Hay quien piensa que la figura del docente especializado al que remunerar está en declive: entre Wikipedia y YouTube uno encuentra todo lo que necesita saber sobre un tema en concreto. Esto podría ser verdad en cierta medida, si no fuera porque un profesor aporta miles de horas de estudio y lectura con las que orientar a su alumno en la maraña infinita de información que contiene Internet. Cualquiera que se dedique a la investigación sabe que lo más valioso es disponer de una bibliografía seleccionada y, en muchas ocasiones, quien mejor sabe proporcionarla es alguien con experiencia previa en el tema. Sin embargo, y gracias a Dios, no todo el mundo se dedica a la investigación, ni dispone de todo el tiempo del mundo para zambullirse en una bibliografía selecta, por más perfecta que sea.
¿Qué le queda entonces al lector de a pie, completamente novel en asuntos propios de las humanidades? Parecería que tenga que limitarse a admitir su ignorancia y, con el primer Wittgenstein, asumir aquel lema que dice "sobre lo que no se puede hablar, mejor callar”. Eso o ser un cuñado de la Wikipedia y parecerse a Don Estupendo, que durante el día nos cuenta lo que anoche estuvo leyendo. Es un panorama desolador, sobre todo teniendo en cuenta que uno de los requisitos de una democracia saneada es que la opinión pública no resulte en exceso maleable por los poderes fácticos.
La editorial Deusto, consciente de esta problemática, ha publicado un libro titulado Todo lo que necesitas saber sobre, firmado por Antonella Marty. Una iniciativa loable pues, como indica el subtítulo, la obra trata de proporcionar una visión panorámica sobre historia, arte, ciencia, religión, astrofísica, filosofía, política y economía. Además de loable, resulta también deprimente, pues el lector que haya cursado estudios de Bachiller debería conocer la mayoría de los apartados que en él se presentan. Pero enfoquémoslo con mirada optimista: resulta esperanzador que, allí donde el Estado no parece muy interesado en llegar, al menos la iniciativa privada sí lo hace. Y, si lo hace, es porque cree que hay un público que lo está pidiendo. No está todo perdido.
Uno de los requisitos de una democracia saneada es que la opinión pública no resulte en exceso maleable por los poderes fácticos
La parte negativa del libro consiste en que resulta imposible hacer una selección de autores y temas que complazca a todo el mundo, especialmente si la intención es complacer a un lector que no tenga especial interés en ir más allá en todos y cada uno de los apartados del manual. La escritora ha decidido -desconozco si de forma consciente o no- ir a cara descubierta y plantear la obra desde su perspectiva personal, claramente libertaria. Podemos observar esto en detalles como el de excluir a Kant o a Isaiah Berlin del capítulo “Mentes libres de la historia” y, sin embargo, incluir a varios pensadores conocidos únicamente en su casa a la hora de comer. Por no mencionar el excesivo hincapié que otorga a Ayn Rand, cuyo nivel filosófico es más que deplorable.
El plumero resulta evidente en el apartado “Héroes del progreso” que incluye únicamente a científicos, después de haber mencionado en la introducción que la religión es un fenómeno que ayuda a algunos a enfrentar algunas adversidades de la vida, pero excesivamente peligroso en potencia. Resulta elocuente que en este apartado que asocia progreso con ciencia no haya incluido a George Lemaître, sacerdote belga y autor de la teoría del Big Bang. Quizá esta ausencia no resulta tan llamativa si tenemos en cuenta que tampoco figuran los genios alemanes que inventaron la forma más efectiva de asesinar masivamente a través de las cámaras de gas. De quien no es consciente de que la ciencia no ofrece progreso por sí misma, sino que depende de en qué manos caiga su utilización, no se puede esperar gran cosa.
No sugiero con esto que haya otras personas que hubieran ejecutado mejor la idea, dado que es imposible -y peligrosa- la idea de reunir en un solo tomo lo que consideraríamos el manual perfecto sobre las verdades de la vida. Pero sería interesante que la editorial se plantease pedir a otros autores que escribieran su propio manual bajo la misma premisa (“Todo lo que necesitas saber sobre”). En España existen varios autores que darían perfectamente la talla. Propongo a Pedro Insua para la versión comunista, Fernando Savater para la socialdemócrata, Juan Carlos Girauta representando el liberalismo (que es cosa muy distinta que el libertarianismo que encarna la obra que reseño ahora) y a Enrique García Máiquez al conservadurismo. Sería, además, interesante y honesto organizar debates públicos entre estos autores.
Como colofón, me gustaría recomendar al lector Una educación liberal (Encuentro 2022), de José María Torralba, que propone una formación distinta a la enciclopédica. En ella nos habla más de las formas que de contenidos concretos a la hora de introducir a los legos en el saber humanístico. Las obras que recomienda frecuentar obtendrían la aprobación de los autores que acabo de mencionar, pues hay ciertos hitos de la literatura y del arte que quedan al margen de ideologías concretas y, por tanto, deberían ser leídas por todo aquel que desee tener las bases de una educación humanística plena. Estas obras pueden resultar arduas, pero quien quiera formarse de forma honrada y no maniquea en humanidades debería grabarse a fuego este proverbio de Hipócrates: “Ars longa, vita brevis”. El arte (conocimiento, destreza, habilidad) es largo, la vida es breve. O, si lo prefieren, “Per aspera ad astra” (hacia las estrellas desde las dificultades).
Rapunzel
Hay que ver el currículo de la escritora antes de lanzarse a comprar un libro que puede ser un "libro gordo de petete" sin mucho más alcance.