶𝗱𝗼 𝗣𝗼𝗽𝘂𝗹𝗮𝗿. Todos ellos se han felicitado por el fallo del Tribunal Constitucional. Todos ellos están a favor de que tú y tus familiares podáis vivir únicamente si cumplís determinadas circunstancias... que pueden cambiar cuando ellos lo decidan. ¿A cual de ellos vas a votar?
vallecas
No hay nada perfecto, la Ciencia tampoco lo es. Creo que no existe ninguna persona en el mundo que esté a favor del aborto. Incluso la mujer que lo practica está en contra. La Ciencia nos "brinda" la capacidad de interrumpir el embarazo y la Ley tiene la obligación de actuar. Que este asunto "jamás" se solucionará y seguirá siendo motivo de discrepancia en la sociedad, la tenemos cuando la "aberración" que es el aborto, el Tribunal Constitucional Español (se le supone compuesto por gente sabia) lo define como DERECHO.
Perhaps
El aborto no es un derecho, es una opción.