No es ningún secreto que el género del terror permite hablar en profundidad, de manera poética y también divertida, de los grandes dilemas de nuestro tiempo. Y tan importante es abordar los temas con rigor como con intención de entretener, tal y como pretende Álex de la Iglesia en su nueva película, Veneciafrenia, una batalla contra el turismo masivo con forma de "slasher" en el que pueden resultar tan grotescas las imágenes de la ciudad de los canales tomada por cientos de visitantes como los asesinatos sangrientos y las desapariciones que se repiten a lo largo de la cinta.
En la nueva aventura de De la Iglesia, un grupo de españoles treintañeros -protagonizados, entre otros, por Ingrid García Jonsson- viaja en crucero hasta Venecia, donde les espera una multitud de ciudadanos enfadados que les reciben con pancartas en las que les invitan a abandonar la ciudad. Lo que iba a ser un viaje de diversión entre máscaras, trajes de época y pelucas se convierte en una aterradora huída por los canales de Venecia para sobrevivir.
El director alterar los perfiles de los buenos y los malos en este tipo de películas, en las que mientras los primeros son "excesivamente buenos" los segundos "no tienen demasiado carácter". "Me gustaba invertir el proceso, así que los buenos no lo son tanto y los malos tienen razones, porque ven como algo que consideran hermoso, una belleza que les pertenece, se degrada y desaparece", ha señalado Álex de la Iglesia a Vozpópuli con motivo del estreno del filme este viernes.
En esta película, los turistas no son meros viajeros, sino invasores que, en su ignorancia, contribuyen a despertar un odio cada vez mayor entre los habitantes de Venecia hacia quienes abarrotan en masa los principales atractivos turísticos de la ciudad hasta asfixiarlos. Sin saberlo ni pretenderlo, también ponen algo de su parte en la destrucción de la ciudad, una víctima más de la globalización, al ver repetidos restaurantes o incluso grafitis que uno podría encontrar en otros lugares como, por ejemplo, Londres, tal y como se ve en el arranque de esta película.
Me interesaba esa ausencia de culpabilidad por parte del que disfruta de ciudades como Venecia, no tanto que los venecianos se defiendan", afirma De la Iglesia
"Me interesaba esa ausencia de culpabilidad por parte del que disfruta de ciudades como Venecia, no tanto que los venecianos se defiendan de una manera más o menos expeditiva, sino lo contrario: por qué nosotros no nos creemos culpables cuando somos turistas y cambiamos las cosas. Esa sensación de no tener culpa alguna de que Madrid, Barcelona o Londres sean ciudades que están desapareciendo comidas por una especie de carcoma interior, por gusanos que entran y desaparecen, que no se quedan", cuenta el director.
Aunque aún quedan rincones tranquilos incluso en agosto -como algunas calles del barrio de Cannaregio- lo cierto es que Venecia se ha convertido en el símbolo mundial del rechazo a la saturación del turismo que afecta a grandes capitales como Roma, Florencia, París o las españolas Madrid y Barcelona, y a otros enclaves más pequeños como los pueblos italianos de Cinque Terre o la francesa Carcassonne. Para el director, al igual que ocurre con el cambio climático, también quería mostrar la actitud pasiva de quienes piensan que "otros toman las decisiones por ellos", cuando precisamente es una organización ciudadana la que ha conseguido frenar la llegada de cruceros a la Giudecca.
Morbo, selfies y venganza
Más allá de la invasión del turismo, Veneciafrenia también pone el foco en la fina línea que separa la realidad del espectáculo, porque aquí los crímenes son fotografiados y carne de redes sociales. "Hay asuntos que no queremos afrontar y la mejor manera de evitarlos es convertirlos en ficción, en una grabación. El móvil es una defensa", señala De la Iglesia. Del mismo modo, la película también pone de relieve que "si uno no está en redes no existe", como le ocurre a uno de los protagonistas, que no tiene redes sociales ni aparece en las fotos del grupo.
Sin entrar en el origen o las soluciones, Álex de la Iglesia convierte esta fobia en el motor de una trepidante cinta de terror destinada a divertir con la que inaugura el sello cinematográfico The Fear Collection, creado por Pokeepsie Films y Sony Pictures en asociación con Prime Video. "Todo en el cine entraña un riesgo enorme, cuando hacemos una película apostamos todo lo que tenemos", ha reconocido el director. Además de su Veneciafrenia, el sello presentará próximamente la nueva película de Jaume Balagueró, Venus, a la que seguirán dos largometrajes más.
El terror tiene una mirada excéntrica a la realidad que coloca al espectador en un terreno muy cómodo", señala el cineasta
Para el cineasta, "el terror tiene una mirada excéntrica a la realidad que coloca al espectador en un terreno muy cómodo en el que sabe que todo lo que ve es mentira". "Es una buena manera de entrar en apreciaciones cuando se va a casa, se desnuda la película y se piensa. La ficción sirve para eso, para encontrar un instrumento que te ayude a entender la realidad", sostiene.
De la Iglesia es uno de los directores españoles más prolíficos en la actualidad, un momento en el que "resulta más fácil que antes" porque "la industria está mejor". "Ahora hay más trabajo que antes, cuesta encontrar un foquista o un ayudante de dirección porque están todos trabajando en series o en películas", ha señalado. Aunque reconoce que la situación actual de la taquilla es "preocupante", también es optimista porque cree que "cuando la pandemia se supere mentalmente, las cifras volverán a la normalidad".